Nehemías 12

Los ministros de Dios

 
Neh 12:1  Estos son los sacerdotes y levitas que subieron con Zorobabel hijo de Salatiel, y con Jesúa: Seraías, Jeremías, Esdras, 

Este capítulo  proporciona información adicional sobre los sacerdotes y levitas mencionados en el cap. anterior (11:10–20). Une al sacerdocio  de varias generaciones desde Zorababel hasta Nehemías, dejando claro que todas las generaciones presentes en este tiempo, aportaron al proyecto de reconstrucción de la casa de Jehová en Jerusalén (Esd. 1:3-4). Los vv. 1–26 señalan los nexos entre estas generaciones a través de los datos genealógicos (vv. 10–23) y la repetición de nombres y funciones en las diferentes generaciones (vv. 1–9; 24–26).

En los vv. 1–9 se enumeran los jefes de los sacerdotes y levitas que retornaron a Judá unos 90 años antes que Nehemías.  Primero se enumera a los jefes de los sacerdotes (vv. 1–7). Con la excepción de Hatús (v. 2), todos los 22 nombres de esta lista aparecen también, y en el mismo orden, en los vv. 12–21, aunque algunos en forma un tanto diferente. Con la excepción de Ido (v. 4), los primeros 16 nombres, también aparecen, y en casi el mismo orden, en 10:2–8.

Los vv. 1–7 contempla los nombres de quienes retornaron con Zorobabel, pero en los vv. 12–21, trata otra generación, ya son clanes sacerdotales.  Estos eran los jefes de los sacerdotes. Los hermanos (v. 7) eran los sacerdotes que pertenecían a los clanes dirigidos por los jefes enumerados en estos versículos.

Los levitas que retornaron con Zorobabel se enumeran en los vv. 8-9. En ese tiempo Jesúa y Cadmiel, ya eran jefes de clanes (Esd. 2:40; 3:9). Los primeros cuatro nombres (v. 8) también aparecen en 10:9, 12, como firmantes del pacto en los días de Nehemías. En ese tiempo debían ser nombres de clanes. Los levitas encargados de dirigir la alabanza  eran  Matanías,  Bacbuquías  y  Uni.

La genealogía sumo sacerdotal (vv. 10-11) es una continuación de aquella que concluye con Josadac, padre de Jesúa,  en  1  Crónicas  6:3–15. 

En los vv. 12–21 se enumeran los jefes de los clanes sacerdotales una o dos generaciones después del retorno de Babilonia. Los nombres de los clanes eran los mismos nombres de los jefes sacerdotales mencionados en los vv.1–7. Esta repetición resalta que los clanes descendieron de aquellos jefes y refuerza la idea de que las dos generaciones trabajaron en el mismo proyecto.

En los vv. 22-23 se enlazan las generaciones al afirmar que los jefes del clero fueron inscritos generación tras generación desde Eliasib en adelante. Como ya no había reyes en Judá, los judíos volvieron al sistema antiguo de expresar la cronología en términos de los sumos sacerdotes. Darío el persa (v. 22) fue uno de los reyes persas.

El libro de las crónicas (v. 23) no es el mismo libro bíblico de Crónicas, sino un documento que probablemente estaba archivado en el templo. Johanán (vv. 22-23) y Jonatán (v. 11) fueron sumo sacerdotes diferentes, con nombres diferentes y de diferentes generaciones. Johanán fue hijo de Eliasib (v. 23), pero Jonatán fue su nieto (vv. 10-11).

La lista de levitas en los días de Joiaquim (v. 24) hace pareja con la lista de sacerdotes en vv. 12–21. Hasabías y Serebías también fueron nombres de jefes de familias levitas que regresaron con Esdras (Esd. 8:18-19), y Serebías fue nombre de levitas líderes en los días de Zorobabel (v. 8; 9:5).  

Matanías, Bacbuquías y Obadías dirigían las alabanzas (vv. 24-25).  Mesulam, Talmón y Acub eran los porteros del templo (v. 25). Talmón y Acub también fueron nombres de clanes de porteros en días de Zorobabel (7:45; Esd. 2:42) y de jefes porteros en tiempos de Nehemías (11:19). La responsabilidad de los porteros sobre los almacenes del templo también se menciona en 1 Crón. 26:15-17.

Los mismos jefes levitas de los días de Joiaquim también sirvieron una o dos generaciones después en los días de Nehemías (v. 26). La repetición de tantos nombres en más de una generación desde los días de Zorobabel hasta los días de Nehemías, todo un siglo, indica que fueron nombres no sólo de individuos, sino también de clanes. A la vez, la repetición sirve para enlazar todas estas generaciones en la misma misión, la construcción de la casa de Jehová en Jerusalén (Esd. 1:3-4).

La dedicación de la muralla, era el propósito central de Esdras y Nehemías. En ella se conjugan el pueblo, la ciudad de Jerusalén y el templo, las tres dimensiones de la casa de Jehová, cuya construcción había sido el tema central del libro (Esd. 1:3-4). Aquí Nehemías vuelve a hablar en primera persona (vv. 31; 38; 40). Por otro lado, también se habla mucho de otros líderes (vv. 27–29, 31– 36, 40–42).

