Devocional 01 dic. – Alexander Smellie

Nada de mí, todo de ti 

 

Juan 3:30 Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe.

Así es como soy justificado y perdonado. No por el esfuerzo sin esperanza de ganar y pelear a través de mi camino al favor de Dios y la ciudad celestial, sino que miro solamente a Jesús, y me apoyo en Él completamente. Nada en mis manos traigo, solo a tu cruz me aferro.

Así es como consigo seguridad. Me veo zarandeado por la tempestad, abrumado con las dudas, acosado por temores, mientras hago un escrutinio de mi ser y mis sentimientos; pero cuando pongo mi mirada en Él, que es tan suficiente, tan perfecto, la mañana se levanta y las sombras decaen; ahí termina el invierno y aparecen las flores. Le veo como un glorioso sol que, para mi consuelo, llena mi firmamento.

Así es como crezco en santidad. Aunque ciertamente se me manda que me esfuerce en mi salvación con temor y temblor, no debe ser como si todo dependiera de mí; más bien debo estar en una fe perpetua hacia Él, en una oración perpetua a Él, que obra en mí el querer y el hacer. La batalla no es mía, sino suya. Él siembra la semilla y recoge la cosecha. Él pone el fundamento y coloca la piedra angular en su lugar adecuado.

Así es como seré glorificado al final. Mi yo se habrá desvanecido en un lugar mejor, y Cristo será todo. Seguiré al Cordero donde quiera que vaya. Encontraré mi seguridad, mi paz, mi victoria, en mantenerme muy cerca de Él. Él me será familiar, y, aun así, será nuevo cada mañana. Y descubriré en Él un tema de estudio, y me maravillaré, y adoraré, y amaré aquello que es ilimitado e insondable.

Alexander Smellie

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares