Devocional 26 enero - -Tim Keller

La obediencia de la naturaleza

Salmos 104:25-29 He allí el grande y anchuroso mar, En donde se mueven seres innumerables, Seres pequeños y grandes. Allí andan las naves; Allí este leviatán que hiciste para que jugase en él. Todos ellos esperan en ti, Para que les des su comida a su tiempo. Les das, recogen; Abres tu mano, se sacian de bien. Escondes tu rostro, se turban; Les quitas el hálito, dejan de ser, Y vuelven al polvo.

El alimento llega en su momento adecuado y se recoge (vv. 27-28). Sin embargo, a través de todo este proceso, es Dios quien nos da la comida (v. 27). Las grandes criaturas marinas juegan en el mar y las golondrinas hacen acrobacias en el aire. Aunque estas actividades también puedan tener propósitos prácticos, en un sentido profundo estas criaturas conocen el gozo y la libertad de hacer aquello para lo fueron formadas por Dios.

Nosotros también podemos conocer el gozo y la plenitud de vivir conforme al diseño de Dios. En este punto la naturaleza nos vence. Como dijo Elisabeth Elliot: «Una ostra glorifica a Dios mejor que nosotros, porque está siendo todo lo que fue creada para ser, y nosotros no».

Señor, desobedecerte es fácil a corto plazo, pero difícil a largo plazo porque estoy violentando mi propia naturaleza. Aunque comenzar a obedecer puede ser muy difícil, será maravilloso conforme el tiempo pasa, porque por medio de la obediencia me convierto en mi verdadero yo. ¡Oh, ayúdame a recordar esto cuando se vuelva difícil! Amén.


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