Tito 3

Deberes sociales de un cristiano

Tit. 3.1 Recuérdales  que se sujeten a los  gobernantes  y  autoridades,  que obedezcan, que estén dispuestos a toda buena obra

El apóstol Pablo continúa su carta tratando el tema de otra área de la vida cristiana, los deberes públicos y la conducta social del creyente. Existían comentarios que los cretenses tenían fama de ser insubordinados con las autoridades, predispuestos a las revueltas y guerrillas internas. Con este antecedente, Pablo enumera las cualidades que un cristiano debería mostrar.

El mismo modelo mostrado en el área familiar se repite otra vez en este tema. Comienza diciéndole a Tito que debía recordárselas a los creyentes. Esto implica que no eran nuevas enseñanzas,  sino mensajes que el propio Pablo ya las había impartido estando en Creta.

Por un lado, les resalta la importancia de como maestros tenemos,  al recordar a la iglesia las enseñanzas una y otra vez, ya que como seres humanos somos dados a olvidar las instrucciones divinas, dado los antecedentes. Por otro lado, la tarea de “recordar” las enseñanzas ponía el énfasis en que el maestro cristiano debía vencer la tentación de no impartir las ideas reales del evangelio, que los podía conducir a desviarse de la verdad. Que como ministros conscientes de la responsabilidad de transmitir la sana doctrina, habían  de esforzarse por presentar las verdades vitales y frescas, sin importar lo antiguas que fueran.

La primera parte del recordatorio tiene que ver con las instrucciones para que los creyentes fueran buenos ciudadanos. Ante todo se recuerda que han de sujetarse a los gobernantes y a las autoridades (v. 1).  En segundo lugar, se debe evitar las contiendas o pleitos (v. 2). Esto no implica renunciar a mantener sus creencias y principios y defenderlos cuando fuera necesario, sino a no ser agresivo, sino tolerante y otorgar a los otros el mismo derecho a tener sus propias convicciones (v. 2).

En  el v. 3 Pablo les señala que parte de la motivación para que el cristiano se comporte responsablemente en su vida pública era reflexionar sobre el cambio que había experimentado. El hecho de que el creyente recuerde su condición anterior como esclavo del pecado, provee la base para que cumpla las expectativas dictadas por Dios. Así, su obediencia sería por gratitud y amor al recordar en contraste cómo había llegado a ser su vida transformada por la obra redentora de Cristo Jesús.

En los vv. 4-7 Pablo menciona lo que la bondad y el amor de Dios habían hecho para contrarrestar el incremento del odio del mundo natural. El foco primario del amor de Dios estaba en la venida y misión de Cristo, pero en este contexto el énfasis está en la experiencia cristiana del amor. Al hablar de Dios como nuestro salvador, Pablo podía contrastar a Dios con el emperador a quien en ese tiempo, algunas veces le fue dado el título de salvador.

Además, Pablo también aclara que esta salvación es otorgada al ser humano no por buenas obras, sino por la misericordia divina (v. 5) y que le ha justificado por su gracia (v. 7). De este modo, la salvación lograda por la misericordia de Dios enfatiza que tiene su origen en él, ya que la raza humana no puede salvarse a sí misma. Por otro lado, la justificación por su gracia pone el énfasis en que esa salvación se otorga al ser humano, a pesar de ser culpable y de no merecerla.

En los vv. 8–11Pablo incluye una vez más su frase característica en las epístolas pastorales: Fiel es esta palabra. De manera que Tito puede cumplir su tarea de enseñar con la confianza de que lo que el Apóstol había venido indicando era digno de confianza, en especial las bases teológicas que había establecido sobre la doctrina de la salvación. De este modo, si se está convencido de la veracidad de la fe cristiana, se han de enfatizar sus aspectos verdaderos y se han de evitar los errores.

De este modo, el Apóstol puede concluir que estas cosas son buenas y útiles a los hombres, es decir, no solo las buenas obras, sino toda la enseñanza previa sobre la salvación que puede ser evidente a todo ser humano, mediante la conducta y el testimonio de los creyentes.

De manera que las verdades aceptadas y vividas por los cristianos no solo son buenas en sí mismas, sino de beneficio a toda persona que las acepte.

A continuación, el apóstol Pablo repite su advertencia para evitar los errores a los que había aludido desde el principio de su carta (1:10–14). La descripción detallada de estos errores refuerza la idea de que eran de origen judío. Ya había mencionado que los creyentes cretenses estaban expuestos a falsas enseñanzas “especialmente de los de la circuncisión” (1:10) y que tenían que ver con “fábulas judaicas... mandamientos de hombres” (1:14). En esta recomendación final, el Apóstol añade que se debía evitar discutir sobre genealogías y sobre la ley (vv. 9-11).

Como era común, el apóstol Pablo procede a concluir su carta con algunos asuntos completamente personales. En este caso, comparte sus planes de enviar a alguno de sus colaboradores a Creta, a fin de sustituir a Tito como encargado de la obra. Esto permitiría que Tito pudiera viajar y pasar la temporada invernal con el apóstol en un lugar llamado Nicópolis. Pablo menciona que podría enviar a Artemas o a Tíquico para hacerse cargo del trabajo entre los cretenses (vv. 12–14).

Al final de su carta, Pablo escribe su despedida como es su costumbre, con palabras de afecto y de bendición (v. 15).Ante todo, se le pide a Tito que reciba sus saludos personales, así como de todos aquellos colaboradores que estaban junto a él. Pero también le pide a Tito que comparta esos saludos con los demás creyentes de Creta.

Es evidente que en esta carta el apóstol Pablo había combinado de manera armoniosa y equilibrada la teología y la ética cristianas. Las doctrinas y las prácticas cristianas deben respaldarse mutuamente, tanto en la vida de la iglesia, como en la vida familiar y social de los creyentes. Nuestras creencias cristianas deben ser la inspiración para vivir nuestros deberes como hijos de Dios. Al mismo tiempo, cuando los cristianos viven en la práctica sus deberes cristianos, las enseñanzas de la fe en Cristo se ven realzadas y recomendadas a los no creyentes por medio de ese poderoso testimonio de congruencia entre lo que se cree y lo que se vive

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