2 Tesalonicenses 3
Exhortaciones a lo tesalonicenses
2Ts 3:1 Por lo demás, hermanos, orad por nosotros, para que la palabra del Señor corra y sea glorificada, así como lo fue entre vosotros,
Luego de disertar sobre la venida del Señor, el apóstol presenta una serie de instrucciones sobre el propósito de la iglesia. Toca dos temas principales: la oración por la misión de Pablo (vv. 1-5) y el peligro de la pereza (vv. 6-16). Inicia afirmando “No obstante, por lo demás” (v. 1) dando evidencia del comienzo de las exhortaciones finales, la penúltima parte de una carta, antes de terminarlas con una conclusión.
Aunque
Pablo ya exhortó a los creyentes en la carta a la firmeza y la fidelidad (2:15–
17), continúa con otra palabra de súplica: "orad por nosotros" (v. 1). En
realidad, la oración constante de los tesalonicenses por Pablo serviría como un
eco de su oración por ellos (2:16-17),
es decir, la oración recíproca entre hermanos. Pablo solicita dos motivos de
intercesión: primero, por el crecimiento del evangelio; y luego, por su
libertad personal. Para Pablo la propagación del evangelio era lo más
importante en su vida, sin pensar en el precio.
La
otra súplica era orar para ser librados de los hombres perversos y malos (v. 2). Seguro vino el
recuerdo a Pablo por los rechazos de los judíos en Tesalónica y Berea (Hch.
17:5), por los griegos en Atenas (Hch. 17:32), y ahora, en Corinto (Hch.
18:12–16). La fe indica que esos
perversos y malos asaltadores actuaban por motivos egoístas, injustos y pasiones malignas.
“Pero
fiel es el Señor” (v. 3), Pablo así disminuye la amenaza satánica. La fidelidad
del Señor contrarresta la fuerza de los enemigos de la iglesia. Pablo les
asegura con toda confianza, que el Señor les establecerá y guardará del mal. La
presencia constante de Jesucristo en la iglesia fortalece y fortifica a cada
creyente en los tiempos difíciles. El mal quiere decir Satanás mismo, es el que motiva a los hombres perversos y malos; por lo tanto, solo la fidelidad
del Señor puede consolarles, no sus propios recursos.
Por
consiguiente, Pablo resalta su confianza en el Señor (v. 4). El propósito aquí
era llamar la atención de las tesalonicenses sobre la fidelidad de Cristo,
hasta que ellos llegaran, al punto de confiar totalmente en el señorío de él.
Este propósito también explica el uso de su autoridad: os mandamos; como Pablo
les había escrito: “Ya sabéis cuáles son las instrucciones que os dimos de
parte del Señor Jesús” (1 Tes. 4:2).
En
el v. 5 el apóstol afirma “El Señor dirija vuestros corazones”. Esta era una
exhortación que les motivaba a los deberes de los vv. 6-15. Si el Señor estaba
dirigiéndoles en el presente, él eliminaría todo obstáculo a la obediencia en
el futuro. Además de enfocar la fidelidad divina, Pablo cita el
motivo del amor de Dios, subrayando el hecho de que todos ellos eran receptores de su misericordia. De modo que al
tratar el caso de los miembros de la iglesia que andaban desviados,
ellos tendrían el valor de resolver el problema eficazmente, siguiendo como
ejemplo la paciencia de Cristo manifestada en su obediencia al Padre hasta la
muerte en la cruz.
Otra
vez Pablo afirma: Os mandamos, hermanos, en el nombre de nuestro Señor
Jesucristo (v. 6), citando su autoridad fundada en la de Jesucristo. Sin
embargo, con amistad y sensibilidad les exhorta como hermanos. Esto incluía
todo hermano, aun a los que andaban desordenadamente. En otras palabras, les
exhorta a todos con autoridad y aprecio.
Como
algunos interpretaron mal la venida del Señor, pensando que ya había llegado (2:2), muchos de ellos pensaban que no era
necesario ocuparse de su labor diaria; a esto Pablo designó como andar
desordenadamente y no conforme a la doctrina. La ética cristiana está en contra
de la ociosidad que da resultados inútiles. Para evitar los problemas que venían
de todo esto, Pablo declara que ellos no recibieron de parte del apóstol, tal posición,
espíritu ni creencia. Más bien, los hermanos llevan consigo la responsabilidad
de orientar y servir como ejemplo para otros hermanos. Para Pablo el compañerismo es
imposible sin la armonía total en la iglesia.
Por
ello Pablo los exhorta a imitarlo (v. 7), Pablo puso énfasis en que él no había
vivido desordenadamente entre vosotros. Su modo de vivir, y el de Silas y
Timoteo, era de armonía, entrega y disciplina. Con más que palabras, ahora con su
propio ejemplo, Pablo da fe a su exhortación: ni hemos comido de balde el pan
de nadie (v. 8). Es posible que los falsos maestros hacían referencia al
ejemplo de Pablo como invitado en las casas comiendo con los hermanos de vez en
cuando, justificándose así por la ociosidad y el hábito de ellos de comer de
balde, (gratis) el pan de los demás. Pablo responde a esta excusa categóricamente:
Trabajamos arduamente hasta la fatiga, de noche y de día. Por supuesto, el
motivo de Pablo es animar a todos los tesalonicenses a no ser gravosos a
ninguno, al igual que él. Para Pablo su auto-sostén fue un requisito para la
predicación del evangelio (1 Tes. 2:9).
