Devocional 28 enero – Charles Spurgeon

Los brazos eternos 


Salmos 55:22 Echa sobre el Señor tu carga, y él te sustentará; No dejará para siempre caído al justo.

Nos preocupa apoyarnos demasiado en Dios. Es muy apropiado el no apoyarnos demasiado en un amigo, porque pedir demasiado a un amigo generoso puede hacer que este tema vernos de nuevo. Pero este sentimiento no es adecuado cuando tratamos con el Señor. Nunca temas cansar a tu Dios; nunca te digas a ti mismo «Le pediré tan poco como pueda». Porque Él dice «abre tu boca y yo la llenaré» (Salmos 81:10).

Nunca digas «confiaré en Él un poco, le llevaré parte de mis preocupaciones y descansaré una porción de mis pruebas sobre Él». No, apóyate en Él con todo tu peso. No escatimes ni una onza de tu carga. Eso rompería tu espalda. Lleva las toneladas, las libras y las onzas, hasta los pesos minúsculos, y échalos todos sobre Dios. Él ama a sus hijos y los trata con completa confianza. Toda tu carga no le molestará.

Ya conocen la fábula de Esopo, en la que una educada pulga se disculpaba con el buey por cargarlo cuando aterrizó sobre su cuerno. El buey respondió que él ni siquiera se había dado cuenta de que la pulga estaba ahí. Tu Dios no te dirá eso, porque él cuenta los cabellos de tu cabeza, pero sí que te dirá que tu peso no es una carga para Él.

Hasta si tuvieras la responsabilidad de cincuenta reinos en tu cabeza, y llevaras en ella la política de cien naciones, o incluso estuvieras cargado con las preocupaciones de mil mundos, podrías dejarlo todo con seguridad al Maravilloso Consejero y seguir tu camino con regocijo. Apóyate con fuerza hermano, apóyate con fuerza hermana, porque debajo de ti están los brazos eternos.

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