Devocional 9 ene - Thomas Case

La prisa por librarse

Hch 22:10  Yo pregunté: “¿Qué debo hacer, Señor?”. Y el Señor me dijo: “Levántate y entra en Damasco, allí se te dirá todo lo que debes hacer”.

En nuestros sufrimientos, necesitamos estar más preocupados con nuestra obligación que con nuestra liberación. Deberíamos considerar con seriedad que es lo que Dios desea en nuestra actual situación. No hay condición o prueba en el mundo en la que no tengamos oportunidad de ejercitar una gracia o deber especial. Desear la liberación solamente es amor por uno mismo, y algo bastante natural para el ser humano. 

En la aflicción el ser humano busca librarse y ser aliviado de su carga, y tiene más prisa por quitarse la aflicción que por ser santificado en la misma. Deberíamos sentarnos, considerar nuestros caminos, y hacer resoluciones para cosas mejores.

Alguien puede pensar: «Si tan solo Dios me sanara de esta enfermedad o me librara de esta angustia, caminaría más cerca de Él, y sería más fiel con mis obligaciones familiares. Tendría más fruto en mi conversación y haría esto o aquello». Sin embargo, esto no puede ser nada más que una artimaña de un corazón engañoso, o una tentación y trampa del diablo para ganar más tiempo, por así decirlo, de Dios; es una simple distracción para volver el corazón de nuestra obligación actual, la cual Dios espera. 

Dios quiere hacer bien al alma por la disciplina presente, y dirige al alma a discernir su objetivo. Job 34:31-32 dice «He llevado ya castigo, no ofenderé ya más; enséñame tú lo que yo no veo; si hice mal, no lo haré más».

Examinemos y pongamos a prueba nuestros caminos. Consideremos que la condición actual es la mejor para nosotros, y aprendamos, sea cual sea el estado en que estemos, a estar contentos (Filipenses 4:11). 

Regocijémonos en la tribulación (Romanos 5:3). Elevemos a Jesucristo y hagámosle glorioso por nuestras aflicciones. Pablo estudiaba más cómo adornar la cruz que cómo evitarla. Si había de sufrir por Cristo, ¡oh que Cristo no sufriera por él!. Que Cristo sea exaltado, y confiemos nuestras almas a un Creador fiel (1 Pedro 4:19).

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