Devocional 03 Mar – A.W. Tozer
La gran deuda
Romanos 3:25-26 a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús.
Los pecadores siempre intentan
añadir cosas para ver lo lejos que han de ir tratando con el problema del
pecado en sus vidas. Pero, si escuchan honestamente a su conciencia moral, esta
les informa que solo tienen una gran fuente de mérito fuera de ellos para poder
satisfacer sus obligaciones. Están completamente hundidos en deuda moral con el
Dios que hizo los cielos y la tierra. Todo ser humano tiene algunas cosas que le
son suficientemente buenas como para ponerlas en el fondo de sus méritos, que
no le son suficientes para pagar la deuda.
Una palabra describe al pecador. rebeldìa,
no solo contra su semejante, sino contra Dios y su reino. Supongamos que un
criminal rebelde, encerrado en una prisión, solicitase una audiencia con el rey.
Esa persona, que ha atentado contra la seguridad de todo lo que el rey simboliza,
tendría que ser perdonada antes de poder acceder. Además tendría que cambiar su
estilo de vida, porque un rebelde no puede estar en presencia de un rey.
Tambien será necesario que cambie su
ropa de prisión por una vestimenta adecuada. Solo si estuviese limpio y aseado
para la ocasión podría esperar ser presentado ante un rey.
Aunque esta ilustración es
imperfecta, representa la condición del pecador. Si él o ella han de estar en
comunión ante un Dios santo, la rebelión debe terminar. Debe haber perdón y
absolución, debe producirse una limpieza y haber nuevos vestidos de justicia.
La sangre de Jesucristo fue derramada con este propósito. El eterno Hijo de
Dios ha cumplido todo esto, el justo muriendo por el injusto, un acto
sorprendente y maravilloso de Aquel que hizo los mundos y sustenta todas las
cosas por la palabra de su poder.
A.W. Tozer
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