Devocional 27 enero - – Ezekiel Hopkins
El mayor pecador del mundo
Mateo 1:21 Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados
Por el nacimiento de Cristo la verdad y veracidad de Dios se
ven glorificadas, al cumplir muchas promesas y predicciones que se habían
realizado acerca del envío de Cristo al mundo. La antigua promesa de Génesis 3,
que decía que la simiente de la mujer heriría a la serpiente en la cabeza, esa
promesa que descansó durante siglos bajo tipos y figuras, se cumplió en el
nacimiento de Cristo. Todas las profecías y tipos ceremoniales que contenían al
Salvador en forma de embrión, maduraron a su debido tiempo por medio del
Espíritu Santo, ¡Hasta que la verdad de Dios les dio su esperado cumplimiento
en el nacimiento de Cristo! (Gálatas 4:4).
Además, el nacimiento de Cristo glorifica la infinita pureza
y santidad de Dios. Cuando Dios formó a Adán, puso sobre Él su propia imagen.
La santidad, que era la parte más ilustre de la imagen de Dios, fue impresa en
Adán para que este fuera un tipo visible al mundo de su infinita pureza. Pero
el pecado despojó al hombre de esa gloria, y Dios se agradó de levantar un
segundo Adán, que sería no solo sin pecado, sino impecable. Lo exhibiría al
mundo como la más perfecta representación de su propia santidad. Su nacimiento
había de ser milagroso para que pudiera ser puro. Su extraordinaria concepción
lo preservó del pecado original, y la unión hipostática, junto con la
inmensurable unción del Espíritu Santo, lo preservaría de todo otro pecado.
Cuando le fue imputado el pecado, Cristo fue el mayor pecador
del mundo (2 Corintios 5:21), ¡Pero no tuvo pecado en su naturaleza o práctica!.
1 Pedro 2:22 dice: «el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca». Y
esto fue así no solo para que pudiera ser un ejemplo para nosotros de santidad
sin mancha, sino también para que tuviéramos una perfecta idea de la infinita
pureza de Dios. Añadiré finalmente que en el nacimiento de Cristo y su
encarnación, Dios se glorificó mostrando su infinito amor y compasión por el
ser humano caído.
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