Devocional 08 nov. – Alexander Smellie

¿De dónde vendrá mi socorro?

Salmos 121:1 Alzaré mis ojos a los montes;  ¿De dónde vendrá mi socorro?

La forma en que Dios me cuida es divina. Cuando alzo mis ojos a los montes, ¿de quíen es el estandarte que veo avanzando para salvarme? No es el estandarte del lobo de Benjamín o la cierva de Neftalí, ni tampoco la serpiente de la tribu de Dan. Es el estandarte del Señor de los ejércitos, y no hay nada, nada en absoluto, que Él no pueda hacer por mí.

La forma en que Dios me cuida es particular y minuciosa. Corazón mío, Él es tu cuidador. Es tu cuidador como si tu fueses el único en todo su universo. Él conoce tu caso concreto, tus necesidades, tus tentaciones, tus enemigos. Él te llama por tu nombre. Aunque tiene millones y millones de personas a su cuidado, nunca se olvida de ti ni por un solo momento. Vives día y noche en sus pensamientos, en su amor.

La forma en que Dios me cuida es espiritual. Mis necesidades más profundas son las de mi interior. Mis problemas más dolorosos son mis pecados. Mi pobreza más urgente no es la falta de pan, sino la falta de gracia. Él provee no solamente para mi cuerpo, sino también para mi alma. En el evangelio, en Jesucristo, en el Espíritu Santo, extiende un banquete para mi alma, y allí sale de su invierno y su bancarrota.

Y el cuidado de Dios por mí es eterno. Desde este momento y para siempre, el guardará mi salid y mi entrada. La muerte y la tumba no pondrán fin a su amor. Mi éxodo de este mundo, la entrada que aún no he pisado del mundo más allá; Él se toma el encargo de supervisar ambas cosas. Entonces, como ahora, allí, tanto como aquí, estoy dentro del alcance de su cetro soberano.

No temeré mal alguno. Seré fuerte en el Señor. Hacia los montes del cielo levantaré mis abatidos ojos.

Alexander Smellie

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