1 Timoteo 3

El ministerio de la iglesia

1Ti 3:1 Palabra fiel: Si alguno anhela obispado, buena obra desea. 

Esta sección introduce la importancia de que la iglesia sea conducida por los ministros apropiados y procede a señalar las cualidades que estas personas habían de reunir. Antes aclararemos que las palabras anciano y obispo (v. 1), son sinónimas. No se trata de dos oficios dentro de la iglesia, sino de dos títulos dados a la misma persona.

La palabra anciano o presbítero trata sobre la madurez de la persona. Señala su respetabilidad y dignidad en la vida cristiana. El término obispo significa supervisar o vigilar pastoralmente a la iglesia, es decir proveer de alimento al rebaño, que es una figura metafórica de la iglesia. Por lo tanto, el título obispo apunta a que su tarea es el ministerio de la Palabra de Dios, le toca administrarla, proporcionarla como alimento, nutrir con ella al pueblo del Señor.

Otra enseñanza que se desprende de esta porción bíblica es que la elección de los servidores o ministros de las iglesias debía ser una responsabilidad de toda la iglesia. Es decir que la congregación  tiene que participar en el proceso de selección de sus servidores. Le corresponde a ella garantizar y afirmar una conducta irreprochable del candidato.  

En esta carta, el Apóstol también menciona otro tipo de servidores en la iglesia llamados diáconos.  En su contexto original, este término se utilizaba para referirse a las personas que realizaban los servicios más sencillos o de poca estima en la sociedad. Sin embargo, la enseñanza de Jesús y su propio ejemplo muestra un sentido opuesto en el que el servicio ha de ser el ideal en la vida de sus seguidores (Mr. 9:35; Lc. 9:46–48).

Este ministerio se inició en la iglesia, con el nombramiento de los siete varones elegidos por la iglesia en Jerusalén para ayudar a los apóstoles (Hch. 6:2-3). Sus tareas tenían que ver con asuntos prácticos y la administración de la iglesia. Dado las cualidades que requieren, señala que también compartían responsabilidades de índole espiritual.

Tratemos ahora el tema de los obispos (vv. 1-7). Los requisitos para estos servidores de la iglesia, tienen que ver  con aspectos de la vida del ministro: su familia, su carácter personal, sus capacidades para servir a la iglesia y su testimonio ante el mundo.

En cuanto a la familia, se requiere una reputación intachable en cuanto a su conducta sexual y su matrimonio. Este término significa que no hay nada que reprocharle, “alguien contra quien no se puede levantar una crítica” (v. 2).  La frase “marido de una sola mujer”  se puede entender como una persona que mantiene una relación con una mujer, y no una relación polígama o adúltera. Es una persona fiel y confiable para con su cónyuge. Los ministros deben tener una moralidad incuestionable.

Otro aspecto del ministro tiene que ver con los hijos. Se requiere que el ministro sepa conducir su hogar. Los candidatos debían ser capaces de guiar a sus hijos, de tal forma que sean respetuosos y creyentes (vv. 4-5). Esto implica haberles inculcado con éxito la fe.

En cuanto al carácter y conducta de los ministros, hay varios términos tienen que ver con el autocontrol en la vida del ministro. “Ser sobrio”, tiene que ver con no ser dado a excesos. “Ser prudente” significa “debe tener un juicio sensible”. Se refiere a alguien que tiene la mente sana, que es discreto y sobrio o cuerdo; es decir, que tiene completo dominio sobre sus pasiones y deseos, de modo que muestra autocontrol. La tercera cualidad se traduce decoroso, significa portarse bien. Implica la conducta externa que se produce al ser internamente prudente.

Luego, se dice que debe ser hospitalario, es decir, alguien que ama a los extranjeros; los visitantes son bien recibidos en su casa. La idea se refiere a estar dispuesto a acoger, amparar y dar alojamiento a los desamparados, principalmente creyentes aunque no solamente a ellos, sino a quienes lo necesiten.

Además, se indica que debe tener un carácter amable; término que  conlleva la idea de perdonar, que considera a los demás con generosidad y amor, aun soportando ser lastimados. Y finalmente debe ser no contencioso: describe a alguien que no tiene la inclinación a pelear, sino a estar en paz con todos los que le rodean.

En segundo lugar, el Apóstol menciona en el v. 3 elementos que no deben ser parte de la vida de un ministro. La expresión “no dado al vino”, significa con tendencia excesiva en beber vino. En el contexto las primeras iglesias se desarrollaron en un mundo donde el vino se producía en abundancia. En esa cultura, consumir vino con moderación era una práctica usual, y hasta necesaria, pues sustituía el beber agua,  por ser esta insalubre y peligrosa. Por esta razón, este requisito iba dirigido a evitar el exceso que podría llevar a la persona a una conducta vergonzosa, como la de alguien que acostumbra beber hasta emborracharse.

Otro término era “no ser violento”, que significa alguien dado a los golpes. Esta es una exigencia que sorprende, pues resultaría impensable, que un ministro cristiano fuera violento o pleitista que llegara a usar sus puños. Pero algunos historiadores señalan que existieron líderes que llegaron a usar la fuerza para persuadir a los descarriados.

Finalmente, se indica que el ministro “no debe ser amante del dinero”. Es decir que no debe hacer las cosas en busca de ganancias. Esto era algo que caracterizaba a los falsos maestros y que según Pablo era la raíz de todos los males (6:10). Así un verdadero ministro no busca su propio beneficio.

