Devocional 19 abr. - Andrew Murray

La falta de oración


Santiago 4:2 Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. 

Recientemente, atendí a varias convenciones en las que el tema de la conversación con frecuencia era la oración. Un hombre de negocios dijo que, lo que la iglesia en nuestros días necesita es el espíritu de intercesión. En todas partes la gente confesaba, “Oramos muy poco”.

Sin embargo, parecía existir un temor de que, a causa de las presiones del trabajo y la fuerza de los hábitos, era casi imposible tener esperanza de que esto cambiase. Ese pensamiento solamente puede obstaculizar nuestro gozo y poder en el servicio a Dios. 

El Dr. Whyte de Edimburgo dijo que, siendo un joven ministro, pensó que cualquier tiempo que le quedase después de las visitas pastorales, debería pasarlo con sus libros. Quería alimentar a su pueblo con lo mejor que pudiera preparar. Pero ahora había aprendido que la oración era más importante que el estudio.

Se sentía como si fuera casi demasiado tarde para recuperar lo que había perdido, y nos instaba a orar más. ¡Qué confesión y advertencia más solemne! Oramos muy poco. 

¿Es más importante que nuestro trabajo, el llamado de Dios a que le dediquemos tiempo y atención? Si Dios está esperando a encontrarse con nosotros, y darnos poder para hacer su obra que nos venga desde el cielo, el poner otro trabajo en lugar de eso es tener la vista muy pobre.

Si queremos tener una experiencia significativa de la presencia de Dios, debe existir una oración más definida y perseverante. 

Dios concédeme un entendimiento profundo de la perseverancia en oración. Padre, al final la oración es de donde viene el poder para perseverar en la vida. Déjame aferrarme a ti en fe, sin menguar en mi comunicación contigo. Amén. 

Andrew Murray 

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