Devocional 06 nov. – Octavius Winslow
Nuestra porción
Amados, es un gran privilegio el vivir en un mundo en
que no tenemos porción. Cuando Dios repartió la tierra de Canaán entre las
tribus de Israel, hizo una excepción con la tribu de Leví. A ellos les dijo
(Núm.18:20) «De la tierra de ellos no tendrás heredad, ni entre ellos tendrás
parte». Y les dio esta razón para ello: «Yo soy tu parte y tu heredad».
La enseñanza de esto es obvia y significativa. Como
verdadero sacerdocio del Señor que somos, el mundo no es nuestra porción ni la
tierra es nuestro descanso. Para un
levita devoto, debe haber sido una dolorosa disciplina y requerir una medida
grande de fe, el contemplar los prados fértiles, las llanuras regadas y las
colinas llenas de viñedos de la tierra prometida y renunciar a todo ello por
aquel que es invisible.
También necesitamos una fe no pequeña de nuestra parte
antes de que seamos guiados a renunciar al mundo, las criaturas, el yo y todo
por Cristo, de que estemos satisfechos de tener solamente al Señor como porción
nuestra, y solamente el cielo como nuestra herencia.
Pero el Señor no despedirá a su pueblo con algo que
sea indigno de Él dar, ni de los suyos aceptar. Él los ha apartado para sí
mismo, y se ha apartado a sí mismo para ellos. «El Señor es mi porción» dice mi
alma. Su amor por nosotros fue tan grande, que no pudo dar una mayor prueba del
mismo que entregarse a sí mismo. Ninguna otra cosa podría haber expresado los
anhelos de su corazón. Nada menos que eso podría haber satisfecho los deseos de
nuestros corazones.
¡Qué gran porción es Dios! Todo lo que Él es y todo lo
que tiene es nuestro. Cada atributo de su ser nos cubre, cada perfección de su
naturaleza nos rodea, cada pulso de su corazón late por nosotros, cada mirada
de su ojo nos sonríe.
Habitamos en Dios y Dios habita en nosotros. Nuestra
porción no es el mundo, sino aquel que creó, sostiene y gobierna el mundo. No
es la criatura quien es nuestra porción, sino el Señor de los ángeles y el
Creador de los hombres. ¡Una porción infinita! ¡Un poder ilimitado! ¡Una gracia
sin medida! ¡Amor sin límites! ¡Un bien que todo lo satisface! ¡Todo! ¡Todo es
nuestro!
Octavius Winslow
Amén
ResponderBorrar