Daniel 2.31-49 - Ps Jose Guerrero

Daniel interpreta el sueño.

Dan 2:36  Este es el sueño; también la interpretación de él diremos en presencia del rey. 

La gran estatua en forma de un hombre recuerda los grandes colosos y las obras de los egipcios, griegos y romanos (templos, animales y personas). La descripción muestra la degradación de los metales de la cabeza a los pies. El presentar las edades por metales era algo común en ese tiempo. La parte de los pies, parte hierro y parte barro, puede entenderse como barro recubierto de metal, o una amalgama de barro y de metal. Eran la parte más débil de la estatua.

Continúa afirmando que el brillo era extraordinario (v. 31). La estatua tenía un esplendor en sí misma, un brillo que producía miedo y terror, su aspecto era temible. Tenía cinco secciones; cuatro de ellas compuestas de metales.  

Los cuatro reinos tienen una conexión vital con el reino de Dios que viene; así que el concepto de la historia es escatológico. El metal más puro se encuentra en la cabeza; y el más débil, en los pies. Si los pies fueran de barro cocido recubierto de metal, el cuarto reino tendría un exterior aparentemente sólido pero una estructura débil. Fue golpeado por la piedra desprendida sin intervención de manos (v. 34).

No era cualquier piedra, pues fue cortada sin el poder o la asistencia de ningún ser humano. La piedra … se convirtió en una gran montaña que llenó toda la tierra. Los reinos humanos serán reemplazados por el reino de Dios. El simbolismo da énfasis a la universalidad del reino de Dios. Ez. 17:22–24 menciona “un monte alto y erguido” que simboliza el reino mesiánico; terrenal en visión y celestial en naturaleza.

La piedra también “desmenuzó” todos los metales y se volvieron como el tamo de las eras en verano (v. 35). El tamo es la parte más pequeña y liviana del grano cuando este es trillado. La era normalmente estaba en lo alto para que, al aventar el grano, el viento se llevara el tamo. Es un cuadro común que simboliza el juicio divino (Isa. 41:15-16; Miq. 4:13). En contraste con las estructuras humanas (la gran estatua de pie), la piedra divina vino rápida y místicamente, sin aviso y sin que sepa de dónde viene ni a dónde va.

No se nos dice si los tres amigos de Daniel estaban presentes. Por tanto, la palabra diremos (v. 36) muestra el reconocimiento de Daniel de que el mensaje no era suyo sino que procedía de Dios a pedido de los cuatro jóvenes.

En cuanto al método de interpretación, hay varias preguntas: ¿Cuáles son las naciones indicadas en la visión? ¿Es el tiempo el fin de un período histórico? o, ¿Es el tiempo el fin del mundo? La literatura es apocalíptica y trata de ambos tiempos. Muchos creyentes del Señor pueden diferir en su opinión interpretativa; sin embargo, esto no debería afectar el compañerismo cristiano.

La interpretación trata de cuatro reinos, o imperios, que iban a surgir. Eran Babilonia, Medo-Persia, Grecia y Roma. La cabeza de oro del coloso simboliza el poder “mundial” de Babilonia, representado en la persona de Nabucodonosor.

La referencia a todo lugar donde habitan los hijos del hombre, los animales del campo y las aves del cielo (v. 38) representa el reino de Nabucodonosor como absoluto. Sin embargo, su imperio sería desplazado por otro, aunque de una calidad inferior: el medo-persa, contemplado en su rey más famoso, Ciro. El tercer reino que dominará en toda la tierra, simboliza a Alejandro Magno, el imperio griego, que conquistó a los persas.

Vendría un cuarto reino, como de hierro … (v. 40) y en parte … de barro cocido (v. 41): el imperio romano. El estar dividido (v. 41) no significa necesariamente “dividido en dos” sino que era a la vez “débil” y “fuerte” como se ve en v. 42. Y en los días de esos reyes, el Dios de los cielos levantará un reino que jamás será destruido, ni será dejado a otro pueblo (v. 44). Se manifiesta el establecimiento del reino mesiánico, el quinto imperio, el reino de Dios y la iglesia cristiana.

Se contrasta la piedra cortada sin intervención de humanos, el reino de Dios. La piedra destruye todos los reinos; el reino de Dios existirá eternamente. No hubo ninguna obra humana, sino que la piedra fue preparada y propulsada por Dios para lograr su plan. La interpretación lleva el sello de Dios mismo.

En particular, se trata del último de los poderes mundiales nombrados. Su fin se acerca, ha de llegar no por medio de un poder temporal sino por Dios, quien establecerá su reino eterno. En Malaquías 2:17 se preguntó: “¿Dónde está el Dios de la justicia?” y vino la respuesta: “¡Aquí está!”. Los poderes del mundo están por ser juzgados. Los días finales están cerca. El reino de Dios está por venir sin ayuda humana.

Al terminar el relato se ve un cambio en el rey. Se postró sobre su rostro y rindió homenaje a Daniel (v. 46), como señal del rey humillándose ante el Dios hebreo. El honrar a Daniel era honrar al Dios que le descubrió el enigma a Daniel. La confesión de que Dios era el Dios de dioses y Señor de reyes que revela los misterios (v. 47) estaba en la línea de las predicciones proféticas (Zac. 8:23; 14:16; Isa. 66:20–23).

El nombramiento de Daniel como gobernador de la provincia de Babilonia recuerda los honores concedidos por el faraón a José (Gén. 41:39–44). Además, fue hecho intendente principal de todos los sabios de Babilonia (v. 48). Probablemente todos los adivinadores, o sabios, se dividieron en grupos, sobre las cuales se puso a Daniel como director.

Pero Daniel no se olvidó de sus amigos. Por solicitud suya, el rey les designó también cargos administrativos de la provincia de Babilonia. Era una muestra de la madurez de Daniel. El capítulo termina con Daniel permaneciendo en la corte del rey (lit., “en la puerta del rey”), el lugar donde se sentaban los oficiales importantes. Es importante señalar que la promoción a cargos honoríficos, muestra que después de la tribulación y humillación viene la exaltación.

Nabucodonosor pareciere que se convirtió cuando hizo la profesión de fe, pero los relatos siguientes indican todo lo contrario. Esto muestra que muchos son los que dicen seguir el camino de la cruz, pero sus actos lo niegan.

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