Jeremias 43 - Ps Jose Guerrero

No obedecieron la voz del Señor 

Jeremías 43:7  y entraron en tierra de Egipto,  porque no obedecieron a la voz de Jehová; y llegaron hasta Tafnes. 

El pueblo había rechazado las palabras de Dios a través del profeta. A pesar de haber prometido obedecer a Dios en lo que debían hacer, afirman que al profeta habla mentiras, que esas palabras no son de Dios. Acusarlo de esa forma les revela, que las palabras que había dado Jeremías venian de Baruc, su secretario.

Ellos le acusan de haber sido persuadido por Baruc quien quería entregarles a los caldeos, para llevarlos cautivos a Babilonia. Jeremías había tardado diez días en dar la respuesta, tal vez había estado escuchando a Baruc, y no a Dios.

No se conoce por qué acusan a Baruc de la conspiración contra ellos. Tal vez ellos creían que Baruc tenía mucha influencia sobre Jeremías, o simplemente querían distraer a las personas que habían decidido no ir a Egipto.

Pero en este momento Dios les había asegurado que les protegería del rey de Babilonia, y les había dicho lo que iba a pasar si ellos no obedecían su voz. Entonces, Azarías, Johanán y todos los hombres arrogantes rechazaron la voz de Dios e influyeron al pueblo a unirse con ellos. Era un ataque contra el profeta y contra Dios, porque no iban a oírle ni obedecerle. El v. 4 aclara que todos los del pueblo no obedecieron la voz de Dios.

Aquí no dice que llevaron a Jeremías contra su voluntad, aunque todo lleva a pensar que fue así. Otros piensan que Jeremías fue con este remanente por su amor a su pueblo y por el llamamiento que Dios le había dado de llevarles su voz. Tal vez habría manera de llevarles al arrepentimiento.

Los vv. 4 y 7 afirman: No obedecieron la voz de Jehová, para enfatizar la importancia de su decisión. Es como un marco o un paréntesis alrededor de esta acción. En esta forma se afirma y enfatiza que son ellos los que han rechazado oír y obedecer la voz de Dios. En su fut uro van a experimentar todos los castigos mencionados en el capítulo anterior: la espada, el hambre y la peste.

Egipto tenía una atracción especial para los judíos. Desde la llegada de Abram y Sarai a la tierra de Canaán. La milagrosa salvación de la familia de Jacob, por la intervención de José, 400 años de esclavitud, el éxodo bajo Moisés. Ellos habían rechazado la voz de Dios, habían pedido su consejo y habían prometido obedecerlo, pero habían tomado la decisión de no obedecerlo.

El v. 7 dice: Entraron en la tierra de Egipto, porque no obedecieron la voz de Jehová. En realidad pensaron que iban a tener libertad y bendición en Egipto, pero no fue así. No iban a ver su patria de nuevo, iban a morir allá. 

En los vv. 8–13, nos relata su llegada a Tafnes.  La voz de Dios no se detuvo, ni la responsabilidad de oírla por el pueblo. Jeremías todavía era profeta, el vocero de Dios, y aunque este grupo había desobedecido al Señor al ir a Egipto contra su voluntad, Jehová todavía era Dios.

De nuevo Jehová da un mensaje simbólico. Esta vez era para mostrar su juicio sobre Egipto. Jehová iba a usar a Nabucodonosor para invadir al país y derrotarlo. Dios le usa como su agente para hacer su voluntad, para servirle. El Señor no está limitado para usar solamente a los creyentes, sino usa cualquier  persona o recurso disponible para hacer su voluntad.

Jehová había dicho a este grupo de judíos bajo el liderazgo de Johanán, que había querido huir del rey de Babilonia, que iban a ser alcanzados por él, el Señor, juntamente con los egipcios. El Señor le indica a Jeremías que tomara unas piedras grandes y esconderlas en la mezcla de ladrillos a la entrada de la casa del faraón; y ¡todo esto frente a los ojos de los judíos! El mensaje era para ellos. El mensaje era que: Dios iba a enviar a Nabucodonosor, quien iba a poner su trono encima de estas piedras puestas por Jeremías. Egipto iba a ser destruido.

En el v. 12 se dice que Nabucodonosor iba a limpiar el país como un pastor de ovejas limpia su ropa para salir después en paz.  No habría forma de detenerlo. Egipto iba a ser derrotado por Babilonia y Nabucodonosor saldría victorioso, en paz, “sin inmutarse”.

Aquí se menciona la destrucción de muchas de las cosas más importantes a los egipcios, cosas que llevaban un sentido simbólico de su identidad como nación en adición a su valor intrínseco: el trono, los templos, las estatuas de sus dioses y los obeliscos. Además de esto habría muertos y personas llevadas cautivas. Iba a ser un desastre para la nación y para este grupo de emigrantes que habían pensado que allí tendrían paz y la protección de Babilonia.

Nabucodonosor invadió a Egipto entre los años 567–566 a. de J.C. en el trigésimo séptimo año de su reinado. El mensaje aquí para los judíos de aquellos tiempos, y para nosotros, es que no hay asilo para los que van en contra de la voluntad de Dios. Los “hombres arrogantes” habían llevado a su grupo a su destrucción en lugar de a su salvación.

Comentarios

Entradas populares