Esdras 10

Disolución de los matrimonios mixtos

Esd 10:1  Mientras oraba Esdras y hacía confesión, llorando y postrándose delante de la casa de Dios, se juntó a él una muy grande multitud de Israel, hombres, mujeres y niños; y lloraba el pueblo amargamente

Este capítulo señala el apogeo de la reforma que Esdras se había propuesto llevar a cabo en Jerusalén. Aun cuando las expresiones eran puramente religiosas, las acciones tenían que ver con la disolución de los matrimonios mixtos. Entonces se percibe el deseo del pueblo de organizarse bajo el liderazgo de personas hábiles, y así sobrevivir sacando provecho de esta nueva oportunidad que Dios les brindaba de volver a existir como una nación, y como su pueblo.

La oración pública de Esdras del capítulo 9:6–15, aunque dramática y frenética, estaba plasmada de consternación y preocupación por el bienestar del pueblo. Siendo que era un acto público en las afueras del templo, y durante la hora  de  la oración de la tarde (9:5), se acercaron al lugar un buen número de los asistentes  al templo. Seguramente escucharon la oración de Esdras; y  comenzaron a llorar amargamente, como expresión de dolor profundo. Reconocían la veracidad de esas palabras y temieron las consecuencias de esta situación. Esdras recibió el apoyo moral, emocional y espiritual del pueblo (v. 1).

Este apoyo se concreta con la intervención de Secanías hijo de Yejiel.  La referencia del v. 26,  hace pensar que este hombre había sufrido los efectos de esta infidelidad a Dios. Sus palabras a Esdras probablemente no eran una confesión personal, sino un reconocimiento de que lo que Esdras decía era verdad (v. 2).

La expresión “nosotros hemos actuado con infidelidad” llevaba un sentido de “responsabilidad comunal”, un concepto donde los justos sufren por la culpa de los pecadores. Era obvio que el pueblo había pecado contra Dios, al haber tomado mujeres extranjeras. El término “tomado”  significa “hemos establecido “, es decir, que se les había permitido residir en el país.

Pero, en medio de su reconocimiento, Secanías expresa una nota de confianza: “a pesar de esto, aún hay esperanza para Israel”. Esto era un destello de fe, donde se muestra, lo que la gracia de Dios puede hacer por el ser humano: Dios ama y perdona al pecador a pesar de lo malo que éste hace. No aprueba sus actos malos, pero aun así le manifiesta su amor. Seguidamente Secanías propone un plan: “hagamos un pacto con nuestro Dios”. Ese pacto  reflejaba lo que  la gente  tenía que  hacer,  para  que  Dios no los castigara por la infidelidad.

La propuesta, sugería la disolución de los matrimonios mixtos (v. 3). Aparentemente, estos matrimonios no eran reconocidos como legales porque no se menciona la idea de divorcio.  La expresión “según el consejo de mi señor” señalaba que se haría si así lo respaldaba Esdras, aunque algunos textos antiguos traducen “el consejo del Señor”, como aludiendo a la voluntad divina. Luego afirma “y de los que  temen el  mandamiento de nuestro Dios” habla de la buena disposición que tendría que mostrar la gente para  llevar a cabo esta  acción.  Termina afirmando “hágase conforme a la ley”,  en cumplimiento de lo que Esdras había estado enseñando  respecto a los estatutos y decretos divinos (7:10).

Por otro lado, Secanías presenta un desafío directo y personal a Esdras: “Levántate”. El llamado era a tomar una acción más acorde con la situación (v. 4). En vez de postrarse y lamentarse, debía hacer algo para instruir al pueblo sobre qué hacer para quitar ese mal de en medio. Era su responsabilidad transmitir un sentido de súplica antes que la idea de obligación legal. Esdras era quien podía dirigir al pueblo para remediar esta situación. El pueblo lo apoyaría en todo. El asunto no sería tan fácil de resolver, pero tampoco debía tomarse con liviandad; se necesitaba atención inmediata.

Esdras vio con buenos ojos la propuesta expresada por Secanías (v. 5). Ahora  que  contaba  con  el apoyo del pueblo, le sería más fácil entrar en acción. Seguidamente  aprovechando la presencia de los líderes religiosos,  hizo jurar a los principales sacerdotes, a los levitas y a todo Israel. Su compromiso sería que harían conforme a este consejo, participarían y apoyarían la acción propuesta. Y ellos hicieron un juramento público en manifestación de apoyo a Esdras y respaldo a la solución propuesta para esta infidelidad por parte del pueblo.

Sin embargo, Esdras no actuó de inmediato para implementar el plan acordado. Aunque contaba con el apoyo y aprobación del pueblo y de varios líderes religiosos, necesitaba estar seguro de que Dios aprobaba la acción como algo válido; por eso es que entró en la cámara de Johanán (v. 6). Estos eran ciertos cuartos en el templo que estaban conectados con el santuario (Esd. 8:29). Este Johanán, posiblemente era el sumo sacerdote en ese entonces.

Esdras entró  en dicho cuarto para descansar y  meditar (v. 7).  Su  actitud  de espera para conocer la voluntad de Dios fue acompañada por oración; “no comió pan ni bebió agua”; como continuación del ayuno que había iniciado en 9:3 al expresar su lamento público. En privado siguió con su oración, preparándose espiritualmente para conocer  la respuesta del Señor.

Inmediatamente Esdras salió a proclamar el acuerdo que se había llegado en la asamblea pública, en todo Judá y en Jerusalén (v. 7).  El  llamado  se  hizo llegar particularmente a aquellos que habían venido de Babilonia, desde el tiempo de Zorobabel hasta el tiempo de Esdras. La idea era purificar el remanente de Israel de no contaminarse más. El lugar para la reunión sería Jerusalén, allí estaba el templo, el centro de adoración a Dios.

