Esdras 7
Segundo retorno.
Esd 7:6 este
Esdras subió de Babilonia. Era escriba diligente en la ley de Moisés, que
Jehová Dios de Israel había dado; y le concedió el rey todo lo que pidió,
porque la mano de Jehová su Dios estaba sobre Esdras.
Luego de la
reconstrucción del templo (516 a.C.) bajo Zorobabel y el segundo retorno (458 a.C.) bajo Esdras, se presentó un período de cincuenta y nueve años que
pertenecen al tiempo donde se desarrollaron los eventos del libro de Ester, que
estudiaremos posteriormente. Ahora nos ubicaremos en el retorno de Esdras.
Este capítulo se inicia
relatando los antecedentes de Esdras. Se nos dice quién era, cuáles eran sus
credenciales, y su preparación por Dios, antes de emprender su viaje hacia
Jerusalén. Además, se relata la manera en que Artajerjes le prestó ayuda en
todo esto.
Los años que pasaron entre
los eventos narrados en los primeros seis capítulos y esta segunda parte,
parecen haber sido unos de alejamiento de Dios. El pueblo había perdido el
entusiasmo y la devoción con que llegó del destierro a Jerusalén y reconstruyó
el templo. El gozo de la experiencia se perdió en medio de las realidades de la
vida y las enemistades de los vecinos. Había en el pueblo un letargo
espiritual, alimentado por el conformismo de estar en su tierra y tener un
templo donde adorar a Dios. Esdras pudo haber escuchado de esta condición del
pueblo mientras servía en la corte del rey.
La frase en el
reinado de Artajerjes del v. 1 nos ayuda a colocar el contexto histórico del
ministerio de Esdras (significa “la ayuda”). El único problema reside en la
pregunta que muchos se habían hecho y aún se hacían: ¿Cuál rey Artajerjes? Sin
embargo, la veracidad histórica de los eventos queda bien establecida.
La genealogía de
Esdras se presenta resumida en los vv.
2-5. La preocupación del escritor bíblico era presentar una descendencia donde se demostrará el linaje sacerdotal de
este hombre de Dios, ubicándolo en línea directa con el sumo sacerdote. El
término hijo debe tomarse como descendiente, ya que la relación en muchos casos
no era inmediata. El trasfondo familiar de Esdras, con una ascendencia hasta
Aarón y más en línea directa con el sumo sacerdote, facilita entender el amor y
el espíritu celoso con que se dedicó a estudiar y enseñar los mandatos de Dios.
Los vv. 6–10 presentan
un resumen de los eventos a desglosarse en el resto del cap. 7. La
identificación del oficio de Esdras, quien era escriba, habla del rango que desempeñaba en la corte del rey
persa, donde fungía como escribano. Pero su labor en el ministerio subsiguiente
permite observar que Esdras era un hombre versado en la ley de Moisés (v. 6). Esta declaración hace
suponer que el estudio
y transmisión de las Escrituras no cesó en el
cautiverio. Al contrario, debió haberse
intensificado, cuando los primeros judíos regresaron a Jerusalén, lo que demostraba
el fiel cumplimiento de la Palabra de Dios.
La posición y
relación de Esdras en la corte persa hace más posible concebir por qué el rey
le concedió todo lo que pidió. El permiso para ir a Jerusalén y todo lo que
ello implicaba tenía la aprobación del rey, pero también el sello divino, ya
que la mano de Jehová su Dios estaba con él. Entonces Esdras se presenta desarrollando un doble
papel: como emisario del rey y como instrumento
en las manos de Dios.
La genealogía y el
“oficio” de Esdras nos lleva a entender por qué muchos de los que lo
acompañaron en el viaje a Jerusalén, eran sacerdotes, levitas, cantores, porteros
y servidores del templo. Todo esto demuestra el propósito puramente
histórico-religioso del escritor bíblico.
El viaje de Esdras se
llevó a cabo en el séptimo año del rey Artajerjes. Esto daría la pauta para
establecer el orden de acontecimientos en relación con el tiempo del ministerio
de Esdras y Nehemías. Artajerjes Rey de Persia en los años 464-423 a.C
La frase “algunos de
los hijos de Israel” (v. 7), habla de la gente del pueblo que acompañó a Esdras
en su viaje a Jerusalén, en contraste con los sacerdotes y otros servidores del
templo, quienes le asistirían en la reforma religiosa. El desarrollo de los
eventos pareciese señalar que los
sacerdotes en Jerusalén, habían perdido el interés por el servicio en el
templo.
Los vv. 8-9
establecen la duración del viaje: cuatro meses. Salieron en los primeros días
del mes primero (marzo / abril) y llegaron
a Jerusalén el primer día del mes quinto (julio / agosto).
Se vislumbraba un éxito
en el viaje y en su labor. Dos cosas hay que resaltar: El éxito del viaje sería
por la bondadosa mano de Dios que estaba con él (v. 9). Se entiende que Dios
los iba a librar de todos los peligros durante el viaje, y también cómo ellos confiaron
en la protección divina y no en sus propias fuerzas.
