Devocional 16 nov. – Thomas Manton

Un día cada vez

Salmos 68:19 Bendito el Señor; cada día nos colma de beneficios, el Dios de nuestra salvación.

Dios alimentó a su pueblo en el desierto de forma extraordinaria. Reunían maná un día tras otro. Cristo nos enseñó a orar «danos hoy nuestro pan de cada día», no este mes, o este año. Dios quiere escucharnos cada día. No quiere que estemos demasiado tiempo alejados de su compañía, sino que por una comunicación frecuente nos acostumbremos y familiaricemos a Él.

No had de dejar que pase un día sin que Dios te oiga. Tu patente solamente dura un día. Tu licitación de parte de Dios para tu bienestar y tus misericordias expirarán a menos que las renueves por medio de la oración. ¡Cuánto difieren del corazón de los hijos de Dios aquellos que están contentos con visitar el trono de misericordia solo una vez al año, como lo hacía el sumo sacerdote! Dios quiere que acudamos todos los días al trono de gracia. Nuestras misericordias no fluyen de Dios de una vez, sino que salen una hoy y otra mañana. Todas juntas son demasiado pesadas como para que nosotros las llevemos y manejemos.

Nuestras misericordias vienen en grandes números, pero Dios las distribuye por porciones para que podamos reconocerlas y ser agradecidos por ellas. Nos carga cada día para que no lo olvidemos, sino que tengamos nuevas razones para alabarle. Cada día estamos necesitados de nueva fuerza, nueva gracia, y nuevas provisiones. Cada día conlleva suficientes negocios, problemas, cuidados y cargas. No necesitamos anticiparnos y ocuparnos con el siguiente día.

Cada día tiene suficientes problemas por sí mismo (Mt 6:34). Dios no quiere que estemos demasiado cargados con las preocupaciones por el mañana, prefiere que no miremos más allá de hoy. La vida es una neblina, y no sabemos si tendremos otro día, sin embargo, tenemos inclinación a cantar nanas a nuestras propias almas: «Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate» (Lucas 12:19).

Toma un día cada vez, y acude a Dios para que Él provea abundantemente para ti.

Thomas Manton

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