Devocional 08 jul. - Richard Baxter

La vida y la muerte

1 Corintios 13:12  Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido. 

Nuestra certeza del cielo no es perfecta. Los verdaderos creyentes, así como tienen carencias en otras cosas, también las tendrán en esto. 

Solo conocemos en parte. Si tenemos algún grado de certeza, este solo se perfeccionará en el cielo. La certeza y el sentirnos bien son dones del Espíritu Santo, que libremente los concede especialmente cuando su pueblo está en la más profunda necesidad. La mejor de las misericordias es la que llega en el momento adecuado. 

Podría dar montones de ejemplos sobre personas a las que les ha faltado sentirse seguras de su salvación y el consuelo en su enfermedad. A algunas les ha faltado esto casi toda su vida, pero han recibido misericordia en abundancia al acercarse su muerte. Hemos de valorar mucho el tiempo que tenemos y considerarlo una misericordia de la que rendiremos cuentas.

Las personas piadosas pueden desear vivir más tiempo para servir a la iglesia, como sucedió con Pablo, pero bien que lo podemos considerar una pérdida por el momento, porque vivir evita que vayamos al cielo. Esto puede ser una ventaja para el avance nuestro y de la iglesia, pero, aun así, debemos valorar más el cielo que la tierra. 

Cuando tenemos tiempo para orar más, es como una novia que va a casarse con un príncipe que desea esperar para que se prepare. Debemos rendirnos con alegría a la disposición de Dios. La actitud correcta es la de Pablo: estar en estrecho entre las dos cosas, deseando partir para estar con Cristo, y, aun así, permanecer mientras Dios lo quiera, para el servicio de la iglesia.  

Hemos de someternos a la muerte, porque es el momento de un gran bien. Cristo nos da consuelo de los males naturales, y no estoy tratando de persuadir a los incrédulos para que no teman a la muerte. Es sorprendente que no la teman más de lo que lo hacen. Sería de esperar que comiencen su pan con temblor al pensar en el peligro en el que están. Deberían caer de rodillas ante Dios para librarse rápidamente de ese peligro. 

Richard Baxter


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