Devocional 25 dic. – Charles Spurgeon

A pesar de todo, ora


Isaías 38:5 Ve y di a Ezequías: Jehová Dios de David tu padre dice así: He oído tu oración, y visto tus lágrimas; he aquí que yo añado a tus días quince años.

Hermano, ora si estás entre las fauces de la muerte y el infierno. Ora hermano, si te parece que toda esperanza está muerta. Y si no puedes poner tu dedo en pasajes de la Palabra de Dios que aparentemente te condena, ora. Ya sea que tu temor haya distorsionado esos amenazadores pasajes o no, y aunque muchos de ellos te miren mal, ora. Perece con tu mano en el cuerno del altar si has de perecer.

Nunca creas que tu caso es completamente desesperanzado si puedes seguir rogando a Dios. No puede venir ningún daño por tu súplica, pero el bien si vendrá de ella de una forma u otra. Si Dios no prolonga la vida en respuesta a la oración, como puede que no haga con frecuencia o si no nadie moriría, aun así Él puede dar una mayor bendición que una existencia continuada en la tierra. Y si es una mayor bendición a juicio de Dios, es mejor para nosotros recibirla que tener lo que anhelábamos.

Ora sin cesar en todo caso. El trono de misericordia estuvo una vez tras el velo, donde nadie podía acercarse excepto en una temporada establecida del año; pero ahora el velo ha sido rasgado de arriba abajo, y puedes entrar en él cuando quieras. Por tanto te encomiendo que te acerques confiadamente al trono de la gracia celestial en todo tiempo de necesidad; sí, acércate en la noche más oscura, y en el invierno más frío. Acércate cuando Dios parezca haber olvidado tener gracia, y cuando pienses que ya no seguirá siendo favorable.

«Han de orar siempre y no desmayar». Ora a los dientes de la dificultad, ora a través de lo imposible que parece obstaculizarte en el camino, ora en contra de la muerte y el diablo, ora como Manasés en la profunda mazmorra, y como Jonás en el vientre del infierno. Ora en contra de la conciencia y la razón carnal.

Iba a decir que ores incluso contra tu aterradora interpretación de la palabra de Dios misma, porque seguramente la habrás leído mal si has pensado que te prohíbe orar. No puede ser así, porque el glorioso memorial de Jehová es que Él es el Dios que escucha la oración. Nunca ha dicho a la simiente de Jacob: en vano buscas mi rostro. Él puede decir: «Morirás, y no vivirás», e incluso así puede declarar después: «he escuchado tu oración, y he visto tus lágrimas, mira, añado a tus días quince años». Él será favorable a la voz de tu súplica.

Charles Spurgeon

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