Nahum 1
La venganza de Dios.
El
nombre del profeta significa, como ya mencionamos, consolación o “tener
misericordia”, es decir que él es objeto de la misericordia de Dios, pues lo había colocado para anunciar la venganza que tomaría sobre los enemigos de su pueblo.
Esto es un acto de misericordia para con el pueblo que Dios ama y desde luego
Nahúm forma parte de dicho pueblo. El v. 1 describe el mensaje como una profecía,
un mensaje que le entregó Dios a Nahúm para que fuera presentado, aunque su
contenido no fuera fácil. También puede ser calificado como una visión, o sea
que no fue visto por todas las personas.
Como
ya mencionamos, esta parte es una poesía acróstica realizada con base a la
mitad del alfabeto hebreo, este tipo de figura era elaborada así con el fin de
facilitar la memorización. Hay que entender esta porción dentro del contexto del
AT, en el cual Dios se presenta como el Salvador de un pueblo que estaba bajo
el yugo de la muerte (Ex.3:7-9). Dios continúa siendo el dador y preservador de
la vida.
Por
esa razón es Dios celoso y vengador puesto que para él han significado una
ofensa las violaciones cometidas por los asirios, cuyo imperio se había
construido a base de la muerte; ahora el Dios de la vida…se venga de sus
adversarios, y guarda su enojo contra sus enemigos. Pues no dejará impunes
estos crímenes, todos serán castigados por sus pecados pero la venganza de Dios
en este caso será contra sus enemigos.
Hay
términos en el v. 1 que se usan y que merecen una explicación. El término “celo”,
palabra que parece tener una connotación negativa, pecaminosa; pero que si se
aplica a Dios señala su preocupación por su pueblo y su bienestar. Dios no
tolera compartir lealtades con otros dioses.
La
palabra “ira” en Dios, es un estado permanente de Él, frente al pecado por ser
santo y justo. Como atributo de Dios no es un sentimiento que aflora cuando
alguien peca, es una cualidad personal en la que queda cubierta la persona que
está fuera de la voluntad de Dios. Y el término “venganza”, otro atributo de
Dios; que es ejercida cuando el hombre o un pueblo quebrantan los principios divinos.
Sin
embargo, Jehová es lento para la ira…(v. 3), indica que su ira no es
desaforada, caprichosa e irracional como es común entre nosotros; la idea es
más bien la de una copa que rebosa y se desborda, es decir, que Jehová ha
tenido paciencia pero esta ha sido desbordada por sus enemigos. Este castigo no
busca la restauración y el arrepentimiento, y viene en el tiempo adecuado. El
ser lento para la ira no significa una debilidad en Dios, pues inmediatamente
se afirma: …y grande en poder. Con frecuencia se ha hecho tal énfasis respecto
al amor de Dios y se ha dado pie para que se tenga una imagen frágil de su
carácter, asemejándolo a aquel abuelo que todo lo tolera y resuelve las cosas
con un golpecito en el hombro.
El
v. 4 muestra a Dios en control de la naturaleza y su poder por encima de ella,
la domina, y ella le obedece. El lenguaje usado aquí refleja la interacción de
Dios en medio del caos representado por el mar. El verso dice: Reprende al mar…
dando a entender que es dueño y señor del elemento caótico del planeta. Por eso
ningún poder de la naturaleza puede sublevarse ante el señorío de Jehová, mucho
menos el poder humano de algún imperio que puede ser arrasado por cualquier
evento de la naturaleza como un terremoto, un huracán o una inundación.
En
el v. 5, aunque continúa la misma idea de los anteriores, aparece un elemento
nuevo: los hombres también son objeto de la ira de Dios,…Ante su presencia
queda desolada la tierra, y el mundo y todos los que lo habitan. Así como la
humanidad es objeto del amor divino igualmente puede ser objeto de su ira. Así
como él domina la naturaleza y esta es sumisa ante él, también los seres
humanos podemos ser dominados por el Señor y nos daremos cuenta de cuán débiles
somos; cuando su ira se desata nadie queda exento de ella, ni aún los más
poderosos.
En
el v. 6 se enfatiza que la ira de Dios, no es un asunto que se puede tomar a la
ligera. Acá se usan tres palabras diferentes: ira (zaam), enojo (ap), ira
(jemah). Aquí encontramos ya la relación directa de la ira de Dios con los
seres humanos, Dios ha actuado mostrando su poder no solo a través del amor
sino a través de la ira, y los hombres han aprendido a ser humildes y sencillos
después de esta acción. Se muestra, pues, cómo actúa Dios cuando ha sido
desafiado por el orgullo y la prepotencia de los hombres. Las preguntas, ¿Quién
resistirá delante de su ira? y ¿Quién quedará en pie ante el furor de su
enojo?, tienen respuestas obvias después de que los hombres han hecho rebosar
la copa de la tolerancia de Dios.
La
venganza de Dios desatada a través de su ira es diferente de los fenómenos con
los que fue comparada en los versículos anteriores. A diferencia de la tormenta
que cuando se desata afecta a todos por igual sin importar si son buenos o
malos, si la merecen o no, la venganza de Dios tiene un propósito definido y
está dirigida a un grupo humano específico y por razones concretas.
