Devocional 29 sep – Joseph Alleine

Aceptando a Cristo

Lucas 6:46 ¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?

En el momento de la conversión, el pobre pecador, convencido de su pecado, se aventura a ir a Cristo y resuelve aferrarse a Él. Dice: «Aquí estoy, y si perezco, que perezca. Si muero, que muera, por favor no me dejes morir».

Antes de la conversión, el ser humano huye de Cristo, se preocupa más por sus amigos y las cosas materiales que por las cosas divinas. Pero después de su nuevo nacimiento, Cristo es su pan diario y el apoyo de su vida. Desea que Cristo sea magnificado. Antes, la fe era una fantasía, pero ahora, su vivir es Cristo.

El recien nacido acepta a Cristo por completo. Ama no solo la recompensa, sino también la obra. No busca solo los beneficios, sino la carga de Cristo. Toma los mandamientos, e incluso su propia cruz.

Muchos toman a Cristo por porciones. Le es todo para su salvación, pero no para santificación. Lo es todo para sus privilegios, pero descuida la persona de Cristo. Divide los oficios y beneficios del Señor. Esto es un error de base.

Cualquier creyente que ame la vida, debe tener cuidado con esto. Muchos no aman al Señor Jesús con sinceridad. No lo reciben tal y como Dios se ofrece, como Príncipe y Salvador (Hc 5:31). Separan lo que Dios ha unido, pues Jesús es Rey y Sacerdote. Desean que los salven del sufrimiento, pero no del pecado. Quieren ser salvos y mantener sus malos deseos. Se contentan con destruir algunos de sus pecados, pero no abandonan su naturaleza caida.

¡Tengamos cuidado con esto, porque el alma depende de ello! El recien nacido toma a Cristo completamente, sin excepciones, sin limitaciones, sin reservas. Está dispuesto a obtener a Cristo sean cuales sean las condiciones, a estar bajo su dominio.  Junto con Pablo, es capaz de decir «Señor, ¿qué quieres que haga?». Cualquier cosa, Señor.

Joseph Alleine

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