Además, se establecía la sentencia para el que no asistiera a esta junta (v. 8). En primer lugar, se le confiscarían todos sus bienes, lo cual estaba dentro de  las  acciones legales que le habían sido dadas por Artajerjes (7.26), para establecer el orden y las leyes en Jerusalén. En segundo lugar, sería separado de la asamblea, perdería su identidad étnica y los privilegios concedidos a los ex cautivos.

Así  todos los hombres de Judá y Benjamín  se  dieron  cita en Jerusalén en el plazo estipulado (v. 9). Los hombres eran los más afectados por esta situación, ellos serían los que habrían de tomar la decisión respecto a qué hacer con sus esposas extranjeras. La fecha de la reunión era diciembre-enero de nuestro calendario, a cuatro meses de la llegada de Esdras a Jerusalén (7:8). 

La  asamblea  se  llevó  a  cabo  en el  área  abierta de la casa de Dios. La gente estaba temerosa, temblando. El pueblo estaba consciente de que Esdras contaba con el respaldo del rey para organizar el gobierno local y establecer las leyes apropiadas (7:25), así que sus decisiones y acciones eran muy comprometedoras.

Esdras se dirigió a la concurrencia haciéndoles ver que el hecho de tener esposas extranjeras era una infidelidad contra Dios, Israel era culpable, se había rebelado contra la voluntad y propósitos de Dios (vv. 10-11). Realmente, no se conoce qué tan consciente estaba la gente de esta realidad, ya que la mayoría de ellos habían crecido en el cautiverio.

La manera de expiar el pecado era por medio de hacer confesión de pecado a Jehová, lo que seguramente iría acompañado por el acto de presentar sacrificios expiatorios. El cumplir su voluntad, se trataba del someterse a sus preceptos divinos y apartarse del mal que estaban haciendo. Esto incluía apartarse de los pueblos de la tierra, no  dejándose arrastrar por las prácticas idolátricas e inmorales de otras razas. Pero sobre todo, demandaba apartarse de las mujeres extranjeras, lo que significaba despedir a las esposas que eran de otras razas.

En principio todos estaban de acuerdo y dispuestos a responder a la propuesta de Esdras, pero ellos sabían que el proceso requería de más tiempo (vv. 13–15). El asunto era tan serio como para no permitirse una solución precipitada. Ellos reconocían que eran muchos los involucrados en este asunto, los que habían quebrantado la Ley de Dios. Seguidamente se da una  lista de muchos de los que incurrieron el esa falta  (vv. 18–44). La expresión muchos resulta muy vaga. Es difícil determinar el alcance o la proporción de los involucrados en este pecado.

Ante esta situación bastante incómoda y delicada, la gente misma sugirió un plan bastante práctico: Primero, que se quedaran en Jerusalén los magistrados (representantes o líderes regionales) de cada lugar (v. 14). Segundo, que se determinaran tiempos para que los transgresores se presentaran ante los magistrados, los ancianos y los jueces. Esto sugería el hacer una revisión a fondo de cada caso, una cita con los acusados, un juicio y una sentencia para cada caso. Tercero, esta acción aplacaría el furor de la ira de Dios.  

Sin embargo, algunos objetaron el plan de retrasar la acción (v. 15). Es posible que estos opositores sólo estuvieran buscando la manera de que se tomara una acción más inmediata ante la situación; ya que los nombres de estos, no aparecen en las listas de los que habían infringido esta ley.

“Así lo hicieron” dice el v. 16. Esta expresión marca que el procedimiento que se decidió a seguir fue la propuesta del v. 14. El sentimiento detrás de este interés, había sido el de purificar el remanente de Israel, aquellos que habían vuelto del cautiverio babilónico. Con este propósito se formó una especie de concilio para que llevara a cabo el juicio propuesto (vv. 16-17). Esdras estaba directamente involucrado en cada uno de los juicios.

En los vv. 18-44 se presenta una lista de los afectados por el “juicio”.  La lista arroja un total de 113 nombres de los que fueron hallados culpables de infringir la Ley de Dios respecto de  los matrimonios  mixtos. El  escritor bíblico los cita  por grupos; pero también los singulariza por familias y nombres propios.

El v. 19 subraya el hecho de que los sacerdotes mencionados en el v. 18 respondieron positivamente. Como señal o sello de este compromiso ofrecieron su ofrenda por la culpa, un sacrificio expiatorio. Es de notar que sí habían varios sacerdotes, levitas y servidores del templo que habían infringido la Ley (vv. 18–24). Esto fue lo que apesadumbró más a Esdras (9:1).

El v. 44 del libro de Esdras era bastante duro, ya que el despido de las esposas extranjeras, se haría juntamente con sus hijos. Esto, agrega una nota triste y trágica a todo el proceso; una experiencia no fácil de sobrellevar. De acuerdo con la lista provista, se puede concluir que el número de los culpables era relativamente bajo en comparación con los miles que habían regresado del cautiverio babilónico. Sin embargo, se sentó un precedente: el remanente del pueblo de Dios permanecería santo, apartado de todas las razas y consagrado al Señor de señores, Jehová.

El libro de Esdras comienza con el templo de Dios en ruinas y el pueblo de Judá cautivo en Babilonia. Esdras relata el regreso del pueblo de Dios, la reconstrucción del templo y la restauración del sistema de adoración sacrificial. De manera similar, Dios puede restaurar y reconstruir hoy las vidas de las personas. Nadie se encuentra tan lejos de Dios que no pueda ser restaurado. Todo lo que se requiere es arrepentimiento. No importa cuán lejos nos hayamos separado, o cuánto tiempo haya pasado desde que adorábamos a Dios, Él puede restaurar nuestra relación con El y reconstruir nuestras vidas.

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