Devocional 25 dic. – Charles Spurgeon
A pesar de todo, ora
Hermano,
ora si estás entre las fauces de la muerte y el infierno. Ora hermano, si te
parece que toda esperanza está muerta. Y si no puedes poner tu dedo en pasajes
de la Palabra de Dios que aparentemente te condena, ora. Ya sea que tu temor
haya distorsionado esos amenazadores pasajes o no, y aunque muchos de ellos te
miren mal, ora. Perece con tu mano en el cuerno del altar si has de perecer.
Nunca
creas que tu caso es completamente desesperanzado si puedes seguir rogando a
Dios. No puede venir ningún daño por tu súplica, pero el bien si vendrá de ella
de una forma u otra. Si Dios no prolonga la vida en respuesta a la oración,
como puede que no haga con frecuencia o si no nadie moriría, aun así Él puede
dar una mayor bendición que una existencia continuada en la tierra. Y si es una
mayor bendición a juicio de Dios, es mejor para nosotros recibirla que tener lo
que anhelábamos.
Ora
sin cesar en todo caso. El trono de misericordia estuvo una vez tras el velo,
donde nadie podía acercarse excepto en una temporada establecida del año; pero
ahora el velo ha sido rasgado de arriba abajo, y puedes entrar en él cuando
quieras. Por tanto te encomiendo que te acerques confiadamente al trono de la
gracia celestial en todo tiempo de necesidad; sí, acércate en la noche más
oscura, y en el invierno más frío. Acércate cuando Dios parezca haber olvidado
tener gracia, y cuando pienses que ya no seguirá siendo favorable.
«Han
de orar siempre y no desmayar». Ora a los dientes de la dificultad, ora a
través de lo imposible que parece obstaculizarte en el camino, ora en contra de
la muerte y el diablo, ora como Manasés en la profunda mazmorra, y como Jonás
en el vientre del infierno. Ora en contra de la conciencia y la razón carnal.
Iba a decir que ores incluso contra tu aterradora interpretación de la palabra de Dios misma, porque seguramente la habrás leído mal si has pensado que te prohíbe orar. No puede ser así, porque el glorioso memorial de Jehová es que Él es el Dios que escucha la oración. Nunca ha dicho a la simiente de Jacob: en vano buscas mi rostro. Él puede decir: «Morirás, y no vivirás», e incluso así puede declarar después: «he escuchado tu oración, y he visto tus lágrimas, mira, añado a tus días quince años». Él será favorable a la voz de tu súplica.
Charles Spurgeon
Dios es bueno
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