Abdías 1:1-14
Destrucción de Edom
Abd 1:1 Visión de
Abdías. Jehová el Señor ha dicho así en cuanto a Edom: Hemos oído el pregón de
Jehová, y mensajero ha sido enviado a las naciones. Levantaos, y levantémonos
contra este pueblo en batalla.
En los vv. 1-9 se pronuncia el juicio contra Edom. El v. 1 introduce un mensaje teológico. Este puede dividirse en cuatro partes: Inicia cuando el profeta comienza haciendo referencia a su “visión”, que señala la naturaleza revelada de su mensaje, pero no menciona a su familia ni la fecha de su profecía. La visión era el medio por el cual los profetas interpretaban el mensaje de Dios para los israelitas y el mundo, en un momento determinado. Sigue con la expresión hebrea “el Señor Jehová” donde se destaca la autoridad divina sobre los pueblos y reyes de la tierra. Es la majestad suprema la que habla sobre Edom, un pueblo no reconocido como pueblo de Dios, pero sobre el cual Jehová también tiene autoridad.
Continua con Abdías hablando como miembro de la
comunidad de profetas, que interpretan el mensaje divino y luego envían a un
mensajero a las naciones a proclamarlo. Este mensajero desempeña la función de
“ángel”, pues es enviado con un mensaje particular. Y termina con un llamado a
los pueblos de alrededor a unirse al juicio contra Edom, por el mal
comportamiento contra su hermano Jacob.
Los
vv. 2-4 nos ofrecen el fundamento teológico de la profecía de
condenación dado por Abdías. El v. 2 destaca la condenación a una nación
orgullosa, señalando su destino fatal: "será empequeñecida porque se enalteció a
sí misma (soberbia) y será menospreciada porque se enseñoreó sobre otros". El
mensaje profético de “hacer justicia, amar misericordia y caminar humildemente
con tu Dios” (Miq.6:8) tiene un carácter universal, puesto que ahora Jehová
juzga a Edom con base en este precepto moral.
El
v. 3 nos dice que la soberbia es la peor consejera y una mala directriz en la
vida, ya que ninguno de sus consejos son ciertos sino falsos. También se
refiere a que Edom vivía en “las hendiduras de la peña”, porque Edom se había
establecido y fortalecido en dicha área y había construido una fortaleza (2Re.14:7),
donde más tarde se construyó la ciudad de Petra de los nabateos. Esa zona era
caracterizada por la seguridad militar que ofrecía y la superioridad geográfica
en relación con otros lugares.
El
v. 4 usa dos imágenes para mostrarnos la insensatez de la soberbia de Edom, que
había pensado que como nación podía elevarse cuantas veces quisiera, como
cuando “el águila” emprende su vuelo, escapando de sus enemigos a las alturas;
y que “las estrellas” podrían protegerla del alcance de los ataques enemigos.
Sin embargo, el profeta anuncia la condena de Dios diciendo “de allí te haré
descender, dice Jehová”. No hay lugar suficientemente seguro para proteger a
una nación del juicio de Dios.
El
v. 5 introduce, con un tono de lamentación irónica, la destrucción de Edom
usando dos figuras: los ladrones y los vendimiadores; contrastando el menor
daño que hacen los ladrones y vendimiadores, con el daño que ocasionarán los que
se levanten contra Edom: Primero afirma que a diferencia de los ladrones,
que solo toman lo que desean, aquellos que se levanten contra Edom no dejarán
nada. Ellos saquearán la nación. Y segundo que a diferencia de los
vendimiadores que en el tiempo de la cosecha dejan lo último para los pobres
(Lev.19:10), aquellos que se levanten contra Edom no dejarán nada, ellos
saquearán la nación. La profecía introduce la destrucción total de Edom y lo
relata usando el perfecto profético, es decir, el futuro es tan cierto que el
profeta lo expresa como ya realizado, lo cual muestra la convicción de que su
mensaje es divino y que tendrá cumplimiento.
En el v. 6 señala la pérdida de la seguridad y la protección de Esaú. Todo lo
oculto que daba “seguridad nacional” a Edom había sido descubierto, y “sus
tesoros escondidos fueron saqueados”. Estos tesoros escondidos fueron fruto del
comercio de las caravanas en el desierto. Las cosas y los “tesoros” de los que se
jactaba Esaú, habían sido saqueados.
