Servicio dominical + Ro- 1:18-32
La ira de Dios sobre los gentiles
Ro.
1:18 Porque la ira de Dios se revela
desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen
con injusticia la verdad;
En
el pasaje anterior Pablo estaba pensando en la relación con Dios en que el
hombre puede entrar mediante una fe que es absoluta confianza y entrega. En
contraste con esa relación pone ahora la ira de Dios en la que se incurre
cuando se es deliberadamente ciego a Dios y se adoran los propios pensamientos
e ídolos en vez de a Él.
Los
vv. 18-19 sirven de “encabezamiento” a esta descripción: la ira de Dios cae
sobre to dos los seres humanos que no siguen la verdad de la manera en que Dios
la ha revelado. La idea de la ira del Dios de la Biblia, trae ciertas
dificultades de comprensión, pero la
realidad es que la Biblia continuamente lo describe como un Dios que actúa en
juicio sobre el pecado.
Esta
ira no se trata de una furia emocional, sino una oposición inmutable y absoluta
a todo lo malo. Es esencial al carácter de Dios, por ser Dios, no puede ser
indiferente a que su creación sea corrompida y humillada su santa voluntad. Por
ello responde al pecado con su poderosa reacción destructora.
Pablo
expone primero cómo la ira de Dios ha venido merecidamente sobre los gentiles (vv.
20-32). Debemos ver esta sección como el estado de los gentiles en forma
general, teniendo como fondo la caída original de la humanidad en pecado. Pablo
presenta a cada persona como que ellos mismos son “Adán”, repitiendo el mismo
pecado fundamental cometido por nuestros primeros padres humanos.
Aunque
los gentiles no tienen “revelación”, como sí tenían los judíos en cuanto a las
Escrituras, ellos, no obstante, habían recibido el conocimiento de Dios en la
creación que los rodeaba. “Porque lo invisible de él (Dios) -su eterno poder y
deidad- se deja ver…” (v. 20). Pablo
deja claramente sentado que los gentiles en su tiempo, y las personas que nunca
han oído el evangelio, si han “visto” algo de Dios y de quién es Él. Pero muchas
de esas personas, no responden de manera apropiada: “en lugar de glorificar a
Dios o de darle gracias, se apartan de la verdad para abrazar la idolatría” (vv.
21-23).
Este
pasaje nos enseña el concepto de la “revelación natural”: la idea de que,
además de revelarse a sí mismo en Cristo y en las Escrituras, Dios se ha
revelado a todos a través de la naturaleza y de la historia. Tal como Pablo lo
señalan más adelante (v. 32; 2:14-16), todos los seres humanos tienen la
capacidad de recibir esa revelación porque continúan llevando la imagen divina.
Este
texto no sólo afirma este concepto, sino que enseña cuál es el resultado final
de la revelación natural no acompañada por algún otro medio de gracia: “el
rechazar a Dios”. Ninguno, aclara Pablo, puede ser salvo solo por conocer la
verdad revelada en la naturaleza. En consecuencia, como todas las personas han
recibido acceso al conocimiento acerca de Dios, entonces cuando se apartan de
él no tienen excusa alguna. (v. 20).
Este
pasaje muestra la condición de perdidos de todos aquellos que nunca han tenido
la oportunidad de responder al evangelio de la gracia de Dios, porque no puede
haber salvación fuera de la respuesta al evangelio de Cristo. Por lo tanto,
aquellos que nunca han oído ese evangelio son esclavos de su pecado y están sin
esperanza.
Sin
duda, que Dios es soberano en su forma de comunicar su gracia, así como en la
aplicación de ella, también es cierto que Él puede, decidir llevar a personas a
un conocimiento del evangelio de formas totalmente imprevistas y que nosotros
desconocemos. Pero las Escrituras enseñan claramente que Dios ha elegido hacer
conocer las buenas nuevas de Jesucristo a través del testimonio de su propio
pueblo (Ro. 10:14-15).
El
rechazo de Dios por parte de los humanos los conduce al castigo por parte de
Dios. Pablo nos dice que los gentiles hicieron un “cambio”: se apartaron de la
verdad de Dios y de sus demandas morales para dedicarse a sus propios dioses y
a sus caminos pecaminosos (v. 23; 25; 27). Por esa razón Dios los entregó (v. 24; 26; 28) al pecado que han
elegido y a las consecuencia de él. Esta acción jurídica de Dios confirma que
las personas que deciden apostar por el pecado son entregadas sus propias consecuencias.
Entre
los pecados a los cuales Dios ha entregado a las personas figuran la idolatría
(v. 25) y los pecados sexuales, especialmente el pecado de la homosexualidad (v,
24; 26; 27). En este contexto el término contra naturaleza, aplicado a la
práctica homosexual en el v. 26, define a esta práctica como una que es
contraria a la ley natural establecida por Dios para regir a todas las
personas.
Los
vv. 29-31 señalan la manera en que el fracaso humano en dar a Dios lo que a él
le corresponde ha traído sobre la raza humana males destructivos de todo tipo,
que van desde una actitud contenciosa hasta el homicidio.
El
v. 32 sugiere que el conocimiento de las cosas divinas que las personas tienen
no ha sido borrado totalmente por su “caída” en el pecado. Aunque las mentes de
los seres humanos ya no funcionan como debieran (v. 28), las personas todavía
pueden entender que las cosas que hacen merecen la pena de muerte establecida
por Dios. Sin embargo, no sólo las hacen, sino que también se complacen en los
que las practican.
En
este pasaje nos encontramos cara a cara con el hecho de que la esencia del
pecado es ponernos a nosotros mismos en el lugar de Dios.
Comentarios
Publicar un comentario