Joel 3 – Ps Jose Guerrero

Juicio de Jehová 

 
Joel 3:1-2 Porque he aquí que en aquellos días, y en aquel tiempo en que haré volver la cautividad de Judá y de Jerusalén, reuniré a todas las naciones, y las haré descender al valle de Josafat, y allí entraré en juicio con ellas a causa de mi pueblo, y de Israel mi heredad, a quien ellas esparcieron entre las naciones, y repartieron mi tierra;

Esta sección muestra el día de Jehová, como un día de juicio sobre las naciones paganas (vv. 1-15), y de vindicación (vv. 16-17) y bendición (vv. 18-21) para la nación israelita.

Cronológicamente, los primeros tres versículos parecen apuntar al período pos-exílico. En estas circunstancias pudiera decirse que Judá aún se encontraba sufriendo los estragos del cautiverio babilónico, el cual se inició con la caída de Jerusalén en el año 587 a.C. Esto también haría pensar que la restauración ofrecida en las secciones anteriores aún no se había llevaba a cabo.

Un asunto importante a considerar, sería si la plaga de langostas había servido como una representación profética del ejército enemigo que iba a conquistar al pueblo judío causando su destrucción total, o si acaso fue un instrumento de castigo en las manos de Dios. Ellos habían experimentado su propia versión del día de Jehová. Ahora, así como Dios ya había juzgado a su pueblo, con el correr del tiempo juzgaría a las naciones paganas y vindicaría al pueblo escogido. Esta sería la verdadera versión del día de Jehová, según el pensamiento judío.

El v. 1 dice: “He aquí que en aquellos días y en aquel tiempo” es una frase indefinida que apunta hacia el momento cuando Jehová decida actuar en favor de sus escogidos. Sigue: “Cuando yo restaure de la cautividad a Judá y a Jerusalén”, haciendo alusión a  cuando las cosas mejoren para Judá como parte del proceso de restauración.

La mejor manera para provocar este cambio es que Dios traiga a juicio a las naciones paganas y vindique al pueblo escogido (v. 2). El reunir a todas las naciones conlleva un sentido de juicio; idea que está respaldada con el hecho de descender al valle de Josafat. Josafat significa “Jehová juzga”. Joel no está señalando un lugar geográfico específico, simplemente apunta a la acción de juicio de parte de Dios.

Otro de los terribles actos contra el pueblo de Dios es que los niños fueron vendidos como esclavos (v. 3). La frase “pagaron como prostituta” debe entenderse como el precio que se pagaba para pasar un rato de placer con una ramera. Las niñas habían sido vendidas por vino para beber.

Los vv. 4-8 presenta un pronunciamiento profético dirigido a dos pueblos en particular: los fenicios (Tiro y Sidón) y los filisteos (v. 4). Estos pueblos estaban al norte, en la provincia fenicia. ¿Queréis vengaros de mí? alude a cualquier acción que esos pueblos quisieran tomar en contra del pueblo de Dios. En el pasado ellos habían actuado mal: habéis llevado mi plata y mi oro… (v. 5), y Vendisteis los hijos de Judá… a los hijos de los griegos… (v. 6). La referencia histórica sería el tiempo cuando los babilonios conquistaron a Judá, y estos pueblos también se aprovecharon de la vulnerabilidad de los judíos.

Los griegos aquí, hace referencia a grupos de tratantes de esclavos de esos lares; gente que se dedicaba a la compra y venta de esclavos, de ahí la expresión: “para alejarlos de sus territorios”. Según la palabra de Jehová, estos pueblos sufrirían las consecuencias de sus actos. Realmente experimentarían lo mismo que habían hecho a otros pueblos (v. 7). Ellos también serían vendidos como esclavos a los sabeos, nación distante (v. 8), ubicada al sur de Arabia. Porque la palabra de Jehová, es el sello de autoridad de la revelación divina.

