Nahum 1

La venganza de Dios.


Nah 1:2  Jehová es Dios celoso y vengador; Jehová es vengador y lleno de indignación; se venga de sus adversarios, y guarda enojo para sus enemigos. 

El nombre del profeta significa, como ya mencionamos, consolación o “tener misericordia”, es decir que él es objeto de la misericordia de Dios, pues lo había colocado para anunciar la venganza que tomaría sobre los enemigos de su pueblo. Esto es un acto de misericordia para con el pueblo que Dios ama y desde luego Nahúm forma parte de dicho pueblo. El v. 1 describe el mensaje como una profecía, un mensaje que le entregó Dios a Nahúm para que fuera presentado, aunque su contenido no fuera fácil. También puede ser calificado como una visión, o sea que no fue visto por todas las personas.

Como ya mencionamos, esta parte es una poesía acróstica realizada con base a la mitad del alfabeto hebreo, este tipo de figura era elaborada así con el fin de facilitar la memorización. Hay que entender esta porción dentro del contexto del AT, en el cual Dios se presenta como el Salvador de un pueblo que estaba bajo el yugo de la muerte (Ex.3:7-9). Dios continúa siendo el dador y preservador de la vida.

Por esa razón es Dios celoso y vengador puesto que para él han significado una ofensa las violaciones cometidas por los asirios, cuyo imperio se había construido a base de la muerte; ahora el Dios de la vida…se venga de sus adversarios, y guarda su enojo contra sus enemigos. Pues no dejará impunes estos crímenes, todos serán castigados por sus pecados pero la venganza de Dios en este caso será contra sus enemigos.

Hay términos en el v. 1 que se usan y que merecen una explicación. El término “celo”, palabra que parece tener una connotación negativa, pecaminosa; pero que si se aplica a Dios señala su preocupación por su pueblo y su bienestar. Dios no tolera compartir lealtades con otros dioses.

La palabra “ira” en Dios, es un estado permanente de Él, frente al pecado por ser santo y justo. Como atributo de Dios no es un sentimiento que aflora cuando alguien peca, es una cualidad personal en la que queda cubierta la persona que está fuera de la voluntad de Dios. Y el término “venganza”, otro atributo de Dios; que es ejercida cuando el hombre o un pueblo quebrantan los principios divinos.

Sin embargo, Jehová es lento para la ira…(v. 3), indica que su ira no es desaforada, caprichosa e irracional como es común entre nosotros; la idea es más bien la de una copa que rebosa y se desborda, es decir, que Jehová ha tenido paciencia pero esta ha sido desbordada por sus enemigos. Este castigo no busca la restauración y el arrepentimiento, y viene en el tiempo adecuado. El ser lento para la ira no significa una debilidad en Dios, pues inmediatamente se afirma: …y grande en poder. Con frecuencia se ha hecho tal énfasis respecto al amor de Dios y se ha dado pie para que se tenga una imagen frágil de su carácter, asemejándolo a aquel abuelo que todo lo tolera y resuelve las cosas con un golpecito en el hombro.

El v. 4 muestra a Dios en control de la naturaleza y su poder por encima de ella, la domina, y ella le obedece. El lenguaje usado aquí refleja la interacción de Dios en medio del caos representado por el mar. El verso dice: Reprende al mar… dando a entender que es dueño y señor del elemento caótico del planeta. Por eso ningún poder de la naturaleza puede sublevarse ante el señorío de Jehová, mucho menos el poder humano de algún imperio que puede ser arrasado por cualquier evento de la naturaleza como un terremoto, un huracán o una inundación.

En el v. 5, aunque continúa la misma idea de los anteriores, aparece un elemento nuevo: los hombres también son objeto de la ira de Dios,…Ante su presencia queda desolada la tierra, y el mundo y todos los que lo habitan. Así como la humanidad es objeto del amor divino igualmente puede ser objeto de su ira. Así como él domina la naturaleza y esta es sumisa ante él, también los seres humanos podemos ser dominados por el Señor y nos daremos cuenta de cuán débiles somos; cuando su ira se desata nadie queda exento de ella, ni aún los más poderosos.

En el v. 6 se enfatiza que la ira de Dios, no es un asunto que se puede tomar a la ligera. Acá se usan tres palabras diferentes: ira (zaam), enojo (ap), ira (jemah). Aquí encontramos ya la relación directa de la ira de Dios con los seres humanos, Dios ha actuado mostrando su poder no solo a través del amor sino a través de la ira, y los hombres han aprendido a ser humildes y sencillos después de esta acción. Se muestra, pues, cómo actúa Dios cuando ha sido desafiado por el orgullo y la prepotencia de los hombres. Las preguntas, ¿Quién resistirá delante de su ira? y ¿Quién quedará en pie ante el furor de su enojo?, tienen respuestas obvias después de que los hombres han hecho rebosar la copa de la tolerancia de Dios.

La venganza de Dios desatada a través de su ira es diferente de los fenómenos con los que fue comparada en los versículos anteriores. A diferencia de la tormenta que cuando se desata afecta a todos por igual sin importar si son buenos o malos, si la merecen o no, la venganza de Dios tiene un propósito definido y está dirigida a un grupo humano específico y por razones concretas.

