Devocional 02 nov.– Alexander Smellie
Remedio para el que flaquea
Jonás 2:7 Cuando mi alma desfallecía en mí, me acordé de Jehová,
Cuando mi alma desfallece dentro de mí, recordaré a mi Señor. Ese recuerdo es la mejor de las medicinas y antídotos.
Por ejemplo, recordaré sus promesas. Esas palabras
suyas llenas de gracia. Cada una de ellas es su fuerte e incansable «Sí» en
Cristo Jesús. Son las estrellas de un cielo encendido para mi consuelo en la
noche más oscura. Son tan incontables como las estrellas, e igual de brillantes
y llenas de alegría.
Y recordaré
sus poderosas obras. En absoluto soy el primer peregrino en pasar por el valle
de sombra de muerte. Multitudes han estado en sus tinieblas y peligros antes
que yo, y cada uno de ellos fue librado de su angustia. A mí también me
bendecirá y guardará. Hará por mí tanto como por los que han andado por este
camino antes que yo.
Y recordaré
sus gloriosos atributos. Infinito, eterno e inmutable. Sabiduría, poder,
santidad, justicia, bondad y verdad en su ser. ¡Qué multitud de
resplandecientes perfecciones! Y todas ellas se cuentan a mi favor; son mis
fuertes defensores y aliados.
Y recordaré
su experiencia. Porque, aunque sea una verdad extraña y bendita, mi Dios ha
estado fuera en la soledad antes que yo. Él ha bebido una copa mucho más amarga
que la mía. Pero hoy día viste con la corona que nunca se marchitará. Y me ha
dicho que debo seguirle a través de la tristeza y la gloria, a través de la
muerte hacia la vida.
¿No es un
recuerdo invaluable y potente el recuerdo de nuestro Señor?
Alexander
Smellie
Amén, Niestra esperanza eres Tú Señor en todas las circunstancias que nos ocurran...
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