En
el v. 7 se condena a Edom. Comienza declarando por qué es incierta la seguridad
y la protección de la que gozaba Edom. Sus viejos aliados, los moabitas, amonitas
y beduinos ahora juegan un falso papel. Los aliados de Edom con quienes había
firmado pactos de alianza y mutua defensa, ahora no cumplen con sus pactos. Los
que firmaron un acuerdo de paz con Edom, ahora se levantan contra el para
hacerles la guerra. Sus amigos ahora lo traicionan. Para Abdías esto estaba
fuera de su entendimiento, no tenía sentido. Fueron los babilonios quienes se
volvieron contra Edom después de la toma de Jerusalén. En los siglos IV-III a.C.
Edom había desaparecido y el reino babilónico tomaba su lugar.
El
v. 8 presenta la condena contra la sabiduría y prudencia del monte de Esaú, que
se presentan opuestas a la sabiduría y prudencia del monte de Sion. La
sabiduría y prudencia de Edom descansaban en sus aliados, en acuerdos de paz y
amistades con los pueblos vecinos que eran una
amenaza para su estabilidad y seguridad. Mientras que la sabiduría y
prudencia de Sion descansaban en “el temor de Jehová” y en “el apartarse del
mal” (Sal 1:7I); “Hacer justicia” y “amar misericordia” (Miq.6:8). Esta es la
verdadera sabiduría y la mejor consejera para las naciones. Así, la confianza
en fuerzas humanas se convierte en una maldición, mientras que la confianza en
Dios es una bienaventuranza.
El
v. 9 condena la valentía de Temán, que fue la principal ciudad de Edom, protegida por la Sela (roca) y por todos los hombres de guerra. Esa
valentía era presentada como circunstancial, sustentada en las ventajas
geográficas de la ciudad y su ejército. Cualquier ejército se desvanece ante el
señorío de Jehová, y toda ventaja geográfica, se hace nada ante el poder del
reino de Dios que se mueve en la historia de los pueblos.
Los
vv. 10-11 retoman el fundamento teológico de la profecía de condenación de
Abdías sobre Edom, que tomó partido con los enemigos de Israel en el momento en
que Jerusalén y Judá estaban en graves problemas. Recordemos que Esaú, fue hermano
gemelo de Jacob. Entre los hermanos tiene que haber protección y cuidado, solo por el hecho de ser hermanos. Esto es parte de la conciencia moral, pero
es lo que justamente Esaú había abandonado (v. 10).
El
v. 11 destaca cómo esta injuria edomita se había llevado a cabo: Abdías hace
referencia al evento histórico ocurrido en Jerusalén en el año 587 a.C. cuando
Nabucodonosor tomó la ciudad de Jerusalén, y se llevó cautivos a los israelitas
de la parte sur. Los edomitas no cumplieron con el mandato de la conciencia
moral y el “deber de sangre”, de proteger a su hermano. Abdías revela que
además de la indiferencia edomita ante la desgracia de los israelitas, ellos se
aprovecharon de tales circunstancias y se comportaron como los babilonios.
En
los vv. 12-14 el profeta Abdías denuncia por medio de ocho “no debiste” las
razones socio-morales de la condenación contra Edom, describiendo y destacando
así las graves faltas cometidas al participar perversamente en la destrucción
de Jerusalén:
- “No debiste haberte quedado mirando a tu hermano en su día trágico”,
- “No debiste alegrarte de los hijos de Judá en el día de su ruina”,
- “No debiste extralimitarte con tu boca en el día de la angustia”,
- “No debiste entrar por la puerta de mi pueblo en el día de su ruina”
- “Tampoco debiste mirar su miseria en el día de su ruina”
- “No debiste echar mano de sus bienes en el día de su ruina”
- “Tampoco debiste ponerte en las encrucijadas de los caminos para aniquilar a sus fugitivos”
- “No debiste haber entregado a sus sobrevivientes en el día de la desgracia”.
Estas
razones socio-morales pueden resumirse en cuatro:
- Edom se complacía maliciosamente en la desgracia de Judá.
- Tomo esto como ventaja.
- Actuó malignamente en forma directa en contra de los israelitas matándolos cuando estos escapaban para salvar su vida.
- Traicionó a los israelitas al entregarlos a los babilonios cuando los sobrevivientes se quedaron en Jerusalén.
Edom
se negó a ayudar a Israel, su vecina y pariente, cuando estuvo en angustia. Por
eso Dios los juzgaría. Dios está interesado en que su pueblo que ha recibido su
ayuda y misericordia les muestre misericordia a los demás en su momento de
necesidad. La indiferencia y la egolatría demuestran que no habitan en el
creyente el amor y la gracia de Dios.
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