Joel 2.1-17 – Ps Jose Guerrero

El día del Señor

Joel 2:11  Y Jehová dará su orden delante de su ejército; porque muy grande es su campamento; fuerte es el que ejecuta su orden; porque grande es el día de Jehová, y muy terrible; ¿Quién podrá soportarlo?

El cap. 1 da atención a la destrucción causada por la plaga de langostas, las pérdidas y el sufrimiento ocasionado en el pueblo. En esta parte se describe la plaga, los insectos, pero tomándola como una imagen de un gran ejército. El profeta hace uso de metáforas para mostrar la destrucción que estos insectos han infligido sobre la nación, destruyendo todos los recursos naturales. Lo más interesante es observar cómo el profeta lo presenta, de como esta plaga había actuado bajo la dirección del Señor.

Sin embargo, uno de los problemas de esta sección, es decidir si la descripción ofrecida es la de un “ejército” de insectos, o la predicción del ataque de un ejército humano. El problema parece residir en el uso del tiempo futuro en la frase: porque viene el día de Jehová (v. 1).Pareciese que Joel describe al “ejército” de los insectos en términos de un ejército humano, pero en el fondo deja entre abierta la idea de lo terrible o devastador que sería si Dios permitiera el ataque de un ejército humano. La plaga solo sería una pequeña prueba de lo que pudiera ocurrir en el futuro.

El día de Jehová aquí tiene la connotación de un día de juicio, de castigo. Los términos empleados en el v. 2: “tinieblas y de oscuridad, día de nube y de sombra”, parecen referirse a la oscuridad y densa neblina ocasionadas por la plaga de langostas. El profeta pudiera estar reflexionando en lo que el pueblo estaba experimentó, y lo que aún pudiera experimentar si no se arrepentía. El impacto quedaría indeleblemente grabado en la historia del pueblo.

El fuego y la llama del v. 3 conllevan un sentido de juicio y destrucción. El contraste entre lo que era el jardín de Edén y el desierto agrega un tono de desolación y abandono, y subraya de manera dramática todas las pérdidas sufridas a causa de la tremenda devastación de la plaga. Adán perdió el privilegio de vivir en el jardín de Edén a causa de su pecado y rebeldía. Dios lo hizo salir de allí para que labrara el campo y obtuviera de la tierra el sustento diario. El pueblo había perdido sus bendiciones y  privilegios debido a este castigo divino.

El ataque de los insectos se describe como el de un ejército a caballo (v. 4); nada los detiene, nada se escaparía de su poder destructor (v. 5). ”Como sonido de llama de fuego que consume la hojarasca” describe la acción devoradora de los miles de miles de insectos que atacan las plantaciones; un sonido estrepitoso. Su formación se parece a la de un pueblo fuerte preparado para la batalla; son invencibles (vv. 7-9). Su movimiento hará parecer que la tierra tiembla, y cuando alzan el vuelo se estremecen los cielos, oscureciéndose todo el ambiente (v. 10). ¡El cuadro es escalofriante!

El juicio divino por medio de la plaga de langostas se cierra afirmando: ¡Es Dios quien ha enviado todo esto! (v. 11). Su ejército se refiere a los insectos que han ejecutado su palabra, su juicio, lo cual habla de su participación directa en el uso de las fuerzas naturales para ejecutar su voluntad. Un juicio de esta índole es inevitable o insoportable: ¿Quién lo podrá resistir? Dios en su soberanía había permitido que todo esto sucedería.

Aun en medio del juicio, Dios les iba a conceder amplia oportunidad para el arrepentimiento (v. 12). Si el pueblo demostraba un arrepentimiento genuino, el Señor estaba siempre dispuesto a perdonar y bendecir.

"Volveos a mí" encierra la idea de arrepentimiento, de obediencia, de cumplir la parte del pacto que les correspondía. Pero debían hacerlo con todo"… corazón". Los rituales solo eran muestras externas de este arrepentimiento, aunque debían estar presentes: "ayuno, llanto y lamento". Jehová demandaba un arrepentimiento genuino, sincero, de corazón; un arrepentimiento espiritual (v. 13). Los judíos expresaban su dolor rompiendo sus vestidos, pero Dios demandaba un “corazón contrito y humillado”. El profeta repite una acción que el pueblo sabía y había comprobado a través de los siglos: "Jehová, vuestro Dios… es clemente y compasivo, lento para la ira, grande en misericordia".

Dios puede detener el castigo o decidir no ejecutarlo. En este caso Dios restauraría todo lo perdido a causa del juicio enviado: “deja tras sí bendición” (v. 14). La restauración incluye las provisiones necesarias para llevar a cabo los servicios en el templo, lo cual era una señal de que la relación con Dios fue restaurada.

Dado que la crisis era nacional, el lamento también debía ser de todo el pueblo (vv. 15-17). "Tocar la trompeta, pregonar ayuno, convocar asamblea", todos eran elementos de un lamento nacional. La situación crítica llamaba a tomar medidas drásticas, pero necesarias. Todos habían de santificarse; es decir, purificarse ritualmente. Grandes y pequeños debían participar de estos actos. La alegría estaba ausente en ese momento; era tiempo de mostrar contrición delante de Dios (v. 16).

Los sacerdotes debían actuar como líderes en este lamento público; ellos tenían el deber de interceder por la nación y suplicar la misericordia divina. Pero debían participar activamente, con lloro y oración (v. 17). La expresión: ¿Dónde está su Dios? sugiere una burla. Las naciones paganas pondrían en tela de duda la existencia, grandeza y poder de Dios a causa de la debilidad del pueblo. ¡La reputación de Jehová estaba en juego!

Muchas veces la gente se desgarra las ropas en demostración de profundo dolor. Sin embargo, Dios no quería una demostración exterior de culpa, sino un arrepentimiento interno. Asegurémonos de que nuestra actitud hacia Dios sea correcta y no solo en lo externo.

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