Zacarías 4
La visión del candelabro
Zac 4:2 Y me dijo: ¿Qué ves? Y respondí: He mirado, y he aquí un candelabro todo de oro, con un depósito encima, y sus siete lámparas encima del candelabro, y siete tubos para las lámparas que están encima de él;
La
visión aparentemente tuvo como fondo el templo judío; el candelabro formaba
parte del mobiliario del mismo. En la visión aparece el candelabro con las
siete lámparas; el depósito para el combustible era alimentado por dos olivos.
Entrando un poco en el detalle de los elementos podemos distinguir algunas
cosas.
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El candelabro era elaborado de un material sólido y fino como es el oro, que
simboliza la presencia misma de Dios, además de su santidad y la consistencia de
su carácter moral. Las siete lámparas simbolizan la luz completa y perfecta.
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El depósito es un símbolo del constante suministro de combustible que viene a
constituir una fuente de poder. Sin aceite las lámparas se apagan; la ausencia
de luz era uno de los desastres más grandes que podían suceder en el templo.
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Los dos olivos. El aceite que se usaba en la combustión de las lámparas era
sustraído del olivo; tener dos olivos, uno a cada lado, es símbolo de la
seguridad de un suministro permanente. Estos tres elementos nos proveen información
capaz de alentar y fortalecer a cualquier líder.
En
los vv. 1-3 se realiza una descripción de la visión de las siete lámparas y de
los dos olivos. En el v. 4 sigue con la pregunta: ¿Qué son éstos, señor mío? El
ángel responde con otra pregunta (v. 5):
¿No sabes … ?, la cual no recibe contestación inmediata sino después de la visión
acerca de Zorobabel (vv. 6-10). Finalmente, el profeta recibe la contestación a
su pregunta en el v. 10 respecto a los
“siete”. En los vv. 11-14 se realizan dos preguntas acerca de los dos olivos y
los dos tubos de oro, con la misma respuesta del ángel como en el v. 5: ¿No
sabes … ? En el v. 14 el profeta recibe la contestación a las dos preguntas.
Reconstruir
el templo era una obra de gran envergadura que requería no solo de los
recursos, sino de una gran motivación. Los líderes y el pueblo mismo habían
perdido toda motivación para seguir reconstruyendo este símbolo nacional. La
decadencia espiritual de la nación se reflejaba en la despreocupación por la
reconstrucción de este centro de adoración.
El
v. 6, es uno de los versos más citados y predicados en la actualidad, debido a
que el movimiento cristiano se mueve con un énfasis especial en el Espíritu
Santo. Esta declaración es una cita bíblica que conforta al cristiano.
Una
palabra le asegura a Zorobabel que no le hacía falta ejército ni fuerza, sino
el Espíritu de Dios (vv. 6-7). Los gritos de “¡Gracia! ¡gracia sea a ello!”, significaba
tanto la hermosura del edificio como la condición de gracia que los capacitaba
para la reconstrucción. La piedra principal era “la piedra de cabecera”, era una
piedra importante del templo, significando la terminación del edificio (v. 9),
y probablemente significaba “la piedra fundamental” (Sal. 118:22), la piedra
colocada en la esquina superior de dos paredes para sostenerlas adecuadamente.
Es
interesante notar que el decreto de Ciro (Ez.1:2-4), para que el pueblo judío
regresara a su tierra, era con el propósito de edificar la casa de Dios. Ellos
regresaron, pusieron los cimientos pero, por causa de la oposición que
provocaron los samaritanos, dicha obra fue suspendida por 16 años. Recomenzar
era un reto grande; no contaban con un ejército para hacer frente a los
enemigos, ni tenían suficientes espadas, pero tenían el Espíritu de Jehová de
los Ejércitos.
En
el v. 7 se hace referencia a Zorobabel, mientras que en la visión anterior fue el
sumo sacerdote Josué quien fue mencionado. Estos dos hombres tenían sobre sus
hombros la responsabilidad de lograr el objetivo de reconstruir el templo; esta
labor sería posible gracias al poder del Espíritu Santo.
En
los vv. 8-10 se presenta la promesa de Dios, de que Zorobabel podría terminar
la reconstrucción del templo. No sería igual como cuando los exiliados
volvieron de Babilonia: y comenzaron la construcción y luego se les persuadió a
desistir (Esd. 4:4-5). ¿Quién despreció el día de las pequeñeces? (v. 10)
aludiría a aquellos que estaban desanimados al ver la oposición y la condición
débil del pueblo que había vuelto a Jerusalén. Pensaban que no podrían tener
éxito, pero se regocijarían cuando vieran el éxito de Zorobabel.
Josué
y Zorobabel eran los dos ungidos de Dios para dirigir y motivar a un pueblo
pasivo sin ánimo para trabajar. Los profetas Zacarías y Hageo tenían el mandato
de Dios de predicar sobre la reconstrucción del templo, basado en una
reconstrucción espiritual.
Se
le estaba garantizando a Zorobabel que la obra sería concluida bajo su mando, y
así fue. Ellos no contaban con los recursos necesarios para realizarla; sus
enemigos y aun parte del pueblo se burlaban de ellos, ridiculizándolos,
menospreciando el trabajo que estaban realizando. Estos burladores serían
ridiculizados cuando vieran el templo concluido, cambiarían de actitud, se
alegrarían cuando vieran a Zorobabel supervisando los últimos detalles.
Muchos de los judíos ancianos estaban descorazonados cuando se dieron cuenta de que el nuevo templo no sería tan grande ni tendría el esplendor del anterior, construido en el reinado de Salomón. Sin embargo, lo más grande y hermoso no siempre es lo mejor.
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