Nehemías 11

Moviendo al pueblo

Neh 11:1  Habitaron los jefes del pueblo en Jerusalén; más el resto del pueblo echó suertes para traer uno de cada diez para que morase en Jerusalén, ciudad santa, y las otras nueve partes en las otras ciudades. 

Como Jerusalén era la metrópoli del país, era justo y necesario que la sede del gobierno estuviese allí. Pero la exigencia de los tiempos requería que se tomasen medidas especiales para asegurar allí la residencia de una población adecuada para la custodia de los edificios y la defensa de la ciudad. El capítulo comienza planteando el problema explicado en 7:4, donde se registraba que no habitaban suficientes personas en Jerusalén para defenderla. Ya habiendo el pueblo renovado su compromiso con Jehová (caps. 8–10),  ahora  los jefes y 10% del pueblo se trasladarían a Jerusalén (v. 1).

El sorteo aseguraba que la elección iba a ser hecha por Dios. Así como los judíos habían echado suertes para asignarse una tarea del templo (10:34) y habían prometido entregar sus diezmos (10:37-38), ahora hicieron otro sorteo para asignar un diezmo del pueblo a servir en la casa de Dios más amplia, la ciudad santa. En el A.T. Jerusalén se llamaba la ciudad santa. El título indicaba que Jerusalén era el sitio del templo, pero también que toda ella era santa, apartada para el servicio de Dios.

Los que se ofrecieron voluntariamente (v.  2) fueron los mismos del v. 1. No había ley o autoridad que los obligara a trasladarse. La anuencia de los escogidos  a dejar sus tierras y familiares para acatar el resultado del sorteo fue fruto del avivamiento de las reuniones anteriores (caps. 8–10).

Las listas en los vv. 3–20 conmemoran algunos clanes que habitaron en la ciudad santa y la defendieron. Se presentan semejanzas entre este pasaje y 1 Crón. 9:2–17. Los jefes de la provincia (v. 3) eran los líderes de más alta categoría de los clanes judíos. La provincia aquí era Judá.  El v. 4 resume la lista siguiente (vv. 4–9). En 1 Crón. 9:3 agrega a algunos de Efraín y Manasés. Las genealogías en los vv. 4; 5; 7 y 8, dan a entender que tanto los principales, así como los sacerdotes, eran santos, apartados para servir a Dios.

Los jefes de los sacerdotes en Jerusalén (vv. 10–14) corresponden a tres de los cuatro clanes sacerdotales en 7:39–42 y Esd. 2:36–39. Al clan de Jedaías (vv. 10–12) pertenecía Jesúa, el sumo sacerdote.  El nombre Pasjur (v. 12) sugiere que el clan de Adaías corresponde a los hijos de Pasjur en 7:41; Esd. 2:38.  Amasai fue el tercer jefe sacerdotal (vv. 13-14). El último nombre de la genealogía sugiere que su clan correspondía a los hijos de Imer en 7:40; Esd. 2:37. Sus 128 sacerdotes eran idóneos para defender a Jerusalén (v. 14).

Seis jefes levitas son enumerados en los vv. 15–18.  Sabetai y Jozabad (v. 16) eran los mismos levitas mencionados en 8:7;  Esd, 8:33. La obra exterior del templo se correspondía al mantenimiento del exterior del santuario, el abastecimiento del templo con provisiones, la recolección de los diezmos y el impuesto del templo y  la enseñanza de la Ley en Israel.

El papel de Matanías (v. 17) implica que era jefe de los cantores. Era descendiente de Asaf, el padre de uno de los tres clanes de cantores. El contexto sugiere que Bacbuquías también era cantor, así como Matanías y Abda. En ese  caso, Bacbuquías fue  segundo a Matanías  sobre  los cantores. Jedutún, antepasado de Abda, fue jefe de un clan de cantores en los tiempos de David (1 Crón. 25:1, 3) y Salomón (2 Crón. 5:12).

Los 284  levitas (v. 18), incluyendo a los cantores,  eran pocos en comparación con los 1.192 sacerdotes que habían en la época de David..  Acub y Talmón (v. 19) eran clanes de porteros del templo.

En cuanto a los servidores del templo (v. 21), vivían en el Ofel, en el lado sur del cerro del templo. Zija es nombre de un clan de servidores del templo en 7:46.  El v. 22 nombra a  Matanías hijo de Micaías, de los hijos de Asaf, identificado en el v. 17 como jefe de los cantores, aquí figura como el bisabuelo de Uzi.

Los vv. 25–36 detallan la ubicación de las tribus de Judá (vv. 25–30), Benjamín (vv. 31–35) y Leví (v. 36) fuera de Jerusalén. La mayoría de las ciudades nombradas, estaban en las  fronteras sur, occidental y norte de Judá-Benjamín. La presencia judía en esas ciudades se veía como el cumplimiento tipológico de la repartición de la tierra a las tribus mencionadas en Josué, y también una señal que Jehová todavía les daría a ellas todo el territorio que les fue asignado en Josué. Las aldeas rodeaban las ciudades y dependían de ellas.

Los cautivos que regresaron eran pocos en número, comparados con la población de Jerusalén en los días de los reyes. Debido a que los muros habían sido reconstruidos sobre sus cimientos originales, la ciudad era poblada escasamente. Nehemías pidió a una décima parte del pueblo que vivía en las afueras de la ciudad que se trasladaran dentro de los muros para evitar que grandes áreas estuvieran despobladas. Aparentemente esta gente no quiso cambiarse a la ciudad. Sólo hubo algunos voluntarios, entonces Nehemías echó suertes para determinar quiénes se tenían que mudar.

Muchos de ellos probablemente no querían vivir en la ciudad debido a que: los que no eran judíos no miraban bien a los residentes de Jerusalén, y a menudo los excluían del comercio debido a sus creencias religiosas. Otra razón era que para trasladarse a la ciudad tenían que reconstruir sus casas y restablecer sus negocios, lo que implicaba una fuerte inversión de tiempo y dinero. Vivir en Jerusalén implicaba una estricta obediencia a la Palabra de Dios por la gran presión social y la proximidad del templo.

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