Romanos 6.1-14 – Muertos al pecados, vivos en Cristo
Muertos al pecados, vivos en Cristo
Rom 6:11 Así también vosotros consideraos muertos al
pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro.
Este pasaje trata sobre la relación que
extiste entre la justificación y la santificación. En este pasaje, el apóstol
Pablo responde a una pregunta que surgió en la iglesia primitiva sobre si la
gracia de Dios justifica al creyente, ¿entonces debería el creyente seguir
viviendo en el pecado? Pablo responde con un "de ninguna manera" y
explica que la justificación y la santificación están estrechamente
relacionadas.
En los vv. 1-2, Pablo establece que
la gracia de Dios no es una licencia para seguir viviendo en el pecado, sino
que es un regalo que nos libera del pecado y nos permite vivir una vida justa y
santa. En los versículos 3-4, Pablo compara el bautismo con la muerte y la
resurrección de Jesucristo. Al ser bautizados, nos unimos con Cristo en su
muerte y resurrección, lo que significa que nuestra vieja naturaleza pecaminosa
ha sido crucificada y que ahora podemos vivir una nueva vida en Cristo.
En los vv. 5-7, Pablo explica que
nuestra unión con Cristo significa que también participamos en su victoria
sobre el pecado y la muerte. En los versículos 8-10, Pablo enfatiza que la
muerte de Cristo fue una muerte al pecado, y que al resucitar, Jesús derrotó al
pecado y a la muerte de una vez por todas.
En los vv. 11-14, Pablo hace un
llamado a los creyentes para vivir en la realidad de su unión con Cristo.
Debemos considerarnos muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús.
Debemos ofrecer nuestros cuerpos como instrumentos de justicia a Dios, y no
permitir que el pecado reine en nuestra vida. En cambio, debemos ser esclavos
de la justicia y vivir una vida santa y agradable a Dios.
En resumen, Romanos 6:1-14 nos
enseña que la justificación y la santificación están estrechamente
relacionadas. La gracia de Dios nos justifica, pero también nos capacita para
vivir una vida santa y justa en Cristo. Al estar unidos con Cristo, somos
liberados del pecado y podemos vivir en victoria sobre el pecado y la muerte.
La llamada de Pablo es a vivir una vida santa y ofrecer nuestros cuerpos como
instrumentos de justicia a Dios.
Amén
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