Zacarías 12
Mirarán al que traspasaron
Zac 12:10 Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito.
Los
últimos tres capítulos del libro de Zacarías contienen una serie de mensajes
que se caracterizan por la expresión "en aquel día". Esta parte constituye el
pensamiento escatológico del profeta.
En
los primeros ocho capítulos el interés estuvo enfocado en la reconstrucción del
templo; luego, en los caps. 9-11 tenemos una serie de castigos con un énfasis
especial en los pastores inútiles que no cumplieron con su ministerio de guiar
al pueblo de Dios. En estos tres últimos capítulos el tema es la restauración
espiritual del pueblo; una restauración que combinaba ese presente con lo
escatológico.
El
profeta, antes de presentar la magnitud de la obra que hará Dios, presenta al
Dios que ejecutará la obra, como el Dios que extiende los cielos (v. 1). Los
cimientos de la tierra y la tierra, se encuentran bajo el control
de Dios. Pero el argumento más elevado que presenta, es que Dios, es el que crea el espíritu del hombre, y no que el hombre es producto de una evolución casual. Cada
hombre nace bajo la voluntad y la bendición de Dios, nace con la imagen de Dios
mismo.
El
v. 2 afirma que "Jerusalén", la ciudad pisoteada, ya no será más avergonzada; esta
resurgirá con poder, y muchos de sus enemigos la verán y temerán. La expresión "la copa que hará temblar a los pueblos", es una figura usada para describir el juicio
divino, será una copa de justicia en las manos de Jehová. Los poderosos serán
quebrantados, ninguno de ellos escapará de la ira de Dios. Jerusalén será
piedra pesada que despedazará a todo aquel que intentare atacarla (v. 3).
En
aquel día (v. 4), día de victoria, de triunfo que todos estaban
esperando; el caballo, animal de guerra, será golpeado con
pánico. La escena parece contradictoria, ya que cualquier ejército con una
buena caballería, generalmente se alzaba victorioso en la batalla. Los egipcios
contaban con una buena caballería y fueron rivales de los israelitas casi todo
el tiempo. El jinete no escapará del castigo, será castigado con locura. Un mal
jinete, montado en un caballo asustado de pánico, no representaba ningún
peligro para nadie; Jerusalén estaba segura en Dios.
En el v. 5 se presenta a Judá luchando contra su capital Jerusalén. El odio de
las naciones contra Jerusalén, parecía contagiar aun a los mismos judíos, que no
habitaban en la capital. A pesar de que Judá peleará en su contra, nada podrán
hacer; porque ellos mismos se darán cuenta de que quien pelea por la ciudad
santa, es el Dios mismo. Pelear contra Jerusalén es pelear contra Dios, pues la
gloria de Dios les dará poder.
Judá
era un reino pequeño constituido por las tribus de Judá y Benjamín. Su
territorio también era relativamente pequeño. Pero Dios lo usaría para destruir
a las naciones, dice “serán como brasero de fuego entre la leña”, los
dirigentes arderían hasta consumirse (v. 6).
A
pesar de que la gloria será para Jerusalén, Judá también será restaurada para
evitar el orgullo de los habitantes de Jerusalén; la bendición alcanzará a todo
Judá (v. 7). Al principio estará en contra de Jerusalén, pero no será olvidada,
también será rescatada.
En
el v. 8 se afirma que la liberación y
restauración será una obra de Dios, sin mérito alguno para el hombre; Dios
defenderá a los habitantes de Jerusalén de la manera más prodigiosa. Será un
verdadero milagro, pues el israelita débil será como David. El rey David fue
muy famoso por su espíritu valeroso; él encabezó a un grupo de hombres
invencibles. Sí, el débil será como David, y la casa de David, Jerusalén, será
como Dios, como el ángel de Jehová, invencible. La restauración de Jerusalén no
será únicamente una restauración material; también experimentarán un cambio
espiritual (v. 9).
El
Señor derramará en su pueblo un espíritu de gracia que reconocerá el poder de
Dios, un espíritu de humildad que conduciría a la súplica (v. 10). Por el
pecado este pueblo había perdido ese espíritu de oración, característico de un
pueblo humilde; había en el corazón del pueblo vanidad, orgullo y pasión de
grandeza; pero en aquel día no sería así.
La
expresión “Mirarán al que traspasaron” es citada en Jn.19:37 como el
cumplimiento pleno de esta profecía, cuando el soldado romano le abrió el
costado al Señor para determinar su muerte. Juan no relata si los seguidores de
Jesús estaban al pie de la cruz haciendo duelo, pero sabemos que estaban
dolidos. No solo ellos, aun nosotros, al imaginar el costado traspasado,
recordamos con dolor los sufrimientos de Cristo. Todo el pueblo estaba
conmovido por la muerte del mártir (vv. 11-13).
En
aquel día, el día esperado, el día de Jehová, sucederán cosas maravillosas. El
pecado y la impureza serán erradicados por un manantial que brotará de la casa
de David, de la descendencia del mismo rey David, para limpiar la ciudad de
Jerusalén a fin de presentársela a Dios como una esposa sin manchas ni arrugas
(Jn.13:1). Es el dulce mensaje del evangelio que trae perdón a todo aquel que
se acerca al manantial de vida eterna que es Cristo Jesús.
El
arrepentimiento de Israel vendrá porque verán a Jesús, aquel a quien rechazaron
y crucificaron (Is.53:5; Jn.19:37). En su segundo advenimiento lo verán con fe
para salvación (Ro.11:25-27). Al decir Dios "a mí", afirma sin lugar
a dudas la encarnación de la deidad, es decir, que Jesús es Dios.
Los
linajes de la realeza representada por David y su hijo Natán, y el sacerdocio
representado por Leví y su nieto Simei, que en el pasado habían dado mal
ejemplo, fueron los que expresaron mayor tristeza y consternación (2Sa.5:14;
Núm.3:17-21). Esta lamentación y penitencia profunda no es algún tipo de
emoción corporativa, sino que cada individuo se contrista por su pecado y expresa
su fe en el Señor Jesucristo.
Al final de los tiempos, toda la gente se dará cuenta de que Jesús, el hombre al que traspasaron y murió, era en verdad el Mesías. Habrá un despertar y un avivamiento. El Mesías crucificado se revelará claramente.
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