Devocional 18 mayo - Samuel Ward

La bienaventuranza de hacer

Juan 13:17 Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis.

Este texto da vida a todos los demás. El Gran Pastor está haciendo sonar una campana que acaba con todas las demás. Es el clavo final que apuntala sus anteriores consejos. La felicidad se encuentra en el hacer, no solo en escuchar la Palabra de Dios. Somos hechura suya, creados, no para el conocimiento, sino para buenas obras.

La Escritura dice poco acerca del aprendizaje de los apóstoles, pero mucho de sus actos. Moisés era un hombre “poderoso en hechos y en palabras”; Cornelio era «un hombre temeroso de Dios, que daba muchas limosnas»; el centurión era digno de favor, porque “nos ha construido una sinagoga”; Dorcas hacia túnicas para los pobres, Gayo era hospedador de la iglesia, y así sucesivamente. Sus obras les seguirán en el gran día; “Venid benditos de mi Padre, porque estuve desnudo y me vestisteis”. Dios es bendecido por tales hombres, y tales hombres serán benditos de Dios.

Las palabras no son sino viento, y, como un barco en el mar, no dejan impresión. Pero los actos se pueden notar. Mónica, la famosa madre de San Agustín, enseñó a las mujeres distinguidas que eran vecinas suyas cómo había ganado para el Señor a su perverso esposo. “Es porque”, dijo ella, “observé su mente y le agradé en todas las cosas que no importaban. Fui paciente en sus enfados, le di contentamiento en su dieta y atención, y así le hice primer de Dios, y luego mío poco a poco”. Esta forma de actuar debería ser la empleada por los predicadores, y convertirían multitudes. Cuanto más saben las personas, y menos hacen, más deshonran a Dios. ¡

Oh, hagamos las obras de verdaderos cristianos, y que tanto Dios como los hombres nos aprueben! No nos contentemos con el trabajo más fácil y más barato. Cada mañana, al planear tus asuntos, reconoce tu propia incapacidad y encomiéndate a la obra de su gracia en deseo y actos. Pídele a Él ayuda, para que Cristo pueda vivir por medio de ti.

Samuel Ward