Devocional 05 jul.- Andrew Murray

Salud para el alma


Isaías 59:16 Y vio que no había hombre, y se maravilló que no hubiera quien se interpusiese; y lo salvó su brazo, y le afirmó su misma justicia

¿Cómo puede nuestra falta de oración transformarse en bendición? ¿Cómo podemos cambiarla, convirtiéndola en un camino en el que pueda vencerse al mal? ¿Cómo podemos hacer que nuestra relación con el Padre sea de continua oración? 

Comencemos volviéndonos a la Palabra de Dios para estudiar cuál es el lugar que Dios quiere que tenga la oración en la vida de sus hijos. Un nuevo entendimiento de lo que es la oración y en lo que nuestras oraciones pueden convertirse nos liberará de las actitudes incorrectas acerca de la absoluta necesidad de la oración continua. 

Necesitamos ver lo razonable que esta designación divina. Debemos convencernos de cómo encaja con el amor de Dios y nuestra felicidad. Así nos libraremos de la falsa impresión de que la oración es una petición arbitraria.

Nos rendiremos a ella y nos regocijaremos, porque es la única forma para traer las bendiciones del cielo a la tierra. Dejará de ser una carga, un esfuerzo o una lucha. Así como el respirar es algo simple para la vida física, la oración lo será en una vida cristiana que es guiada por el Espíritu. 

Nuestro fracaso en la vida de oración es resultado del que tenemos en la vida espiritual. Cualquier pensamiento acerca de orar más o de hacerlo de manera efectiva será en vano a menos que nos acerquemos a una mayor intimidad con nuestro Señor. Su vida de oración sobre la tierra y su intercesión en el cielo nos es impartida en la medida en que nos rendimos a Él y nuestra fe lo permite. 

Andrew Murray 

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