Nehemías 10

Pacto de obedecer la Ley

Neh 10:28  Y el resto del pueblo, los sacerdotes, levitas, porteros y cantores, los sirvientes del templo, y todos los que se habían apartado de los pueblos de las tierras a la ley de Dios, con sus mujeres, sus hijos e hijas, todo el que tenía comprensión y discernimiento, 

Los caps. 8–10 muestran tres actividades que se realizaron en el pueblo, para instruirlo en la obediencia a Dios. El cap. 8; el pueblo estudió la Ley; cap. 9 el pueblo oró y confesó pecado;  y el cap. 10, el pueblo hizo pacto con Jehová.  Fueron tres reuniones realizadas en el mes séptimo: el primer día (cap. 8. 1-12), el segundo día (Cap. 8.13–18) y el día  24 (cap. 9-10).

La lista de los firmantes (vv. 1–27) antecede los compromisos del pacto, resaltando el apoyo de los líderes. Nehemías, siendo gobernador, encabeza la lista (v. 1).  Veintiún familias sacerdotales firmaron (vv. 2–8). Quince de los nombres eran familias, pues trece de ellos; Seraías, Jeremías, Amarías, Hatús, Sebanías, Maluc, Meremot, Ginetón, Abías, Mijamín, Maazías, Bilgai y Semaías; aparecen en la lista de sacerdotes que habían subido de Babilonia hacía casi un siglo (cap. 12), y dos más; Pasjur y Harim; estaban en la lista de familias sacerdotales (cap. 7).

Seraías (v. 2) era la familia del sumo sacerdote (1 Crón. 6:3–14) y de Esdras (Esd. 7:1–5). Es por eso que los nombres de Eliasib (3:1) y de Esdras no aparecen en la lista de firmantes.

Diecisiete familias y líderes levitas firmaron (vv. 9–13). Los primeros tres nombres eran de familias, pues también aparecen, y en el mismo orden, en la lista de los que subieron con Zorobabel (12:8). Los otros firmantes eran judíos que pertenecían a tres familias (12:7). Siete  ; Jesúa,  Hodías,  Quelita,  Pelaías,  Hanán, Serebías  y  Bani;  enseñaron  al pueblo el  primer día del mes (8:7). Serebías y Hasabías llegaron a Jerusalén con Esdras (Esd. 8:18-19), y un levita llamado Hasabías reconstruyó un tramo de la muralla (3:17).

Cuarenta y cuatro familias laicas firmaron (vv. 14–27). No sólo los sacerdotes, sino también los laicos apoyaron el pacto. Los jefes o magistrados del pueblo también lo hicieron. Los primeros veintiún nombres, eran de familias. Todos ellos, menos Buni, Azur y Hodías, corresponden  a los nombres de las familias que regresaron a Judá con Zorobabel.

También entró en el pacto el resto del pueblo (v. 28). Esta frase se desglosa en una lista de los sectores del pueblo: primero los sacerdotes y luego los laicos que se habían apartado de las prácticas e influencias de los pueblos no judíos (9:2) para obedecer la Ley (Lev. 20:26). No sólo los varones, sino también las mujeres y los jóvenes pactaron.

Al comprometerse, el pueblo siguió a sus líderes (v. 29). Los judíos entraron en el pacto mediante un juramento público de guardar sus estipulaciones  e imprecaciones (maldición) para quienes no las cumplieran.

Primero juraron no casarse con los pueblos vecinos (v. 30). Este problema, tratado hacía trece años (Esd. 9–10), persistía.  El segundo compromiso tenía que ver con los días  y  años  sabáticos (v. 31). La Ley prohibía a los israelitas trabajar el séptimo día (Éx. 20:8–11; Deut. 5:12–15), incluyendo el trabajo agrícola, cocinar (Éx. 16:23), recoger maná (Éx. 16:26), viajar (Éx. 16:29), encender fuego en las casas (Éx. 35:3) y recoger leña (Núm. 15:32–36).

Los israelitas entendían que la prohibición se extendía hasta vender (Amós 8:5), pero algunos argumentaban que comprar no era trabajo, y si los vendedores no eran israelitas, no había violación de la Ley. Ahora se acuerda que el espíritu de la Ley prohibía comprar también, y no sólo el séptimo día, sino también en otros días santos.

El resto del pacto se dedicó al compromiso de ofrendar para mantener el culto a Jehová (vv. 32–39). Durante la monarquía los reyes habían subvencionado el culto en el templo. Después del retorno de Babilonia, los reyes persas hicieron lo mismo. La generación del retorno había ofrendado  para el culto en el templo, y ahora le correspondía a la generación de Nehemías aportar su parte.

El nuevo impuesto para el culto (vv. 32-33) se basaba en el servicio de la casa de  nuestro  Dios (v. 32), con el fin de hacer expiación por Israel (v. 33).  Los judíos ya habían asignado por casas paternas y fechas anuales la responsabilidad de ofrendar leña (v. 34).  Los judíos juraron ofrendar sus primicias y primogénitos a los sacerdotes en el templo (v. 35-36).

Los judíos se comprometieron a entregar sus diezmos a los levitas (v. 37). Los levitas mismos los recogerían en las ciudades de las regiones agrícolas. Un sacerdote supervisaría la recaudación de los diezmos (v. 38), y los levitas darían un diezmo de lo que recibían al templo.

El pacto concluye con un resumen  (v. 39). Los judíos juraron que los laicos y los levitas llevarían sus ofrendas vegetales a las bodegas del templo para la compra de los utensilios del santuario y el sostén de su personal.

Esta solemne promesa fue repetida al final del pacto como una expresión del intenso celo por el cual el pueblo en este entonces era animado para la gloria y el culto de Dios. Bajo los sentimientos de pesar y arrepentimiento por sus pecados nacionales, donde la apostasía del servicio al verdadero Dios fue el principal, unido al recuerdo doloroso de su cautiverio, ellos juraron y sintiendo una gran gratitud por su restauración, ellos se agradaron de que nunca se olvidarían de su voto, de ser del Señor.

Comentarios

Entradas populares