Devocional 04 sep. - Thomas Case

Prueba y esperanza

Juan 12:28  Padre, glorifica tu nombre. Entonces vino una voz del cielo: Lo he glorificado, y lo glorificaré otra vez.

Podemos admirar la sabiduría y poder de Dios al mejorar a su pueblo por medio de los sufrimientos. Mirad, os muestro un misterio: el pecado es el que trajo la aflicción al mundo y Dios hace que la aflicción se lleve el pecado del mundo.

La intención de Dios con sus hijos es hacerles bien mucho más cuando los trata con severidad. Prefiere sacar sangre antes de perder un alma. Una situación de sufrimiento no es tan grande como la carne y la sangre la presentan. El mundo solamente juzga por las apariencias externas, ya que no puede ver la enseñanza divina que se produce sobre el corazón.

Nuestro bendito Salvador fue escuchado cuando ofreció oraciones y súplicas, con clamores y lágrimas (Heb. 5:7). ¿Cómo fue escuchado? No en su “Sálvame de esta hora”, sino cuando dijo “Padre, glorifica tu nombre” (Jn.12:27-28).

La mejor respuesta a nuestras oraciones es aquella que obra nuestro bien, aunque no responda a nuestros deseos. Cuando Dios no responde al pie de la letra, sino mejor, no salimos perdiendo en nuestras oraciones.

Es triste más allá de todo lo que se pueda expresar cuando la aflicción solo sirve como una oportunidad para dar rienda suelta al orgullo y la murmuración, convirtiéndose en una expresión del ateísmo en los corazones humanos que se enfrenta al Señor.

Es posible que muchos escuchen a Dios, pero luego son decididos  en sus propios caminos. Después de la aflicción, el que maldice sigue siendo alguien que maldice y el borracho un borracho. Pero viene el día de Dios, cuando las cosas serán juzgadas por otro estándar. No por lo que se ve, sino por lo que realmente son.

Si los hijos de Dios que están en aflicción se sientan a considerar el fruto y ventaja que Dios sabe cómo sacar de sus tristezas, eso los mantendrá  alejados de un desánimo desmedido y del decaimiento de espíritu.

No miremos al sufrimiento, sino a su fruto invisible. Esto mantiene la mente, guarda el corazón y hace que el alma sea paciente. Se gloría en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia, prueba y esperanza.

Thomas Case.

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