Ez.32 - Ps Jose Guerrero

Lamentación sobre el faraón

Ez. 32:2  Hijo de hombre, levanta endechas sobre Faraón rey de Egipto, y dile: A leoncillo de naciones eres semejante, y eres como el dragón en los mares; pues secabas tus ríos, y enturbiabas las aguas con tus pies, y hollabas sus riberas. 

Este capítulo contiene el sexto y séptimo mensajes contra Egipto (vv. 1–16; 17–32). Estos comienzan con la fecha del mensaje (v. 1; v. 17). Ambos presentan un lamento (v. 2; v. 18). El tema de los capítulos anteriores  se profundiza y concluye.

La primera profecía vuelve a adoptar la alegoría del monstruo marino (cap. 29), que es una referencia a un cocodrilo, símbolo adecuado para designar al faraón. El vocabulario y las imágenes usadas por Ezequiel manifiestan los mitos babilónicos de la creación.  El profeta estaba usando este mito para mostrar que no había lucha, que hay un Dios y Señor soberano sobre todas las cosas, y ningún monstruo puede oponerse a él. Aún más, es Dios quien deja que el cadáver de ese monstro quede expuesto para que los animales de carroña se harten comiéndolo.

Aquí el profeta usa un método interesante, al referirse a Egipto en términos babilónicos, haciendo que el mensaje tuviera sentido para ambos países. Los egipcios estaban pagando lo que hicieron, los babilonios debían darse cuenta de que si ellos se envanecían en su poder, les esperaba lo mismo.

En los vv. 1-2 comienza con la fecha del mensaje, lo ubica en el mes duodécimo del año 12 (585 a.C.) dos meses después de que se conociera entre los exiliados la destrucción de la ciudad de Jerusalén (33:21). Al mismo tiempo el profeta muestra la percepción que tenía faraón de mismo y la que Dios presenta. Para ello usa las figuras del león y el monstruo de los mares. La primera figura era un león. Se veía a sí mismo como el líder de pueblos, entre los cuales estuvieron los judíos mismos. Sin embargo, era como el monstruo de los mares, no tanto por su poder, sino porque trataba de crear un caos a fin de poder lograr sus objetivos.

Después presenta una descripción del castigo (vv. 3–8), en la que se señala una serie de acciones de Dios, que estaban directamente relacionadas con la alegoría. La primera acción es que Dios capturaría al monstruo (v. 3); para eso usaría una red. A esto agrega que sería una captura pública en la reunión de muchos pueblos.

Una vez atrapado públicamente:con mi malla te levantarán”. La acción de levantar era para exhibirlo. Acá, Dios no solo lo estaba atrapando sino que lo iba a poner a la vista de los pueblos a los que quería liderar. La segunda acción era “arrojarlo en la tierra sobre la superficie del campo” (v. 4). Su fuerza estaba en el agua, cuando enturbiaba la misma para atacar por sorpresa. Fuera de su ambiente quedaba impedido de usar sus mejores habilidades.

La tercera acción (vv. 4–6) es complementaria de la anterior; era darlo como comida a las aves del cielo y las bestias, exponiendo sus carnes. En la cuarta acción Dios haría que se oscurezcan las estrellas (vv. 7-8). En estos dos versículos se usa un vocabulario apocalíptico. El profeta vuelve al tema del “día del Señor”, indicando  que vendría un tiempo final, donde Dios consumaría su ira sobre todo lo creado.

Luego el profeta pasa a describir la reacción de las naciones frente al juicio caído sobre el monstruo (vv. 9-10). Como se dijo, la captura de este sería un acto público, y al mismo tiempo sería alzado a fin de que esté a la vista de los pueblo. Esta vista causaría perturbación, quedaron atónito y se estremecieron de terror.  En el v. 10 el profeta había dicho cuando yo esgrima mi espada, ahora es claro que tanto el rey como sus ejércitos serían la manifestación concreta de la espada de Dios.

