Ezequiel 6 - Ps Jose Guerrero

Sabrán que Yo soy Dios


Ez 6:10  Y sabrán que yo soy Jehová; no en vano dije que les había de hacer este mal. 

Los capítulos 6 y 7 de Ezequiel comienzan con la misma expresión: Vino a mí la palabra de Jehová, diciendo. El silencio del profeta es interrumpido por la orden de Dios de hablar. Luego de dibujar el mapa de Jerusalén, de ver lo que iba a acontecer dentro de ella y de guardar silencio, Dios le ordena hablar, orden que ahora recibe.

Este cap., muestra los fundamentos del juicio divino, haciéndose hincapié a la idolatría (vv. 1–7). Ellos habían sido llamados a ser testigos del poder del único Dios, y habían terminado contagiándose con la idolatría.

Inicia el juicio ubicando a los destinatarios del mensaje “los montes de Israel” (vv. 1-2). Las montañas eran la principal característica geográfica de Palestina; esta era una zona montañosa. Esto es un término acuñado por el profeta para designar a todo Israel, especialmente a Judá y Jerusalén. Observamos que en la profecía de Ezequiel, las montañas no solo reciben el mensaje de juicio, sino también de bendición (Ez. 36:1–15).

Además, la referencia a las montañas como centros de adoración ha sido contada en la historia de la humanidad. La visión del hombre fue siempre que los dioses habitaban en lugares altos. Desde Babel hasta el monte de Jerusalén el ser humano trató de buscar a Dios en las alturas. Recordemos la expresión los llamados lugares altos, que representaban la apostasía y perversión a la santidad de Dios (6:13), pues allí se celebraban los cultos de la fertilidad.

En los v. 3 el profeta describe el pecado de la idolatría con las siguientes palabras: “lugares altos”.  Estos eran santuarios edificados a la intemperie sobre las cimas de los montes, bajo el follaje de frondosos árboles y en otros sitios escogidos. Salomón adoró en el lugar alto de Gabaón porque el templo aún no había sido edificado en Jerusalén. Muchos otros rendían legítimo culto a Dios en estos sitios. El problema era que estos sitios fácilmente se convertían en lugares de culto de los dioses cananeos, o del culto a Jehová como un dios de la naturaleza.

En el v. 4 el texto usa la palabra altar. El término se refiere principalmente a las estructuras, usualmente hechas por la mano del hombre. El uso que hace el profeta aquí muestra que estaban mezclando la adoración a Dios con la “adoración pagana”.

En el v. 6 aparece un resumen de la actitud de Dios hacia la idolatría: “vuestras obras serán desechas”. Dios establece la destrucción de los adoradores de los dioses paganos. Se presenta una similitud de este pasaje con Levítico 26:30 con la descripción del v. 5. Los idolatras recibirían el castigo en sus propias personas.  La expresión “pondré cuerpos muertos… delante de sus ídolos” (v. 5) tiene que ver con esparcir los huesos, y está relacionada con Jeremías 8:1-2.

Los vv. 8-10 tienen como propósito llamar la atención a sus oyentes, sobre la devastación de las ciudades y sus habitantes; ellos representaban el remanente (Ez.12:16), una pequeña luz de esperanza.

Aquí podemos encontrar tres ideas. La primera se muestra en el v. 8, cuando afirma que es Dios quien se ha propuesto dejar un remanente. Aunque la palabra remanente no se encuentra en este pasaje, se implica cuando habla que ha dejado algunos que escaparan a espada. Ante tanta desolación el profeta deja abierta una luz de esperanza al presentar este propósito de Dios.

La segunda muestra la actitud de los que escaparon, ellos se acordarán de mí, no porque lo hubieran “olvidado” sino porque ahora le iban a prestar más atención. Esto significa una genuina comprensión de la realidad.

Luego el profeta presenta la conversión (v. 9). Le siguen tres verbos; Quebrantamiento, rechazo de los pecados cometidos y una experiencia del encuentro con Dios.

El primero dice “yo me quebranté a causa de su corazón”, que significa que Dios finalmente lograría que su voluntad cambie.

Le sigue el rechazo de lo que habían hecho, es decir las causas de la catástrofe. Significa una profunda comprensión de las acciones del remanente por el pasado, y las acciones de Dios a favor de ellos. Esto es lo que hará que lleguen al rechazo, vergüenza o repulsión por las acciones cometidas.

El v. 10 introduce el tercero de los verbos que expresan la actitud mental de los que escapen de la catástrofe: “sabrán”. Es decir un conocimiento íntimo y directo. Un auténtico reencuentro con Dios.

La experiencia del castigo les dará una nueva comprensión de Dios, “no en vano dije…”, un Dios que está dispuesto a cumplir con su palabra de justicia. De manera que la tragedia del destierro ha cumplido su propósito purificador.

Los vv. 11-14 se señala que el juicio llegará a todas partes. El v. 11 comienza con el pedido de Dios de que el profeta realice una acción en la que se combinan gestos y palabras. Podemos ver en el texto que se habla de dos gestos y de una exclamación de valor simbólica antes del mensaje.

En cuanto a los gestos, el texto dice “golpear con las manos y pisotear con el pie”.  ¿¡Qué significa esto!? La palabra misma nos da la respuesta. En Ez. 25:6 se hace referencia a este tipo de acción como una manifestación del desprecio de los amonitas. En Núm. 24:10 se utiliza el palmear como una expresión de ira. Parecería que se debiera interpretar como una expresión de la ira, y burla por lo que habría de ocurrir con el pueblo.

La expresión Ay, se trata de una exclamación. Esta era usada tanto como expresión de alegría como de profundo dolor. En este caso expresan las emociones frente a las abominaciones de la casa de Israel y las consecuencias de las mismas.

Los vv. 12–14 mencionan tres instrumentos de castigo: peste, hambre y espada, que son una repetición de los mencionados en 5:1–3. Representan los tres tipos de muertes que se iban a presentar en el juicio.

El v. 13 identifica a los lugares de cultos donde se cometían las abominaciones mencionadas y sobre los cuales descargaría su ira. Allí dieron ofrenda a todos sus ídolos. Ellos ofrecieron algo agradable a sus ídolos, por lo que sus cuerpos quedarían tendidos con los mismos.

En el v. 14 se expresa un lugar llamado Diblat, que no se menciona en ningún otro lugar del AT. Es probable que se refiera a Ribla, límite nordeste de la tierra prometida, allí fue llevado prisionero el rey Sedequías por las tropas Babilónicas cuando cayó la ciudad y quiso escapar (2 Rey. 25:5–7; Jer. 39:6-7). La referencia a Ribla y como opuesto al desierto, representa una forma en la que se mencionan los polos opuestos representando la totalidad de toda la tierra.

El pasaje termina con la expresión “sabrán que yo soy…”, una frase que se ha repetido a lo largo de este pasaje. Aquí se encuentra el propósito del castigo y el deseo del profeta: que el pueblo reconociera a Dios. Se trata del encuentro personal que se esperaba existiera entre ellos y Dios.

Dios quiere que su pueblo lo conozca a través de sus actos de amor y cuidado sobre sus vidas. Pero si a pesar de eso ellos se rebelan, Dios va a mostrarles quien es a través de la dura experiencia del castigo. La ira de Dios tiene el propósito pedagógico de guiar al encuentro con el Señor soberano.

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