Malaquías 2

Resultados de la desobediencia

Mal 2:2  Si no oyereis, y si no decidís de corazón dar gloria a mi nombre, ha dicho Jehová de los ejércitos, enviaré maldición sobre vosotros, y maldeciré vuestras bendiciones; y aun las he maldecido, porque no os habéis decidido de corazón. 

La afirmación del amor incondicional del Señor (1:2-5) no servía para absolver la culpa del pueblo, por eso el profeta pronuncia la acusación en contra de los sacerdotes, quienes eran los líderes espirituales de la nación. Les demostró que habían despreciado los sacrificios a Dios (1:6-14), también su gloria (2:1-3) y aun su ley (2:4-9).

Inicia con una advertencia (v. 1) palabra que normalmente la palabra se traduce “mandamiento”. Aquí no hay exactamente un “mandamiento” sino una advertencia donde se señalaban las consecuencias de la desobediencia de los sacerdotes.

El resultado de no glorificar a Dios sería una maldición enviada sobre ellos (v. 2). Este es un tema fundamental del AT: bendición por obediencia, maldición por desobediencia. Las bendiciones se referían a todos los beneficios de la gracia de Dios (v. 5), que incluía aun aquellas pronunciadas por los sacerdotes sobre el pueblo

Seguidamente usa un lenguaje gráfico para mostrar cómo veía Dios a los sacerdotes infieles (v. 3). Según la ley, los desechos de los animales sacrificados eran llevados fuera del campamento para ser quemados (Lev.16:27),  así también los sacerdotes serían desechados y sufrirían humillación ante la pérdida de su ministerio. El propósito del Señor con esta advertencia era sacudirlos para que abandonaran su complacencia.

La relación de Dios con el sacerdocio se estableció con claridad en el pacto levítico (Núm.3:44-48). El pacto consistía en la responsabilidad mutua, porque Dios esperaba la reverencia de ellos, a cambio de vida y paz para los sacerdotes. Este pacto fue hecho con Aarón, del linaje de Leví y sus descendientes. Los sacerdotes  en el tiempo de Malaquías se habían engañado a sí mismos al reclamar los privilegios del pacto mientras desobedecían sus condiciones, como si Dios estuviera en la obligación de bendecirlos, así ellos rechazaran la obligación de servirlo (vv. 4-5).

Aarón, a diferencia de los sacerdotes del tiempo de Malaquías, temió y reverenció a Dios. Aarón también cumplió esta responsabilidad y vivió conforme a la piedad que enseñó (v. 6). Los sacerdotes eran los mensajeros de Dios en Israel. No solo debían representar al pueblo ante Dios, sino que también eran responsables de representar a Dios delante del pueblo, por medio de la enseñanza de la ley de Moisés a la nación. (v. 7)

Los sacerdotes del tiempo de Malaquías se apartaron por completo del parámetro original de Dios que había dado a Leví, e hicieron que muchos otros tropezaran por su mal ejemplo, y su interpretación falsa de la ley (vv. 8-9). En consecuencia, la vergüenza y la degradación más infame, cayó sobre ellos.

En los vv. 10-11 expresa “…nos portamos deslealmente”. Este concepto se refiere a la violación de la voluntad de Dios, permitiendo el divorcio de los hombres de sus esposas judías y su unión con mujeres extranjeras. Dios es el Padre que dio vida a Israel, pero ellos introdujeron la división, al mezclarse con idólatras y violaron el pacto que Él hizo con sus antepasados, para asegurar la preservación de un pueblo apartado (Éx.19:5; Lev.20:24; Deu.7:1-4).

La consecuencia de este acto sería “Jehová cortará”. Esta expresión se empleaba con referencia a la muerte. Sus acciones adúlteras de divorcio y unión con mujeres paganas produciría la pérdida de sus derechos y privilegios en la comunidad de Israel, y por esa razón sus ofrendas a Dios serían rechazadas.

La expresión “al que vela y al que responde” se refiere a dos clases de personas: el "vigía activo" que vela y está despierto a la realidad, y el "oyente pasivo" que espera antes de responder. Esto alude al juicio de exterminación, en contra de todos los que cometieron pecados de idolatría con tal insolencia.

El sacerdote junto al infractor, tratarían de cubrir el altar de lágrimas (v. 13). El llanto y el clamor serían en vano porque el pecado había cerrado la puerta de acceso a Dios. Ellos habían violado sus votos matrimoniales y la separación total de los ídolos que Dios requería. Esta deslealtad doble, hacía que sus ofrendas no fueron más que una burla hipócrita. Puesto que los únicos que tenían acceso a los altares eran los sacerdotes, es claro que su culpabilidad era mayor y su hipocresía la más inaceptable para Dios.

El profeta acentuó el carácter inicuo de la infidelidad al mencionar los aspectos legales y obligatorios del contrato matrimonial, un pacto hecho ante Dios como testigo (Gén.31:50). Las esposas se casaban muy jóvenes, en algunos casos antes de los quince años de edad (v. 14).

Malaquías llamó la atención sobre la institución original del matrimonio por parte de Dios (v. 15), en la cual convirtió a dos en uno. De esta manera les recordó que Dios solo provee una mujer para un hombre. Aunque Él tenía el poder del Espíritu para dar vida y pudo haber dado a Adán varias esposas, Él creó una sola para él, con el propósito de levantar "una descendencia para Dios". La poligamia, el divorcio y el matrimonio con mujeres idólatras eran situaciones destructivas, para el establecimiento de un remanente piadoso en el linaje del Mesías prometido.

Solo si el padre y la madre se mantienen fieles a sus votos matrimoniales, podrán los hijos recibir con seguridad, la base para una vida conforme a la voluntad de Dios. Debido a que esta institución divina fundamental del matrimonio se veía amenazada, Malaquías urgió a los esposos a que no actuaran con deslealtad hacia sus esposas.

En el v. 16 el Señor afirma que aborrece el repudio. El Señor hizo hincapié en lo que acababa de decir con esta declaración enérgica. Lo cierto del caso es que Dios considera el divorcio injustificado, como un acto pecaminoso de mucha gravedad, tras el cual queda tanta evidencia de su maldad, como la sangre de la víctima en el cuerpo del homicida. Dios ordenó a los judíos que se separaran de sus esposas idólatras. Aunque Dios aborrece el divorcio, hay algunos casos en los que es el menor de los males, ya que podría prevenir una catástrofe espiritual todavía mayor en el futuro.

El v. 17 afirma “Habéis hecho cansar a Jehová". Tras la reconstrucción del templo vino la desilusión. La presencia de Dios no había venido al nuevo templo y el pueblo comenzó a vivir con indiferencia hacia Dios. Endurecido y carente de discernimiento espiritual, el pueblo persistió en sus expresiones cínicas de inocencia. Habían abandonado toda intención de tomar en serio las diferencias entre el bien y el mal.

Dominados a tal punto por la complacencia de creerse justos en su propia opinión, tuvieron el descaro de cuestionar con insolencia al Señor, y dieron a entender que Él parecía favorecer a los malvados y no interesarse mucho en los justos. El profeta los confrontó con la realidad de su juicio inminente y les dijo que Dios sí venía en camino, pero no como ellos querían, sino para refinar y purificar.

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