En la preparación para la dedicación se convocó a los levitas y cantores (vv. 27–29) y se purificó a los judíos y a la muralla (v. 30). Al inicio de la reconstrucción los sacerdotes habían “santificado” el primer tramo, apartando así la muralla para el servicio de Dios. Ahora mediante la dedicación se hizo acto de entrega de la muralla  terminada a Dios, así como se había hecho con el templo reconstruido  en  una  generación  previa (Esd. 6:16-17). Fueron dos fases del proyecto de edificar casa a Jehová en Jerusalén (Esd. 1:3).

Los sacerdotes y levitas se purificaron no sólo a sí mismos, sino también al pueblo (v. 30). Esto daba a entender que todo el pueblo era santo, apartado para servir a Dios. También se purificaron las puertas y la muralla, un indicio más de que la ciudad se concebía como casa de Dios. La purificación era una preparación para un acto cultico.

Nehemías organizó dos recorridos a través de la muralla alabando a Dios (vv. 31–40). Cada recorrido se conformaba de un coro seguido por la mitad de los principales  (vv. 31-32; 38). Cada grupo de jefes tenía un líder (vv. 32; 38-40), y cada coro incluía siete sacerdotes con trompetas (vv. 33–35; 41) y ocho levitas músicos (vv. 36; 42) con su director (vv. 35: 42). En la parte de la muralla que se había excavado, la anchura permitía que caminaran filas de dos o tres personas.

Los dos recorridos partieron de un lugar entre la puerta del Muladar (v. 31) y la torre de los Hornos (v. 38). El trayecto del primer recorrido recordaba la inspección inicial (vv.2.31; 37). En aquella ocasión Nehemías había encontrado la muralla llena de brechas y las puertas quemadas (2:13), pero ahora todo era diferente. Estos recorridos también recordaba el informe de la reconstrucción de los tramos en el cap. 3 y los problemas que se superaron en el proceso (4:1–6:14).

Un recorrido se dirigió al  sur sobre  el  muro  occidental  y  luego  hacia  el  norte en el muro oriental (vv. 31–37).  La  puerta  del  Muladar  (v. 31),  o  “del  Basurero”,  estaba en el extremo sur de la ciudad en el lado occidental (2:13).

En  los vv. 33–36 Nehemías enumera algunos integrantes del primer coro. Los hijos de los sacerdotes (v. 35) eran los sacerdotes mismos (v. 28). Como trompetistas, formaban parte del coro que encabezaba el trayecto. A los sacerdotes les correspondía tocar las trompetas en la Ley de Moisés (Núm. 10:8; 31:6).

Ocho levitas instrumentistas y su director Zacarías también pertenecían al coro (12:35b, 36).  Zacarías (v. 35) era levita, descendiente de Asaf.  Esdras iba delante de la primera marcha (v. 36). Como sacerdote él encabezaba la marcha sagrada, cosa que Nehemías no pudo hacer (v. 38).  

Después de pasar el extremo sur de Jerusalén la marcha caminó hacia el norte en el lado oriental de la ciudad (v. 37). Sobre la puerta de la Fuente, las escalinatas de la Ciudad de David y la puerta de las Aguas. La casa de David era el sitio de su antiguo palacio (2 Sam. 5:11).

Entre tanto, el segundo recorrido caminó hacia el norte sobre el muro occidental, hacia el oriente sobre el muro norte y, por último, hacia  el sur  en el muro  oriental (vv. 38-39). Nehemías dirigía el grupo “del pueblo”, como gobernador, y en reconocimiento de su liderazgo en la construcción de la muralla, y aun en la reforma del pueblo.

Luego, los dos recorridos marcharon al templo, donde  se  detuvieron en el espacioso patio exterior (v. 40). Allí, alabaron a Dios con música, comieron los sacrificios y se regocijaron (vv. 41–43).  

El pueblo, juntando los diezmos y los primeros frutos, los dedicaron al uso de los levitas, a los cuales pertenecían por mandato de la ley (vv. 45-47). Los levitas hicieron otro tanto con los diezmos de ellos para los sacerdotes. Así todas las clases del pueblo desplegaron una fidelidad concienzuda en pagar los impuestos para el templo y los siervos de Dios nombrados para administrarlos.

En resumen la dedicación de la muralla en los vv. 27–43 era el punto más resaltante de los libros Esdras y Nehemías, y el v. 43  lo es en particular. Parecería ser una excelente conclusión para el libro. Sin embargo, aún faltaba algo por decir. La parte más crítica se había reservado  para los vv. 44–13:31, un desafío para todo aquel que asume su responsabilidad ante el pueblo de Dios.

¿Podría Judá mantenerse fiel a Dios cuando Nehemías ya no esté? La primera mitad del libro afirma un ideal: el gran líder, los otros líderes y el pueblo trabajando juntos para cumplir con la voluntad de Dios. En los capítulos 7–12 aparece un ideal aún mejor: el pueblo y su liderazgo numeroso, sin ser empujados  por un gran líder, obedecen a Dios. El libro da a entender que Judá se mantendría fiel a Dios solamente si cada líder y cada judío cumplían con sus responsabilidades. Es un mensaje vital para el pueblo de Dios en todo lugar y en toda generación.

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