Devocional 16 sep. - Richard Sibbes

Condiciones para la oración

Mt. 7:7 Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá;

Esto sugiere diligencia en la oración. Todo aquel que busca ser un cristiano verdadero en hechos y no solo en nombre debe ser una persona de oración. La oración es como una inversión en bonos que dan un retorno futuro. Es algo que ciertamente aumentará en valor.

Sin embargo, hay muchos cristianos que están llenos de quejas y desaliento con respecto a la oración. Dicen: “he orado durante mucho tiempo y soy peor. Mejor lo dejaré, ya que veo que no me hace mejor”. Pero existen condiciones y limitantes que Dios ha revelado en su Palabra y que deben considerarse.

La primera condición por nuestra parte es que estemos en un estado de fe y arrepentimiento. Las promesas son para los que están en Cristo. 

En segundo lugar, debemos orar de acuerdo a la naturaleza y voluntad de Dios. Algunas cosas son malas para nosotros y, si Dios no nos escucha con respecto a ellas, aunque Cristo no abandone su palabra, nosotros si debemos abandonar nuestras oraciones.

También debemos orar por los motivos correctos (Santiago 4:3). El orden de nuestros deseos también es importante, porque no habrá una respuesta rápida al pedir cosas temporales si no estamos buscando el reino de Dios. Si nuestros deseos se ven frustrados, no es porque Él nos deseche sin escucharnos, sino porque desea enseñarnos un camino mejor.

Quiere enseñarnos lo que es más importante. También podemos hacer notar que nuestras oraciones deben ofrecerse en fe, humildad y fervor. Los retrasos en las respuestas nos enseñan a velar y orar con perseverancia, esperando hasta que Dios nos escuche. La espera hace que nos centremos en Él. Si somos fervientes, no nos marcharemos hasta hablar con Dios.

La fe permanece a la puerta hasta que Él viene. Todos fallamos en esto: no esperamos hasta obtener. No culpemos al Salvador cuya promesa es firme e inmutable. Si aprendemos a esperar, escucharemos más de Él.

Richard Sibbes.