Hebreos 1.4-14

La superioridad de Jesús

Hebreos 1. 5 Porque ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Mi Hijo eres tú, Yo te he engendrado hoy, y otra vez: Yo seré a él Padre, Y él me será a mí hijo?

Si Jesucristo eternamente era Hijo de Dios, ¿cómo es posible que fue hecho…superior a los ángeles (v. 4)? El libro nos expresa la exaltación de Jesús a la diestra de Dios, después de que por poco tiempo fue hecho menor que los ángeles (2:9). Superior se traduce mayor y nos indica la superioridad de Jesús y el orden que él inició, a todo lo que precedía. Jesús es superior a los ángeles porque no se llama mensajero (“ángel”), sino Hijo de Dios.

¿Por qué el énfasis en los ángeles? En el primer siglo, los judíos tenían mucho interés en los ángeles. Creían que los ángeles habían traído la ley de Dios a Moisés en el monte Sinaí. También pensaban que ellos  se encargaban de la administrar las naciones del mundo. El libro de Hebreos replica que el Mesías no está sujeto a ningún ángel.

Los judíos sentían que Dios estaba muy lejos de ellos, y por lo tanto fue natural que buscaran mediadores que pudieran cubrir la distancia entre el hombre y Dios. Esta tendencia de buscar mediadores o intercesores delante de Dios se ha manifestado también en otras ocasiones a lo largo de la historia religiosa de la humanidad. Los hombres han construido imágenes en su deseo de traer más cerca al Dios trascendente.

Si bien es cierto que nuestro pecado ha aumentado nuestra distancia de Dios, no es menester buscar un mediador que interceda ante Dios. Es que Dios mismo cubrió la distancia cuando mandó a su Hijo a tomar la naturaleza humana. El Hijo nos ofrece un acceso a Dios incomparablemente superior a cualquier medio que el hombre pueda concebir.

En los vv. 5–13, el libro nos presenta siete citas del AT que comprueban la superioridad del Hijo a los ángeles. La primera y segunda cita, hablan de la relación entre el Padre y el Hijo. La tercera y la cuarta describen el deber y la naturaleza de los ángeles, mientras que la quinta y la sexta ensalzan la eterna majestad del Hijo. La última combina este tema de la majestad con el de su relación con el Padre.

En el v. 5, cita el Salmo 2:7. Aunque a los ángeles como un grupo se les llama hijos de Dios (Gén. 6:2), ningún ángel es llamado “hijo de Dios” en singular. La segunda cita es de 2 Samuel 7:14, donde se muestra la promesa de Dios a David acerca de su hijo Salomón, pero los judíos esperaban un cumplimiento más pleno de la profecía en otro descendiente de David. A ningún ángel hizo Dios una promesa semejante.

Introducir al Primogénito en el mundo (v. 6) puede referirse al nacimiento de Jesús, a su exaltación, y su segunda venida. En el AT el primogénito era dedicado al Señor (Éxo. 13:2). Esta tercera cita corresponde a Deut. 32:43 y Salmo 97:7, en estas la adoración se dirige a Jehová. En este libro de reafirma que el Hijo merece igual honor con el Padre, y lo dicho de Dios se puede aplicar a Jesucristo, porque es Dios igualmente con el Padre.

En el v. 7, cita el Salmo 104:4. Acá se señala el contraste radical entre esta descripción de los ángeles como servidores mudables y aun perecederos, y la del Hijo en las citas que siguen, como rey eterno.

El Salmo 45:6-7, aplicado a un rey en su coronación, sirve para describir el reino eterno de Jesús (vv. 8-9). No es servidor, sino rey. Si los ángeles también reinan, como pensaban los judíos del primer siglo, Cristo es superior a ellos y a todos los demás reyes, sus compañeros. Y él no es una creación que pueda cambiar o dejar de existir, sino un rey eterno. Se le llama Dios.

El Salmo 102:25–27 confirma la eternidad del Hijo (vv. 10–12). Existió antes de la creación del universo y existirá después de su destrucción. Los ángeles son parte de la creación, pero el Hijo podría descartar esta creación y hacer otra como él quiera.

El v. 13 cita el Salmo 110.1, un Salmo que resalta la superioridad del Hijo a los ángeles. La diestra de Dios es el lugar de suprema autoridad en el universo. Ningún ángel ha recibido una invitación para sentarse en el trono de los cielos, pero el Hijo está sentado allí por invitación divina.

De modo que el Hijo, y no los ángeles, ocupa el lugar supremo de autoridad (v. 14). Estos son servidores, un puesto por definición inferior al Hijo. Su servicio a Dios favorece a los que recibirán la salvación: Nosotros, los que profesamos al Hijo como Señor.

Los ángeles no son nuestros señores, sino siervos de Dios que él ha mandado para ayudarnos en poseer nuestra herencia.

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