Hebreos 1.1-4 - La preeminencia de Jesucristo.
HEBREOS
Heb. 1.1-2 Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo;
Esta
epístola es denominada “La preeminencia de Jesucristo”. Jesucristo es superior
y preeminente a todos y a todo.
Conocer
el libro de Hebreos es conocer en parte el libro de Levítico, porque Hebreos tiene su base en los principios
del sacerdocio levítico, donde se reflejan los símbolos ceremoniales.
AUTOR
La
epístola fue escrita por un autor desconocido. Algunos dicen que la escribió
Pablo, otros dicen que fue Apolos y otros, que fue Pedro, y algunos dicen que
fue tal o aquella persona. Sabemos que fue escrita por un creyente, bajo inspiración,
a un grupo de judíos sufrientes y perseguidos en alguna parte, fuera de Israel.
Orígenes, dijo simplemente: “nadie sabe”. El propósito del libro es exaltar a
Cristo y su autor el Espíritu Santo; al que sí conocemos.
TIEMPO
Esta
carta se escribió cerca del 70, quizás en el 65. Muchos estiman que cerca del
67-69 d.C., antes de la destrucción de Jerusalén por Tito en el año 70 d.C.
DESTINATARIO
Como
no hay referencia a los gentiles en el libro, ni se mencionan problemas entre
gentiles y judíos en el seno de la iglesia, entonces esta carta iba dirigida estrictamente al pueblo judío. Este grupo de
hebreos estaba seguramente esparcido por toda la región externa a Judá. La carta también está dirigida a incrédulos
que eran parte de la comunidad judía. A
diferencia de otros judíos, ellos nunca escucharon hablar de Jesús, no tenían
los escritos del NT como testimonio, porque no se habían unificado aún. Lo que sabían
de Cristo y su evangelio lo habían aprendido de creyentes, o algún apóstol o
profeta.
La
carta se dirige a tres grupos en esta comunidad judía.
Grupo I: Hebreos creyentes
Era
la comunidad de judíos creyentes en el Señor Jesucristo, que habían nacido de
nuevo y habían recibido a Jesucristo como su Mesías y Salvador personal, y se
habían hecho sus seguidores. Esto les había traído hostilidad, persecución y
sufrimiento por parte de su propio pueblo. A raíz de esto se llenaron de una gran
desconfianza en el evangelio.
Estaban
en peligro de volver a los patrones y normas del judaísmo; llegaron a confundir el evangelio con las ceremonias y el
legalismo del judaísmo, debilitando así su fe y su testimonio. Adoraban aun el ritualismo
del templo. Por esa razón el Espíritu les habló tanto acerca del nuevo
sacerdocio, el templo nuevo, el sacrificio nuevo y el santuario nuevo, todos
estos mejores que sus versiones antiguas.
Grupo II: Hebreos no creyentes convencidos intelectualmente
Es
el grupo de personas que han oído la verdad de Jesucristo y están
intelectualmente convencidas de que Él es de verdad quien dijo ser, pero no
están dispuestos a hacer un compromiso de fe en Él. Creían que Jesús era el
Cristo, el Mesías al que se referían las Escrituras judías (AT), pero no
estaban dispuestos a recibirlo personalmente como su Señor y Salvador.
Grupo III: Hebreos no creyentes
En
este libro el Espíritu Santo no habla solamente a los cristianos para
fortalecer su fe, o a los convencidos intelectualmente para empujarlos hacia la
línea de la fe salvadora; también habla a quienes no habían creído en absoluto,
a quienes aún no están convencidos de ninguna parte del evangelio. Busca
mostrarles con claridad que Jesús es quien dijo que era.
Estos
son los tres grupos que la epístola tiene en perspectiva. La clave para
interpretar cualquier parte de Hebreos es entender a qué grupo se está
dirigiendo. Si no lo entendemos, podemos confundir las cosas.
