Devocional 18 sep -A.B. Simpson
Rendirse al Señor
Salmos 110:3 Tu pueblo se te ofrecerá voluntariamente
en el día de tu poder, en la hermosura de la santidad. Desde el seno de la
aurora, tienes tú el rocío de tu juventud.
Esto es lo que el término «consagración» significa de
verdad. Es el ofrecerse uno mismo voluntariamente desde el corazón. Es
ofrecerse al ser constreñido por el amor, para ser del Señor. Su agradable
expresión es: «Yo soy de mi amado», como dice en Cantares 6:3.
La entrega, por supuesto, debe surgir de la fe. Debe
existir una plena confianza de que estamos seguros al abandonarnos al Señor.
Tenemos que estar seguros de que no estamos cayendo por un precipicio, ni
rindiéndonos a manos de un juez, sino que estamos sumergiéndonos en los brazos
de un Padre y dando un paso hacia una herencia infinita.
Es un infinito privilegio el que se nos permita
rendirnos a Alguien que se compromete a hacernos todo lo que amaremos ser, todo
lo que su infinita sabiduría, poder y amor se deleitará en cumplir en nosotros.
Es como el barro que se entrega a las manos del
alfarero para poder ser moldeado en una vasija de honra, adecuada para ser
utilizada por su Maestro. Es el pobre mendigo del callejón consintiendo en convertirse
en el hijo de un príncipe para ser educado, provisto y preparado para heredar
toda la riqueza de quien lo guarda.
A.B. Simpson
Amén
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