Devocional 19 dic. – Thomas Case

El Dios que da vida a lo muerto

Filipenses 4:7 Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.

La vida de fe es la única vida segura. Sus fortalezas son inexpugnables. Confía siempre en el Señor, porque en Él está la fortaleza eterna.

Los siglos pasan, pero el Señor nuestra Roca permanece para siempre. Aquel que hizo llover el maná en el desierto, nos dará pan; aquel que sacó el agua de la roca, será una fuente que nunca fallará. El trabajo de la fe es orar por lo que necesita y dar gracias por lo que tiene. La fe utiliza medios, pero confía en Dios. Cuando no existen medios para usar decimos, «Aunque la higuera no florezca ni en las vides haya fruto… yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación» (Habacuc 3:17-18).

La fe puede vivir alimentándose de Dios cuando hay hambruna en toda la creación. La paz de Dios guarda el corazón de todas las sorpresas del temor y la tribulación. Así como la fe disfruta de Dios en todas las cosas en la mayor abundancia, también puede disfrutar de todas las cosas en Dios, aún en su más profunda necesidad.

En 2 Corintios 1:8, Pablo describe sus problemas en Asia: «fuimos abrumados sobremanera más allá de nuestras fuerzas, de tal modo que aun perdimos la esperanza de conservar la vida». «Pero», dijo, «tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para que no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos». Si Dios puede resucitar a los muertos, puede vencer hasta la mayor dificultad. Puede dar vida a hombres muertos, vida a esperanzas muertas, y levantar nuestras expectativas de la tumba de la desesperación. Puede dar vida a los huesos muertos y a la fe muerta.

Somos criaturas orgullosas y llenas de confianza en nosotros mismos, pero Dios, por extrañas e inesperadas providencias, cubre nuestro camino con espinos. Nos lleva a desesperar incluso de la vida y nos pone bajo sentencia de muerte, para que no confiemos en nosotros mismos, sino en aquel que resucita a los muertos. Nos pone cabeza abajo por la desesperación, nos muestra lo niños y necios que somos en nosotros mismos, para que no conozcamos nada sino Dios. ¡Ve adelante en las fuerzas del Señor!

Thomas Case

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