El v. 7 hace un equilibrio con lo que se ha dicho: nuestro Dios es un Dios que tiene celo, ira y venganza, pero también Jehová es Bueno. Jehová está del lado de su pueblo el cual ha sido objeto de agravios por parte de sus enemigos; y si éste pueblo ha sido atacado y oprimido es una ofensa contra Dios. Por eso la venganza de Dios es también la respuesta de los que han sufrido, y que confían en Dios, contra los que han causado ese sufrimiento. Nahúm afirma esto sin mencionar que el pueblo de Judá también había pecado y por lo tanto también recibiría la reprensión de Dios.

En el v. 8 habla de aquellos quienes son objeto de su venganza. Ellos habían desafiado el poder de Dios tanto por levantarse en forma prepotente como por atropellar la vida de su pueblo. Oprimir al pueblo de Dios es levantarse contra el mismo Jehová y eso no lo permitiría eternamente el Vengador.

Nahúm nos muestra en este pasaje un aspecto de Dios que había sido ignorado, consciente o inconscientemente, por los cristianos al mostrar parcialmente la persona de Dios como un ser tan amoroso que no tiene carácter para reprender, y que si lo hace es a nivel personal. Aquí hay un mensaje para los pueblos que confían en Dios y esperan en él, pues su venganza sobre los que retienen el poder injustamente será una realidad tan cierta como el amor que él nos ha mostrado.

El profeta advierte que la venganza de Dios es definitiva, él no está jugando cuando de hacer justicia se trata (v. 9). Los enemigos pueden tramar muchas cosas pero la intervención de Dios es definitiva. El anuncio de la intervención de Dios no se ha indicado todavía que es en contra de Nínive. Seguramente los creyentes deben haber estado haciéndose muchas preguntas acerca de su propio comportamiento.

Hay una identificación entre hacer el mal contra Jehová (v. 11) y haber oprimido al pueblo de Judá (v. 13). Quien trama el mal contra el pueblo de Dios está contra el mismo Dios, por esa razón, como él es fiel, se siente agraviado y responde con juicio ante sus enemigos. Este acto de Dios significará para el pueblo de Judá la ruptura del yugo opresor (v. 13).

Cada vez el profeta va delineando y especificando los objetos de la venganza divina. Asiria es el imperio al cual hace referencia el profeta, sin embargo parece que se hace alusión al rey de Asiria (Senaquerib), quien es el objeto directo de esta venganza pues él encabeza a quienes se han convertido en los enemigos de Jehová, “De ti salió un consejero de Belial” (v. 11). Esta última frase también puede traducirse “un consejero perverso”. En pasajes como Deu.13:13; Jdg.19:22; 1Sa.2:12 significa “hijos de Belial”. El apóstol Pablo lo usa una vez en 2Co.6:15, en donde llega a significar un personaje opuesto a Cristo, el anticristo o satanás.

En la frase…”no te afligiré más” (v. 12) hay un cambio de persona, de “ellos” se cambia a “tú”, que parece referirse a Judá; Jehová había permitido la aflicción de su pueblo en la que de alguna manera habían sido responsables, pero esto no es lo que deseaba enfatizar el profeta, más bien era que dicho padecimiento Jehová no lo permitirá más. Ha llegado el momento definitivo para la venganza de Jehová...”no tomará venganza dos veces de su enemigo” (v. 9) y no quede ni memoria de tu nombre (v. 14) son frases que expresan el carácter definitivo del castigo de Jehová sobre los gobernantes asirios y como consecuencia sobre todos sus habitantes, quienes de una u otra manera habían sido cómplices de lo vil que ha significado este imperio.

La fe de Nahúm en la acción justa de Jehová es la fe de los que hoy son conscientes de la opresión y sus causas, quienes confían a Jehová el anhelo por hacer justicia pues recibirán en el tiempo de Dios la respuesta a su fe. El fin de Nínive sería relatado en forma clara. No quedaría nada. Tampoco quedaría nada de la familia de Senaquerib. Pero va más allá, pues también sería destruido todo el culto a los dioses asirios. Senaquerib fue asesinado por uno de sus hijos mientras rendía culto a uno de sus dioses (2Re.19:36-37; Is.37:37-38), así se cumplió literalmente este pasaje.

El v. 15 sirve de conclusión para el primer capítulo y de introducción para el segundo. He aquí es una forma típica para empezar un nuevo discurso. Por primera vez se menciona por nombre a Judá. Nahúm presenta el cuadro de un mensajero que al venir por los montes que rodean Jerusalén ¡...anuncia la paz! El evangelio (buenas noticias) es un hecho: Dios ya ha actuado en la historia. Se ha dicho que la existencia de un imperio como Asiria significó dolor y sufrimiento para el pueblo de Dios, por lo tanto él, manteniéndose fiel a su compromiso con este pueblo, destruiría a sus enemigos.

La llegada de la paz no significaría la ausencia de conflictos sino el bienestar integral y colectivo, el cual podía crear condiciones favorables para que el pueblo volviera a celebrar sus fiestas y a cumplir con sus votos (v. 15). Nahúm conoció los efectos de las reformas de Josías, una de las cuales consistió en recuperar espacios perdidos para la adoración y el regreso al templo para efectuar las prácticas que evidenciaran la búsqueda de Dios (2Re.23:4-11). Es por esta razón que el profeta ve en la destrucción del imperio un elemento que ayudaría a que el pueblo de Dios renovara su fe.

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