Los vv. 9-15 proyectan la imagen de lo que pudiera considerarse como “la última batalla” entre Jehová y las naciones enemigas de Israel. El problema es decidir si la descripción debe tomarse como una batalla militar (v. 9), o si solo señala el hecho del juicio final  y apocalíptico (v. 12). Todo parece señalar que esto último, es lo que el profeta tiene en mente; simplemente porque no hay nada que los ejércitos humanos puedan hacer, en contra de Jehová, el Dios Todopoderoso.

La figura que se usa para hablar de la extremada maldad de las naciones paganas, y por lo cual serían juzgadas, es la de una cosecha: “Meted la hoz, porque el grano ya está maduro” (v. 13). La abundancia del vino se aplica al hecho de que mucha es la maldad de ellos. Ambas son figuras de juicio (Is.63:1-6). Todas las naciones paganas ya están listas (“maduras”) para la siega; es decir, para ser juzgadas. Así, las multitudes estarán en el valle de la decisión, lugar donde Dios dará su veredicto final (v. 14).

La figura que se usa, es igualmente simbólica a la presentada con el valle de Josafat (vv. 2 y 12). En el pensamiento de Joel, esta era la mayor expresión del día de Jehová, el cual ya está presente, es inminente y no necesariamente cercano. El v. 15 expresa poéticamente lo que el día de Jehová significará para esas naciones paganas: ¡juicio!

En el v. 16 afirma: “Jehová ruge desde Sión y da su voz desde Jerusalén”, donde se repiten las palabras de Amós (Amos. 1:2). La expresión señala el lugar desde donde Dios hablaba, o mostraba su voluntad, según el pensamiento judío. En el libro de Amós, la palabra de Dios señalaba el castigo merecido para Israel (Norte). En Joel, el juicio es para las naciones paganas. “Tiemblan los cielos y la tierra” habla de los efectos de que causa la voz de Dios. Luego el profeta expresa una palabra de seguridad y consuelo: “Dios garantiza protección a su pueblo”: “Jehová es refugio para su pueblo y fortaleza para los hijos de Israel”.

Dios ha prometido un tiempo futuro en el que su gloria en Judá no será eclipsada. Este tiempo de paz y prosperidad incomparables será experimentado después de la conquista de Cristo sobre el mundo entero para establecer su reino milenario en la tierra (v. 17)

Los últimos versículos en el libro de Joel (vv. 18-21) subrayan las bendiciones que Dios tiene reservadas para su pueblo. La mayor bendición será la presencia del Señor. Otra de promesa tiene que ver con la fertilidad de la tierra: “los montes gotearán jugo de uvas, las colinas fluirán leche” (v. 18). La figura hace referencia a la restauración. Así era la tierra que Dios había prometido y reservado para su pueblo. Lo que les había sucedido con la plaga de langostas era contrario a las promesas de Dios, pero ellos no habían sido fieles al Señor, de ahí el castigo sufrido.

Otra de las bendiciones que Dios ofrece a su pueblo en este oráculo es su protección. La mención de Egipto… y Edom (v. 19) quizá solo sea representativa de todos los pueblos que habían hecho violencia a los hijos de Judá, derramando así la sangre inocente. De ahí la importancia de que Dios ofrezca su protección permanente. Jehová promete la permanencia de Jerusalén.

El v. 20 hace referencia al reino milenario de Cristo en la tierra, que todavía está por cumplirse: “Pero Judá será habitada para siempre, y Jerusalén por generación y generación”.

El v. 21 sugiere que Dios no pasará por alto los actos criminales cometidos contra su pueblo. Dios promete vengar la sangre inocente; él es el vindicador de su pueblo. “¡Jehová habita en Sion!” constituye un grito de victoria. El Señor está en el lugar de

La Biblia nos habla de Dios como “fuego consumidor”, pero también como “Padre de misericordia”. Joel nos presenta estas dos verdades eternas. La descripción del juicio a través de la plaga de langostas es vista como una desolación apocalíptica. Sus efectos sobre el consumo del fruto de la tierra, nos dejan perplejos y con una sensación de temor y reverencia frente al descargo de su ira. Pero luego el profeta anuncia, las promesas de restauración y perdón, y el futuro derramamiento del Espíritu, haciéndonos entrar en adoración y acción de gracias porque sus “misericordias son más grandes que los cielos”.

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