En tercer lugar, luego de citar las cualidades del ministro en cuanto a su familia y conducta, el Apóstol prosigue con sus características en cuanto al ministerio en la iglesia. El primero es que debe ser apto para enseñar (v. 2), pues los ministros son ante todo maestros y las Escrituras son su primordial fundamento. Esto se hace necesario para que el ministro retenga firmemente la Palabra de Dios. Así cumple la tarea de exhortar con sana enseñanza.

Además agrega que el ministro no debe ser un recién convertido (v. 6). La idea es que el ministro debe mostrar madurez espiritual antes de ser elegido y consagrado. Es decir una  persona arraigada en la fe y con crecimiento en su vida cristiana. El riesgo es que esta persona pueda ser atrapada por el orgullo, lo que afectaría la obra cristiana.

Por último el Apóstol instruye en el v. 7, sobre la necesidad de que el ministro mantenga un buen testimonio en la sociedad que le rodea. Enfatiza la idea que los pastores, dadas sus tareas en un contexto público, requieren ser respetables y respetados, no solo por la iglesia, sino por la sociedad en general. De lo contrario, tal ministro caería en desgracia y el evangelio quedaría desacreditado.

En los vv. 8-13 dirige su atención a los requisitos de los diáconos. Debido a que los diáconos eran los que “servían las mesas”, generalmente se considera que el trabajo de estos servidores en la iglesia tiene que ver con tareas administrativas y prácticas. Sin embargo, estos requisitos haber entrever que sus deberes tienen un carácter espiritual. Entonces en contraste con la función de los obispos o ancianos, el trabajo de los diáconos era social, mientras que en los ministros es espiritual. Entonces se les puede identificar como ayudantes o asistentes de los pastores, colaborando también en sus tareas de ministrar la palabra y cuidar a los creyentes.

Es de notar que muchos de los requisitos,  para los obispos también son requeridos para los diáconos.  Se nota que todas estas características tienen que ver con una vida íntegra, disciplinada y de autocontrol de los candidatos al diaconado, no solo en su actitud hacia el vino y el dinero, sino en su hablar y su conducta en general.

Con todos estos requisitos cumplidos, el Apóstol puede afirmar que quienes ejerzan correctamente el diaconado obtendrán dos beneficios. Por un lado, ganarán buena reputación, que no tiene nada que ver con jerarquías, sino con una “posición” espiritual de servicio que conlleva honor y estima ante Dios y ante la iglesia. Por otro lado, se afirma que ganan mucha confianza en la fe que es en Cristo Jesús. Implica que la persona ve incrementada su confianza y puede dar testimonio de su fe con plena certeza y seguridad (v. 13).

Todo lo anterior muestra el perfil que han de reunir los ministros del evangelio. A la luz  de los altos requisitos que se les piden, tanto los ancianos como los diáconos deben ser conscientes del gran privilegio de su llamamiento, así como la alta responsabilidad que implica su tarea.

En los vv 14-16 Pablo marca un punto de transición entre la instrucción de los tres primeros capítulos y las advertencias de los últimos tres. Luego de enfatizar que el verdadero ministerio descrito previamente tiene una relación directa con el entendimiento que se tenga de la iglesia, el Apóstol presenta de manera resumida el propósito de toda su carta. Afirma que aunque planea regresar pronto, escribe sus instrucciones a fin de que Timoteo, al igual que todo creyente, sepa cómo conducirse en la iglesia (vv. 14-15).

Inicia afirmando que la iglesia es la casa de Dios, es decir, la familia que lo ocupa. También expresa que es la iglesia del Dios vivo, refiriéndose a la comunidad de personas llamadas por Dios y que han respondido a su llamado. Es la asamblea de los redimidos que cuentan con la presencia continua del Dios vivo. Y por último describe a la iglesia como columna y fundamento de la verdad. Esto se refiere a la idea que la iglesia ha de mantener firmemente e intacta la verdad, especialmente ante un mundo en el que prolifera la incredulidad y ante los mismos ataques internos de la herejía que tratan de destruirla.

Finalmente, el Apóstol concluye con un himno de la iglesia primitiva. La esencia del himno está claramente relacionada con Cristo.

.- La primera línea apunta a la encarnación.

.- La segunda línea, señala  la expresión “justificado por el Espíritu”. Significa "justo",  esto puede referirse a "espíritu" en minúscula para indicar una declaración de la justicia espiritual y libre de pecado que poseyó Cristo en sí mismo, o podría referirse a su vindicación por el Espíritu Santo.

.- La tercera línea se refiere con la glorificación de Jesús, y al triunfo de Cristo mostrándose a sí mismo a los ángeles caídos, como los elegidos

:- Las líneas 4 y 5 permanecen juntas, la predicación entre los gentiles y los creyentes en el mundo, ambas se refieren al ministerio apostólico ilustrado en Hechos.

,- La línea 6 concluye con la expresión “y recibido arriba en gloria” se refiere a la gloria del Cristo predicado.

En conclusión la base de la vida de la iglesia y su función como portadora y defensora de la verdad es el Cristo mismo, quien es totalmente humano y al mismo tiempo perfectamente divino. La aplicación es que los ministros cristianos se han de ver a la luz de la naturaleza de la iglesia a la cual han de servir y en vista de la verdad que esta iglesia ha de proclamar y resguardar.

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