Tito 1

Tito

Tit 1:4  a Tito, verdadero hijo en la común fe: Gracia, misericordia y paz, de Dios Padre y del Señor Jesucristo nuestro Salvador. 

Esta epístola se nombra de acuerdo a su destinatario, Tito. Esta carta fue escrita entre el 62 – 64 d.C., mientras Pablo ministraba a iglesias en Macedonia entre su primer y segundo encarcelamiento  romano, desde Corinto o desde Nicópolis (3:12). Es muy probable, que Tito sirvió con Pablo tanto en el segundo como en el tercer viaje misionero. La última mención de Tito por parte de Pablo (2Ti. 4:10) reporta que él había ido para ministerio en Dalmacia, la antigua Yugoslavia. La carta probablemente fue entregada por Zenas y Apolos (3:13).

Tal como las dos cartas de Pablo a Timoteo, el apóstol da aliento y consejo personal a un joven pastor quien, aunque bien entrenado y fiel, enfrentó oposición continua por parte de hombres impíos dentro de las iglesias en las que ministró. Tito tenía que comunicar ese aliento y consejo a los líderes que tenían que establecer en las iglesias cretenses

Pablo inicia presentando su saludo describiéndose como siervo de Dios (vv. 1-4). Pablo muestra aquí que el propósito de su apostolado era una combinación de fe y conocimiento (v. 2). Su tarea era proclamar el evangelio y reconoció que la fe y la comprensión eran la respuesta apropiada. El conocimiento necesitaba definirse con más precisión, ya que este conducía a una vida piadosa. Además, tanto la fe como el conocimiento tienen una referencia futura (esperanza de la vida eterna) como también una realidad presente.

Pablo continua afirmando que no mentía refiriéndose a Dios. Seguramente su intención era  subrayar la confiabilidad de las promesas de Dios, que desde antes del comienzo del tiempo, eran para llamar la atención de que en los propósitos eternos de Dios están arraigadas sus promesas. Pablo nunca pudo escaparse de la importancia de la predicación (v. 3) en divulgar las noticias de la acción de Dios, ni del privilegio que sintió al ser llamado a servirle de esa manera. La descripción de Tito como verdadero hijo según la fe que nos es común (v. 4) sugiere que él era muy cercano al Apóstol.

Sin más preámbulo, el apóstol Pablo empieza a tratar los asuntos por los que le está escribiendo a Tito y menciona dos razones por las que le dejó en Creta.  La primera razón fue de que pusiera en orden lo que faltase (v. 5) en relación a fortalecer los aspectos débiles del trabajo cristiano en Creta e incluso corregir errores. También estaba haciendo referencia a los aspectos que habían quedado inconclusos durante  su estancia en Creta. Una de las tareas inconclusas encargadas a Tito fue la designación de los ancianos en cada ciudad.

Pablo no daba indicación de cuántos tenían que ser nombrados, pero evidentemente ya había instruido a Tito sobre este asunto. Él estaba muy interesado en los requisitos (v. 6). Lo que se destaca era la necesidad no sólo de que fuera irreprensible moralmente, sino que tuviera una vida de hogar estable. El cambio de anciano  a obispo en el v. 7 da muestra de que no había diferencia  entre los dos oficiales.

El término obispo (administrador) se refiere a alguien que maneja las propiedades de otro para el bienestar de los seres queridos de su superior. En este contexto se trata de una persona que administra verdades espirituales y vive en representación de Dios mismo, por lo cual debe rendirle cuentas a Él.

Las cualidades mencionadas eran aquellas evidentes en la vida de un cristiano entregado.  El v. 9 deja claro cuán importante es una comprensión de la sana enseñanza para aquellos que ejercían el liderazgo en la iglesia. Era posible refutar a los falsos maestros sólo si la verdadera doctrina había sido bien comprendida. Según la opinión de Pablo los temas no debían ser confusos.

Los estándares de Dios para todos los creyentes son muy altos: su requisito para los líderes eclesiásticos es que establezcan ese modelo y den ejemplo a todos en su cumplimiento. Estos líderes no se califican con base en su habilidad natural, su inteligencia o su educación, sino con base en su carácter moral y espiritual y en su capacidad para enseñar conforme a la habilidad que el Espíritu les ha dado en su soberanía.

Nuevamente  presenta las características de los falsos maestros tal como lo refirió a Timoteo en su carta (vv. 10-16). Sin embargo se presenta un énfasis muy claro en la enseñanza judaizante. El grupo de la circuncisión y también los mitos judíos eran mencionados (v. 14). Sin embargo, la característica más evidente de los falsos maestros era lo vacío de su hablar, la tendencia a engañar, los resultados ruinosos y el incentivo del dinero (vv. 10-11).

En vista del carácter difícil de estas personas, Pablo aconseja que tomara medidas enérgicas. A ellos era preciso taparles la boca (v. 11); debían ser reprendidos severamente (v. 13) y Tito no debía prestarles atención (v. 14). Pablo creía que no valía la pena discutir con ellos, pero Tito debía concentrarse en reprenderlos a fin de que pudiesen llegar a ser sanos en la fe.

Este era un acercamiento sano y de gran valor a la hora de tratar con los que se apartan de la verdad. El v. 15 proporciona una observación más para ayudar a Tito, porque los de mente corrompida no reconocerían la pureza. Una vez que la mente estaba corrompida la conciencia rápidamente seguía el ejemplo.

Pablo se da cuenta de que los falsos maestros eran sutiles ya que tenían apariencia de ser religiosos (profesan conocer a Dios) pero sus acciones contradecían eso (v. 16). Podría pensarse que Pablo hablaba de una manera excesivamente derogatoria de ellos,  mostrando  el horror que sentían aquellos que conducían  a otros a desviarse. La importancia de una correcta comprensión de la doctrina cristiana no podía ser establecida de una forma más contundente.

Muchas personas proclaman conocer a Dios, haber nacido de nuevo. ¿Cómo podemos saber que nos dicen la verdad? No podremos saberlo a ciencia cierta en esta vida, pero un aspecto de sus vidas nos dirá rápidamente lo que ellos valorizan y notaremos si sus vidas se mantienen ordenadas alrededor de las prioridades del Reino. La forma en que vivimos dice mucho acerca de lo que creemos.

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