El éxito de la obra
de Esdras estuvo fundamentado en la preparación de este hombre de
Dios (v. 10). En primer lugar,
había preparado su corazón para escudriñar la ley de Jehová. Su amor y
dedicación al estudio de la Palabra de Dios eran obvios. En segundo lugar, esta
dedicación lo guió para cumplirla, es decir, ponerla en práctica. Finalmente, su dedicación tenía el propósito
de enseñar a Israel los estatutos y decretos de la Ley de Dios.
El respaldo que
Esdras consiguió del rey Artajerjes está detallado en el documento que se le
extendió, no sólo para el permiso de ausentarse por un tiempo de sus
obligaciones como servidor en el palacio, sino también para que le entregaran las
provisiones necesarias (v. 11).
Los vv. 12–26
contienen la copia del documento que el rey Artajerjes extendió a favor de
Esdras. Se debe hacer notar que el documento
en los escritos originales está en arameo y no en hebreo, como el resto del material en
esta segunda parte del libro.
Artajerjes, como
soberano del imperio persa, tenía el título de rey de reyes, y así presentaba su
autoridad. El reconocimiento que hace de Esdras como sacerdote y escriba de la
Ley de Dios, habla de su aprecio por este hombre, y del testimonio que los
judíos tenían del único y verdadero Dios: “Jehová” (v. 12). El rey identifica a
Jehová como el Dios de los cielos, un título que los mismos judíos usaban para
distinguirlo por encima de todos los ídolos babilonios y persas.
Lamentablemente, esto
era solo sincretismo que destacaba la declaración. Quizá era una manera de
identificar al Dios de los hebreos, o habla de la influencia de los hebreos en
la redacción del documento. Algunos sugieren que Esdras pudo haber preparado el
documento.
La importancia del
documento está en las disposiciones que el rey establece para la misión de
Esdras: Primero afirma que cualquiera que quisiera acompañar a Esdras lo
hiciera; ya fuera sacerdote o levita (v. 13). Segundo que Esdras iba como su emisario,
para inspeccionar Judá y Jerusalén (v. 14). El rey envió a Esdras para
organizar el gobierno local en Jerusalén, en base a la ley religiosa de los
judíos, lo cual favorecía al gobierno persa. Tercero que Esdras estaba
autorizado para llevar ofrendas y otros utensilios para el templo en Jerusalén
(vv. 15-16).
Del v. 17 en adelante
se detalla un poco más lo que Esdras debía llevar a cabo en representación del
rey, además del dinero y a los utensilios que se le entregaban (vv. 17–20), la
ayuda que recibiría de otros representantes del rey (vv. 21– 24), y el tipo de
administración que debía establecer en Judá (vv. 25-26).
Los bienes entregados
a Esdras (dinero y tesoros) tenían que ser invertidos en aquello que serviría
para el culto o la adoración que se ofrecía sobre el altar de la casa de
su Dios que estaba en Jerusalén. Su acción era como para ganarse el favor,
respeto y lealtad del pueblo judío. El v. 18 dice que Esdras tendría libertad
para decidir qué hacer con el dinero que sobrara.
Los utensilios
entregados a Esdras (v. 19) eran parte del botín que Nabucodonosor había
llevado a Babilonia cuando conquistó a Judá. La otra parte fue devuelta cuando
Zorobabel (Sesbasar) regresó a Jerusalén con el primer grupo (Esd. 1:5–11).
Los vv. 20–22 era una
cláusula, que le daba a Esdras la facultad de solicitar más ayuda económica en
caso de necesitarla. Solo tenía que acudir a los tesoreros de la región de
Judá; quienes colectaban los impuestos y administraban los bienes del rey en
esa región. Por supuesto, con algunos límites. Lo único claro, es que esta ayuda
extra era solo para asuntos del culto o adoración en el templo.
La razón por la cual
el rey permitía esto y exigía diligencia, no se sabe con certeza. Quizá era una
manera de “ganarse” el favor de Dios. En esta misma línea de pensamiento,
podemos entender que ningún funcionario del templo pagaba impuestos (v. 24).
La administración que
Esdras iba a establecer en Jerusalén (vv. 25-26) tenía como base la ley judía,
los principios establecidos por Dios, a su pueblo escogido. Si algunos no
conocían esos principios, Esdras los instruiría al respecto. La pena por
desobedecer la Ley de Dios era la misma que por desobedecer al rey. Este
monarca persa validaba los mandatos y principios establecidos en la Ley de Dios,
y así el pueblo pudiera gobernarse, siendo leal tanto a Dios, como al Rey.
El capítulo termina
con una expresión de alabanza y gratitud hacia Jehová. Esdras podía ver que las
promesas de Dios hechas a sus antepasados se estaban cumpliendo en ese momento.
Era comprobar, lo que alguna vez escuchara o aprendiera del carácter de Dios.
Fue Dios quien facilitó las cosas, puso todo en el corazón del rey, tanto
en el viaje, las provisiones para el templo, y la reforma religiosa que era
necesaria en Jerusalén.
Esdras entendía que la
mano de Jehová estaba sobre él y sus planes. Con esta confianza, seguridad, unido
al respaldo real, podía prepararse para ir a Jerusalén y llevar a cabo lo que
Dios había puesto en su corazón. La disposición de una persona a conocer y
cumplir la Palabra de Dios tendrá un efecto directo en la forma en la que Dios
usa su vida.
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