En cuarto lugar (vv. 11–15) el profeta pasa a expresar las lecciones que se pueden extraer de esta alegoría. Se señala que la destrucción será total; que comenzaría desde adentro del mismo pueblo: destruirán la soberbia de Egipto. Cuando un pueblo pierde aquello que lo hacía sentirse orgulloso, sus logros comienzan una destrucción que va mucho más allá de las circunstancias externas. Una destrucción de tal naturaleza será una clara señal para que reconozcan quién está guiando la historia.

La conclusión del pasaje (v. 16) cierra el lamento, indicando que sería entonado por las hijas de las naciones. Esto señala que se llamarían a las “lloronas” profesionales (endechaderas) de las distintas naciones para que participaran de este funeral.

Desde los vv. 17-32 se menciona la escena del descenso del faraón al Seol. El primer bloque (vv. 18–21), comienza con la expresión hazlos descender. Si los oyentes pretendían “descender” a Egipto en busca de ayuda, era hora que el profeta “hiciera descender” en la mente y el corazón de sus oyentes a Egipto. Tanto el poderoso Egipto como las hijas de las naciones, las que habían lamentado su destrucción, debían ser colocados en las partes más bajas de la tierra.

En el segundo bloque (vv. 22–32) el profeta presenta a quienes estarían con Egipto en el Seol. Ella no estaría sola (como nación). Partiendo del principio de lo que significa Seol, como el lugar de los muertos, el texto muestra que los pueblos poderosos, a pesar de su fortaleza temporal, habían pasado y estaban esperando la llegada del faraón.

Los vv. 22-23 presentan a Asiria, imperio que el profeta había usado anteriormente como ejemplo. En este caso tiene el “honor” de ser nombrado en primer lugar entre los que descendieron al Seol. Lo que cuenta la historia de la forma de someter a los pueblos dominados por los asirios, da muestra de que los mismos israelitas (reino del norte) habían sufrido cruelmente en carne propia.

En los vv. 24-25 se menciona a Elam y su multitud. Este había sido un antiguo reino ubicado al norte del golfo Pérsico, que durante años había estado bajo el dominio asirio.

Los vv. 26–28, hacen referencia a Mesec y Tubal, estas fueron dos naciones de Asia Menor que ya fueron mencionadas por el profeta al referirse a los pueblos que comerciaban con Tiro (27:13). De ellos menciona:sus espadas fueron puestas debajo de sus cabezas, y cuyos pecados quedaron puestos sobre sus huesos”. Ellos tenían la costumbre de enterrar a los guerreros con sus armas como símbolo de honor, a lo que el profeta agrega que su pecado los acompañaría. No hay honor en la guerra de opresión y terror.

El v. 29 menciona a Edom con sus reyes, en este caso no se hace mención específica en cuanto a su pecado. Es notable que la vergüenza de Edom se encontraba en que yacía con los incircuncisos.

Finalmente, el v. 30 presenta a los príncipes del norte, todos ellos, y todos los de Sidón, en evidente referencia a Tiro (y Sidón) de quienes ya se ha hablado. De estos también se dice que yacen avergonzados y cargan con su afrenta. Estas dos observaciones son interesantes; la vergüenza se encontraba en que a pesar de su poderío, pues ellos causaron terror a través de su poder (económico), no pudieron evitar caer con los muertos a espada.

El capítulo termina (vv. 31-32) con una aplicación. Lo que se ha estado diciendo debiera ser importante para el faraón, a quien no se había mencionado en estos versículos, pero como termina el pasaje fueron escritos para él. Se trata de una aplicación retórica, pues no había ninguna posibilidad de que este escuchara o tomara en cuenta lo que el profeta estaba diciendo. Si estas naciones por lo que habían hecho habían pagado con su vida (como poderes), eso mismo les espera a los que obran contra Dios.

Comentarios

  1. Amén. Llama la atención el término "incircuncisos" como señal de su maldad y pecado que los acompaña hasta el seol y la eternidad.

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