Tito 2

Sana doctrina

Tit 2:1 Pero tú habla lo que está de acuerdo con la sana doctrina. 

Luego de las enseñanzas sobre la vida congregacional, en las que se instruye a Tito que termine de organizar las iglesias en Creta estableciendo ministros idóneos, que contribuyan en contrarrestar a los falsos maestros, que los estaban contaminando con doctrinas y prácticas equivocadas, el Apóstol encomienda otra tarea a su discípulo. Pablo inicia las instrucciones invitando a Tito a seguir la enseñanza de la sana doctrina (v. 1), en contraste con los maestros propagadores del error.

La doctrina sana sería sólida y armoniosa entre sí, sin nada que le falte, ni distorsione. Debería ser completa y saludable y congruente entre lo que se cree y  lo que se vive. De acuerdo con esto, Tito tenía que enseñar la teoría con la práctica. En otras palabras, en el cristianismo la teología es inseparable de la ética o la doctrina cristiana está ligada a los deberes cristianos.

Seguidamente da instrucciones para cada integrante de la familia, los adultos mayores, los adultos más jóvenes y aun los esclavos, que en ese tiempo eran considerados miembros de la familia.

El primer grupo a considerar eran los ancianos. Aquí la instrucción de exhortar a los ancianos, a quienes menciona de primero en la familia. Para ese tiempo se consideraban inútiles e inservibles. Sin embargo, en la familia cristiana cada integrante era valorado a la luz del amor de Dios y su poder transformador.

En cuanto a los hombres mayores, les debe animar a ser sobrios, serios y prudentes (v. 2). Acá el énfasis apunta a que siendo personas de edad avanzada, se espera que la experiencia les haya enseñado a reconocer cuales eran los verdaderos valores en la vida, y el costo de excederse en algo que no valía la pena. También les anima a que se comportaran de la manera correcta, a tomar muy en serio el propósito de Dios para su vida, de modo que su conducta sea digna y respetable.

Otro rasgo era que debían ser prudentes, es decir, a tener dominio propio. La idea es que las personas mayores, con el paso de los años, han adquirido la capacidad de gobernar sus instintos y pasiones de manera que saben refrenarse y muestran madurez en sus juicios y conducta.

De igual manera Pablo señala que se había de animar a las ancianas (vv. 3-4). En las iglesias del NT se otorgaba una posición de honor y de responsabilidad a las mujeres adultas, en contraste a la idea de que Pablo negaba la participación de las mujeres en la iglesia. Esta situación nos enseña que en la biblia todo debe entenderse en su contexto y debe cuidarse el hacer aplicaciones generalizadas.

Pablo  les anima a que sean reverentes en su conducta. Las mujeres mayores debían mostrar en su vida diaria un comportamiento semejante al que tendrían como sacerdotisas en el templo, que como mujeres piadosas mostraran su carácter cristiano, que redundará en respeto por las generaciones jóvenes al recibir sus enseñanzas. Además las invita a evitar dos prácticas inmorales con las que a veces eran asociadas las mujeres mayores: la calumnia y el vino.

Es evidente que no habría peor combinación en la conducta de las mujeres mayores que emborracharse y dedicarse al chisme. Sin embargo, la invitación era a tener templanza y autocontrol. La recompensa sería  la enseñanza  y entrenamiento de las mujeres más jóvenes, no solo de su propia familia, sino de la iglesia o comunidad.

Su propio ejemplo de piedad (v. 3) daba a las mujeres ancianas el derecho y la credibilidad para instruir a las mujeres más jóvenes a amar a sus maridos de manera incondicional (v. 4). Se trata de la voluntad de Dios y no de la dignidad del marido.

También tenían que ser discretas y puras, cuidadosas de su casa (v. 5). Mantener con excelencia un hogar piadoso para el esposo y los hijos es una responsabilidad de la mujer cristiana que no es susceptible de negociación. Para que una persona se convenza de que Dios puede salvar del pecado, necesita ver a alguien que vive una vida santa. Si los cristianos afirman creer en la Palabra de Dios pero no la obedecen, la Palabra es deshonrada. Muchos han escarnecido a Dios y su verdad a causa de la conducta pecaminosa de los que afirman ser cristianos.

En forma similar a las instrucciones para las mujeres jóvenes, se entiende que también se había  de dar instrucción a los varones jóvenes (v. 6).  Pablo coloca más énfasis en el ejemplo de Tito (v. 7), como ministro del evangelio, aunado a las responsabilidades que descansaban sobre él, debía mostrar integridad y seriedad, especialmente en la manera de hablar.

De modo que la recomendación urgente a los jóvenes de cultivar este dominio propio era comprensible, sobre todo si se toma en cuenta que en la juventud se enfrentan múltiples peligros. Cuando se es joven, las pasiones y las tentaciones son más difíciles de controlar. No es fácil mantener el estándar de comportamiento cristiano y mantener bajo control el temperamento, los apetitos del cuerpo, incluyendo los sexuales.

