Devocional 11 sep – Thomas Watson

Contentamiento divino

Filipenses 4:11 No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación.

El asunto de la fe no es tan fácil como la mayoría imagina. Ciertamente no es necesario enseñar a alguien a pecar. Es algo natural (Salmo 58:3), y por tanto, fácil. Es algo que brota como el agua lo hace desde una fuente. Es fácil ser malvado, y el infierno puede alcanzarse sin esfuerzo. El oficio del pecado no necesita aprenderse, pero el arte del contentamiento divino no se logra sin esfuerzo: «He aprendido».

Existen dos motivos por los que se ha de emplear tanto estudio y ejercicio.

1.- Porque lo espiritual va contra la naturaleza carnal. Hay dos cosas en la fe que están contra la naturaleza:

En primer lugar los asuntos de la fe, ya que para los seres humanos, el ser justificados por la justicia de otro, el convertirse en necios para ser sabios, o el salvar todo por medio de perderlo todo, son cosas que están en contra de la naturaleza.

Después están los elementos prácticos, como la abnegación. Para una persona, negar su propia sabiduría, verse a sí misma como ciega, renunciar a su propia voluntad y fundirla en la voluntad de Dios, arrancarse el ojo derecho, crucificar su pecado favorito que está tan cercano a su corazón, estar muerta al mundo en medio de abundantes necesidades, tomar la cruz y seguir a Cristo, no solo por sendas doradas, sino también sangrientas, abrazar la fe cuando está revestida de ropas oscuras y todas las joyas del honor y la preferencia le han sido arrancadas, es algo que va contra la naturaleza, y, por tanto, ha de aprenderse.

El examinarse a uno mismo, el tomar tu corazón, y, como un reloj, despiezarlo, el establecer una investigación espiritual o un tribunal de la conciencia y examinar lo que está en tu propia alma, el tomar la lumbrera y lámpara de David (Salmos 119:105) y buscar el pecado, y, como un juez, dictar sentencia sobre ti mismo (2 Samuel 24:17), todo esto va contra la naturaleza y no se logrará fácilmente sin aprendizaje.

La carne y la sangre no tiene capacidad en estas cosas; la naturaleza no puede expulsar a la naturaleza más de lo que Satanás puede expulsar a Satanás.

2.- Las cosas espirituales están por encima de la naturaleza. Existen cosas en la naturaleza que son difíciles de averiguar y no pueden aprenderse sin estudio. ¿Cómo será entonces con las cosas divinas que están en una esfera superior a la naturaleza y por encima de toda disquisición humana? Solo el Espíritu de Dios puede iluminarlas. El apóstol llama a esto «las cosas profundas de Dios». 

El Evangelio está lleno de joyas, pero estas están cerradas a los sentidos y a la razón. Los ángeles en el cielo anhelan mirar estas profundidades sagradas (1 Pedro 1:12).

Thomas Watson

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