Devocional 28 nov. – Andrew Murray
Oración y ayuno
Mateo 17:21 Pero este género no sale sino con oración y ayuno.
Jesús
nos enseña que la vida de fe requiere oración y ayuno. La oración atrapa el
poder del cielo; el ayuno afloja el agarre de los placeres terrenales.
Jesús
mismo ayunó para obtener fuerzas para resistir al diablo. Enseñó a sus
discípulos que su ayuno debería ser en secreto, y que el Padre les
recompensaría en público. La abstinencia de la comida o la moderación a la hora
de ingerirla, nos ayuda a centrarnos en la comunicación con Dios.
Recordemos
que la abstinencia, la moderación, y el negarnos a nosotros mismos son una
ayuda para la vida espiritual. Después de comer de forma abundante, uno no
tiene muchos deseos de orar. Sacrificar voluntariamente nuestro placer o
deleite nos ayudará a enfocar nuestras mentes con más plenitud en Dios y sus
prioridades. La práctica misma que es necesaria para superar nuestros propios
deseos nos dará fuerzas para aferrarnos a Dios en oración.
Nuestra
falta de disciplina en la oración proviene de nuestro deseo carnal por la
comodidad y la facilidad. Gálatas 5:24 dice: » Los que son de Cristo han
crucificado la carne con sus pasiones y deseos». La oración no es una tarea
fácil. Para la verdadera práctica de la oración, para aferrarse a Dios y tener
comunión con Él, es necesario sacrificar nuestros deseos egoístas.
¿Acaso
no vale la pena el esfuerzo de negarnos a nosotros mismos diariamente para
encontrarnos con el santo Dios y recibir sus bendiciones?
Andrew
Murray.
Amén Gloria a Dios
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