Devocional 22 nov. – J. C. Philpot
Libranos de la tentación
2 Pe. 2:9 sabe el Señor librar de tentación a los piadosos, y reservar a los injustos para ser castigados en el día del juicio;
Son pocos los que acuden al Señor con sinceridad,
espiritualmente, y claman desde sus corazones para ser librados del poder de
una tentación. No lo hacen hasta que los presiona con fuerza sobre su
conciencia y pone una carga pesada sobre su alma. Esto se transforma en una
carga que solo Dios puede quitar.
Pero cuando sentimos de verdad la carga de una tentación, aunque nuestra
carne la ame nuestro espíritu terminarà aborreciendola. Aunque puede que nuestra mente carnal se
aferre a ella, nuestra conciencia será llevada a aborrecerla espiritualmente y aún
a aborrecernos a nosotros mismos por ella.
Cuando somos capacitados para acudir al Señor con
sinceridad y honestidad de corazón, y le
rogemos que nos libre de ella; entonces el Señor, más tarde o más temprano,
eliminará esa tentación completamente en su providencia y por su gracia, o
debilitará su poder de tal forma que dejará de ser lo que era antes, cuando
arrastraba nuestros pies a las sendas del mal y las tinieblas.
Sin embargo, mientras estemos en un estado en el que
los profetas dicen que “Está dividido su corazón. Ahora serán hallados
culpables” (Oseas 10:2), mientras estemos en un vagar carnal de la mente que
Santiago describe como el hombre de doble ánimo, que es inconstante en todos
sus caminos, mientras estemos deseando la tentación, anhelándola, dando
vistazos de reojo tras ella, paladeándola como un bocado dulce bajo nuestra
lengua, no habrá un clamor del corazón, ni un suspiro, ni un respirar de
nuestra alma porque Dios la quite. Aunque nuestra conciencia testifique contra
ella, no estaremos dispuestos a que nos la quiten.
Sin embargo, cuando somos llevados a la presencia de
un Dios que escudriña los corazones a aborrecer el mal al que somos tentados.
Cuando somos llevados a clamarle a Él que, por su honra y por el bien de
nuestra alma, se lleve la tentación o anule su poder, más tarde o más temprano
el Señor escuchará el clamor de aquellos que gimen por ser librados de esas
tentaciones, que tan poderosamente los presionan.
J.C. Philpot
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