Después
de amontonar varios motivos para la obediencia, Pablo reitera su último énfasis:
… daros en nuestras personas un ejemplo de imitar (v. 9). El ejemplo de Pablo incluía
hasta la propia renuncia a sus derechos apostólicos: no porque no tuviese autoridad.
Pablo, cedió sus derechos para dejar a sus oponentes sin motivo para acusarle,
y ahora esta renuncia de derechos servía de ejemplo de lo que los
tesalonicenses debían imitar. Pablo señala el egoísmo de algunos que estaban
exigiendo sus propios derechos de comer de balde el pan de otros.
Pablo
llega al final de su disertación afirmando: Aun estando con vosotros os
amonestábamos así: que si alguno no quiere trabajar, tampoco coma (v. 10). Él
acentúa este imperativo porque hemos oído que algunos (v. 11), por causa de sus
creencias superficiales y conducta egoísta, estaban esparciendo un testimonio
dañino. Este testimonio resaltó tres motivos: andan desordenadamente… sin
trabajar en nada,… entrometiéndose en lo ajeno. Estos herejes eran culpables de
dos equivocaciones. En primer lugar, ellos creían desordenadamente y comían el
pan de otros sin trabajar; en segundo lugar, persuadieron a otros a identificarse
con la doctrina y las acciones de ellos mismos.
Finalmente,
Pablo escribe directamente a los “desordenados”, llamándoles “los tales” (v. 12).
La mezcla de autoridad y sensibilidad muestra el deseo de Pablo de lograr una reconciliación,
no la condenación ni la exclusión de ellos. Pablo les recuerda de la vida como
hermanos que ellos gozaban en el Señor Jesucristo. Pablo agrega su anhelo de
oír que ellos estaban trabajando sosegadamente. También, les implora a los
tales que tomen en cuenta sus instrucciones respecto a la venida del Señor (2:1–12) y que no continuaran
persuadiendo de lo contrario a los demás. Además, les suplica que regresen a su
trabajo diario para no comer “de balde” el pan de otros.
En
seguida, Pablo dicta instrucciones a los demás hermanos (v. 13), porque son
ellos los que tenían la tarea de ponerlas en práctica. Como siempre, los
hermanos debían hacer el bien. Sin embargo, esta exhortación se concentraba en
un propósito específico. No os canséis (v. 14) indicaba “no empezar a
cansarse”, al aplicar la disciplina necesaria para lograr la obediencia de los
desordenados. Con todo, es preciso que todos hagan el bien, que hagan lo justo
como hermanos.
Pablo
quería que cada desobediente volviera en sí, pensando seriamente en lo que estaba
haciendo. Pablo de ninguna manera señalaba que la iglesia le causara vergüenza al
desobediente, castigándole insensiblemente. De modo que continúa diciendo: no
lo tengáis por enemigo (v. 15). El propósito de la disciplina no debía llegar al
extremo de excluir o deshacerse de un hermano pecador. Al contrario,
amonestadle como a hermano, es decir, hacer todo lo posible para recuperarle y
restablecer el compañerismo con cualquier desviado de la fe.
En
los vv. 16-18 el apóstol inicia la conclusión. Aun en las palabras finales el propósito de
Pablo eras animarles a mantener la unidad de la iglesia, en particular recuperar
a los desordenados. El apóstol afirma “el mismo Señor. Jesucristo es la única
fuente de paz y la da siempre y en toda manera” (v. 16). Para Pablo, la paz
significa la prosperidad espiritual completa que incluye la permanencia continua
y bajo toda circunstancia. Con esta promesa resonando en su mente, Pablo ofrece
una bendición: “El Señor sea con todos vosotros”.
Después
de la bendición final, Pablo agrega su firma por escrito. Como siempre, hace
claro su propósito: “Este saludo es de mi mano”, (v. 17). Las palabras puestas
en negrita por este autor reflejan cómo Pablo hace hincapié en la autenticidad
suya de esta carta. La segunda bendición en el v. 18 Pablo agrega “que la gracia de nuestro Señor
Jesucristo descanse sobre todos los hermanos, especialmente sobre los
desordenados, porque su necesidad de obediencia a la fe era urgente”.
Este
libro es significativo para aquellos que están siendo perseguidos o que están
bajo presión por causa de su fe. En el cap. 1 se nos dice lo que el sufrimiento
puede hacer por nosotros. En el cap. 2 se nos asegura la victoria final. En el
cap. 3 se nos anima a vivir en forma responsable a pesar de las circunstancias
difíciles. El regreso de Cristo es más que una doctrina, es una promesa. Esta
epístola no es sólo para el futuro sino que tiene un impacto vital en la forma
como vivimos hoy.
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