El
v. 7 hace un equilibrio con lo que se ha dicho: nuestro Dios es un Dios que
tiene celo, ira y venganza, pero también Jehová es Bueno. Jehová está del lado
de su pueblo el cual ha sido objeto de agravios por parte de sus enemigos; y si
éste pueblo ha sido atacado y oprimido es una ofensa contra Dios. Por eso la
venganza de Dios es también la respuesta de los que han sufrido, y que confían
en Dios, contra los que han causado ese sufrimiento. Nahúm afirma esto sin
mencionar que el pueblo de Judá también había pecado y por lo tanto también
recibiría la reprensión de Dios.
En
el v. 8 habla de aquellos quienes son objeto de su venganza. Ellos habían
desafiado el poder de Dios tanto por levantarse en forma prepotente como por
atropellar la vida de su pueblo. Oprimir al pueblo de Dios es levantarse contra
el mismo Jehová y eso no lo permitiría eternamente el Vengador.
Nahúm
nos muestra en este pasaje un aspecto de Dios que había sido ignorado,
consciente o inconscientemente, por los cristianos al mostrar parcialmente la
persona de Dios como un ser tan amoroso que no tiene carácter para reprender, y
que si lo hace es a nivel personal. Aquí hay un mensaje para los pueblos que
confían en Dios y esperan en él, pues su venganza sobre los que retienen el
poder injustamente será una realidad tan cierta como el amor que él nos ha
mostrado.
El
profeta advierte que la venganza de Dios es definitiva, él no está jugando
cuando de hacer justicia se trata (v. 9). Los enemigos pueden tramar muchas
cosas pero la intervención de Dios es definitiva. El anuncio de la intervención
de Dios no se ha indicado todavía que es en contra de Nínive. Seguramente los
creyentes deben haber estado haciéndose muchas preguntas acerca de su propio
comportamiento.
Hay una identificación entre hacer el mal contra Jehová (v. 11) y haber oprimido al pueblo de Judá (v. 13). Quien trama el mal contra el pueblo de Dios está contra el mismo Dios, por esa razón, como él es fiel, se siente agraviado y responde con juicio ante sus enemigos. Este acto de Dios significará para el pueblo de Judá la ruptura del yugo opresor (v. 13).
Cada
vez el profeta va delineando y especificando los objetos de la venganza divina.
Asiria es el imperio al cual hace referencia el profeta, sin embargo parece que
se hace alusión al rey de Asiria (Senaquerib), quien es el objeto directo de
esta venganza pues él encabeza a quienes se han convertido en los enemigos de
Jehová, “De ti salió un consejero de Belial” (v. 11). Esta última frase también
puede traducirse “un consejero perverso”. En pasajes como Deu.13:13; Jdg.19:22;
1Sa.2:12 significa “hijos de Belial”. El apóstol Pablo lo usa una vez en 2Co.6:15,
en donde llega a significar un personaje opuesto a Cristo, el anticristo o satanás.
En
la frase…”no te afligiré más” (v. 12) hay un cambio de persona, de “ellos” se
cambia a “tú”, que parece referirse a Judá; Jehová había permitido la aflicción
de su pueblo en la que de alguna manera habían sido responsables, pero esto no
es lo que deseaba enfatizar el profeta, más bien era que dicho padecimiento
Jehová no lo permitirá más. Ha llegado el momento definitivo para la venganza
de Jehová...”no tomará venganza dos veces de su enemigo” (v. 9) y no quede ni
memoria de tu nombre (v. 14) son frases que expresan el carácter definitivo del
castigo de Jehová sobre los gobernantes asirios y como consecuencia sobre todos
sus habitantes, quienes de una u otra manera habían sido cómplices de lo vil
que ha significado este imperio.
La
fe de Nahúm en la acción justa de Jehová es la fe de los que hoy son
conscientes de la opresión y sus causas, quienes confían a Jehová el anhelo por
hacer justicia pues recibirán en el tiempo de Dios la respuesta a su fe. El fin
de Nínive sería relatado en forma clara. No quedaría nada. Tampoco quedaría
nada de la familia de Senaquerib. Pero va más allá, pues también sería destruido
todo el culto a los dioses asirios. Senaquerib fue asesinado por uno de sus
hijos mientras rendía culto a uno de sus dioses (2Re.19:36-37; Is.37:37-38),
así se cumplió literalmente este pasaje.
El
v. 15 sirve de conclusión para el primer capítulo y de introducción para el
segundo. He aquí es una forma típica para empezar un nuevo discurso. Por
primera vez se menciona por nombre a Judá. Nahúm presenta el cuadro de un
mensajero que al venir por los montes que rodean Jerusalén ¡...anuncia la paz!
El evangelio (buenas noticias) es un hecho: Dios ya ha actuado en la historia.
Se ha dicho que la existencia de un imperio como Asiria significó dolor y
sufrimiento para el pueblo de Dios, por lo tanto él, manteniéndose fiel a su
compromiso con este pueblo, destruiría a sus enemigos.
La
llegada de la paz no significaría la ausencia de conflictos sino el bienestar
integral y colectivo, el cual podía crear condiciones favorables para que el
pueblo volviera a celebrar sus fiestas y a cumplir con sus votos (v. 15). Nahúm
conoció los efectos de las reformas de Josías, una de las cuales consistió en
recuperar espacios perdidos para la adoración y el regreso al templo para
efectuar las prácticas que evidenciaran la búsqueda de Dios (2Re.23:4-11). Es
por esta razón que el profeta ve en la destrucción del imperio un elemento que
ayudaría a que el pueblo de Dios renovara su fe.
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