Preeminencia de Cristo
Sin
ningún preámbulo, el libro inicia mostrando su propósito. Afirma que Jesús, el
Hijo de Dios, es la revelación final de Dios, superior a toda revelación
anterior..
Es
esencial en el pensamiento judío el
hecho de que “Dios…ha hablado”, en otras palabras, no ha dejado al hombre
ignorante de su naturaleza o de su voluntad. Dios es un Dios que se revela, que
quiere que lo conozcamos. Constantemente está hablando, buscando al hombre,
dándose a conocer. Porque Dios ha hablado podemos tener una relación personal,
y podemos entender la naturaleza de su creación, y su propósito para nosotros.
Pero
ahora, ha dado su revelación final. La revelación completa del Hijo, diferente
a aquellas que se dieron en otro tiempo, pero esta llegó en el momento crítico
cuando Dios finalizara los tiempos, donde traerá la bendición escatológica y el
juicio.
Seguidamente
enumera siete hechos acerca del Hijo.
1. Dios lo hizo heredero de todo. Hay
solamente un Hijo, y su control se extiende a todo. No debemos entender
heredero en el sentido de recibir una herencia cuando muere su dueño. El
trasfondo de la expresión es del AT, en el cual el hijo mayor tenía la
autoridad sobre toda la hacienda del padre. Ya que la hacienda de Dios es toda
la creación, el Hijo es Señor de todo. (Sal. 2:7).
2. Por medio de él, Dios hizo el universo.
Dios dispuso de antemano que el propósito de la creación era sujetarse al Hijo
como su Señor (el heredero). Es propio, entonces, que el Hijo sea su agente en
la creación. (Jn 1:3; Coloc.1.16)
3. Es el resplandor de
su gloria. La idea
aquí es que el Hijo tiene en sí la misma naturaleza gloriosa del Padre. Si Dios
es luz, el Hijo es la misma luz brillando en este mundo. Es imposible separar
el resplandor de la luz, y es solamente por medio del resplandor que vemos la
luz. (Jn.8.12)
4. Es la expresión exacta de su naturaleza. Esta expresión se refiere a la
impresión que deja el troquel en una moneda. Acá se enfatiza la correspondencia
exacta entre la naturaleza del Hijo y la del Padre: El que me ha visto, ha
visto al Padre (Jn. 14:9). Esta figura declara el misterio de la Trinidad: la
unidad y la distinción de las personas divinas.
5. Sustenta todas las cosas. El Hijo creador también lleva todo a
su cumplimiento. En él todas las cosas subsisten, no sólo mantiene en
existencia, sino dirige, guía y lleva todo hacia la meta del Creador (Colos 1:17). El Hijo lo hace con la
palabra de su poder. Según Génesis, la creación se efectuó por el simple hablar
de Dios. Así también la palabra es el instrumento para sostener y perfeccionar
la creación. La palabra de Cristo tiene poder y logra su fin.
6. Hizo la purificación de nuestros pecados. El libro pasa de la naturaleza
eterna y de la obra creadora de Jesucristo a su acción terrenal para los
hombres. Con su muerte en sacrificio Jesús nos limpió de los pecados que hacían
imposible que entráramos a la presencia de Dios. Es el mismo Creador que nos
purifica en la cruz del Calvario. También, el Cristo crucificado es el que
sustenta todas las cosas. Por tanto, la redención/purificación es obra de Dios más
importante en toda la historia humana.
7. Se sentó a la diestra de la Majestad en las
alturas. La posición
a la diestra de un monarca oriental era el lugar de sumo honor y poder. La
Majestad significa Dios. El asiento a la diestra de Dios es el trono del
universo. Después de su sacrificio Jesús ha alcanzado la posición de Señor de
todos (Sal. 110:1).
De
esta manera, Hebreos define su tema y describe con siete frases sublimes la
superioridad de Jesucristo a cualquier otra persona. Servir a tal Señor tiene
que ser superior a cualquier otra creencia o religión, aun a la que dio Dios en
el AT.
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