Devotional 30 dic. – A.W. Tozer

Dios encarnado

Juan 1:14 Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.

El mensaje de la Navidad, cuando se despoja de sus notas paganas, es relativamente simple: Dios ha venido a la tierra en forma de hombre. Sobre este único dogma gira la cuestión del significado. ¿Vino Dios o no vino? ¿Ha venido o no? y la vasta acumulación de nociones sentimentales y prácticas románticas que se unen para elaborar la Navidad moderna, no pueden dar evidencia de lo uno ni de lo otro.

Ciertos maestros religiosos en los tiempos apostólicos se negaban a creer que Jesús era en realidad Dios venido en la carne. Estaban dispuestos a agotar el lenguaje en untuosa adulación para describir su gloriosa humanidad, pero no aceptaban nada de su deidad. Su filosofía básica les prohibía creer que pudiese existir una unión de Dios con la carne humana. Decían que la materia es esencialmente maligna. Dios, que es impecablemente santo, nunca se permitiría entrar en contacto con el mal. La carne humana es materia, por tanto, Dios no había venido en la carne.

Ciertamente, no sería difícil refutar esta enseñanza negativa. Solo se necesita demostrar el error de la premisa principal: la pecaminosidad esencial de la materia, y toda la enseñanza se cae. Pero eso sería enfrentar la razón contra la razón y llevar el misterio de la piedad fuera del ámbito de la fe, convirtiéndolo en otra simple filosofía religiosa. Entonces tendríamos el Racionalismo, solo con un fino baño de Cristianismo. ¿Cuánto pasaría antes de que se desgastase esa capa y solo tuviésemos el racionalismo?

Señor, porque te hiciste carne, entiendes mi debilidad. Supiste lo que es ser tentado más allá de lo que yo nunca experimentaré. Sin embargo, no pecaste. Tú eres el Dios hombre.

A.W. Tozer

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