Además, cuando se es joven es fácil cometer errores, no solo intencionalmente por falta de este control, sino por falta de experiencia. De modo que se llama al joven a ejercitarse en esta disciplina del autocontrol para guardarse contra las desviaciones tanto de sus propias inclinaciones como de las costumbres pecaminosas que lo rodean en el mundo.

Finalmente, la enseñanza mostrada por Tito debía ser sana e irreprensible (v. 8). Toda palabra de Tito, fuera enseñanza formal o en su conversación cotidiana, debía manifestar solidez. Su palabra y mucho más su doctrina debía ser verídica y completa, sin fallas, sin nada que se pudiera censurar.  Tito al igual que todo ministro cristiano, debería comunicar el mensaje del evangelio y no sus propias ideas.

Luego de esta sección, Pablo introduce el tema de la conducta de los esclavos hacia sus amos. El apóstol les recomienda  que no fueran respondones (v. 9). Esto tiene que ver con la actitud con la que debían cumplir con sus tareas. Se refiere al respeto que se debía mostrar al procurar complacer a sus empleadores mediante un servicio consciente y sin murmuraciones a sus espaldas, es decir que no lo hicieran a regañadientes o quejándose. La idea es servir con el deseo de complacer y con buena disposición sin oponer resistencia.

Además, los esclavos cristianos debían de ser honestos y confiables. Algunos esclavos podrían verse tentados a retener secretamente parte de las posesiones de su amo justificándose que así se compensaba el abuso de  la esclavitud. Sin embargo, la recomendación es que fueran honestos y leales para con sus amos (v. 10).  Así, serían dignos de toda confianza y desde luego su carácter también sería un fuerte testimonio de su fe en Cristo.

En los vv. 11-14  Pablo da las bases doctrinales o teológicas de los requerimientos éticos mencionados en los vv. 9-10.  En el v. 11 el Apóstol resume por qué los cristianos, sin importar su edad y su condición social, como era el caso de los esclavos, debían mostrar en su vida su posición de redimidos. La razón era la gracia salvadora de Dios, que enfatiza el favor inmerecido y gratuito de Dios a favor de la humanidad, a fin de salvar a todo ser humano mediante la obra redentora de Jesucristo.

En segundo lugar, la gracia de la que habla el Apóstol es la maestra de una vida cristiana sabia. Según el v. 12, la gracia nos enseña, en otras palabras, el entendimiento que se tiene de la gracia como la obra de Dios por medio de la cual se obtiene la salvación, debe complementarse con la idea de que la gracia es la que se encarga del entrenamiento del discípulo, de modo que todos los creyentes podemos considerarnos aprendices en la escuela de la gracia divina.

La gracia como maestra del creyente, además de enseñarle cómo ha de ser su vida cristiana y de habilitarle con el poder para practicarla, también le capacita para que al vivir esa clase de vida, lo haga aguardando la esperanza bienaventurada (v. 13).  Un futuro en el que se anticipa la manifestación de la gloria del gran Dios y Salvador nuestro Jesucristo.

El v. 14 añade que se manifestará la gloria de quien previamente sufrió y murió, en referencia a su primera manifestación.

Finalmente, luego que el apóstol Pablo ha hecho el llamado a los creyentes para vivir en el presente vidas cristianas que honren a Dios, basado en la expectativa futura de la segunda aparición del Señor Jesucristo, añade también la obra redentora que en el pasado ha sido efectuada por Cristo Jesús.

El apóstol Pablo termina este capítulo como la inició, enfatizando la tarea que le estaba encomendando a Tito. Su enfoque lo dirigió a las principales tareas de todo predicador, maestro o líder cristiano.

En primer lugar, hace referencia a su función de proclamación que debe ser constante y en todo lugar. Su hablar debía estar basado en la Palabra de Dios y no desviarse en temas y asuntos irrelevantes o discusiones vanas.

Enseguida, exhorta se puede traducir también como “amonesta” o “anima”. El predicador o maestro cristiano debe anunciar el mensaje de que el ser humano es pecador, pero con esperanza. Es decir la gracia salvadora supera el poder del pecado.

Y por último lo invita a reprender. Este verbo indica llevar a las personas un sentido de convicción de su pecado o de sus errores. Es decir que, si hay personas que están errando en sus creencias y en su conducta, es deber del ministro llamarles la atención.

Finalmente, Pablo dice a Tito que todas estas tareas las había de cumplir con toda autoridad. Esto no significa enseñorearse de las congregaciones que sirven. Este concepto debe entenderse de acuerdo al contexto, como la autoridad dada por Cristo al ministro, ya que en sí mismo no tiene ninguna, sino solo la que le ha concedido su Señor al enviarlo como su embajador o representante. La autoridad está basada en la enseñanza apostólica y debería capacitar a Tito a resistir las pretensiones de otros de despreciarlo.

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