Jeremias 42 - Ps Jose Guerrero
HUIDA A EGIPTO
Jeremías 42:14 diciendo: No, sino que entraremos en la tierra de Egipto, en la cual no veremos guerra, ni oiremos sonido de trompeta, ni padeceremos hambre, y allá moraremos;
Al final del capítulo 41, el grupo con
Johanán se quedaban cerca de Belén, con el fin de ir a Egipto (41:17). Temían a
“los caldeos” por la muerte de Gedalías, el gobernador nombrado por ellos, sin
tener culpa alguna sobre esto. Este cap. demuestra la indecisión de ellos de ir
a Egipto, cuando van al profeta para pedirle que ore por ellos, para tener la
guíanza de Dios en lo que tenían que hacer.
Se hace referencia que en este grupo estaba
Jeremías. Los líderes del grupo, incluyendo a Johanán, Jezanías y todo el pueblo,
desde el menor hasta el mayor, se acercaron a Jeremías con una sola cosa en su
mente: su futuro.
En este momento tan difícil buscaron el
consejo de Dios, querían conocer el camino por donde debían ir y lo que debían
hacer. Tantas veces el profeta les había dado la palabra de Dios y no lo habían
escuchado, más bien habían hecho caso omiso de sus palabras. Pero ahora parece
que frente a una situación tan definitiva para su futuro, por fin estuvieron
dispuestos a escucharle.
Hay dos cosas interesantes en este pedido:
se identifican como el remanente (v. 2). El grupo surgido luego del asedio, deportación
y devastación de la ciudad. También de que hablan de “Jehová tu Dios”. Reconocieron
a Jeremías como la voz de Dios. La relación del pueblo con Jehová había sido nula
durante el ministerio de Jeremías.
Jeremías, sin embargo, quería afirmar
que Jehová era el Dios del pueblo y al responder él habla de vuestro Dios (v. 4).
Les prometió orar por ellos y les aseguró que iba a darles el mensaje preciso que
Dios tenía para ellos: “nada os ocultaré”. En la respuesta del grupo ellos
empezaron a hablar de nuestro Dios (v. 6). Aseguraron al profeta que sea lo que
sea iban a obedecer la voz de Dios, porque de esa manera les iría bien (vv.
2–6)
En los vv. 7–22, se señala la respuesta
de Dios, diez días después. Durante ese tiempo Jeremías había estado orando al
Señor, buscando el camino en que debía andar el pueblo. Entonces Jeremías llamó
al grupo a escuchar el mensaje; no quería que nadie quedara fuera de conocer la
dirección del Señor y de no oírla en este momento. Dios afirmo que se quedaran
en Judá y que no huyeran a Egipto, y les dio sus razones. Adicional refirió sus
promesas de ayuda y protección por la obediencia y de castigo por la
desobediencia.
Jehová promete: Si decididamente
permanecéis en esta tierra, os edificaré y no os destruiré. Os plantaré y no os
arrancaré, porque he desistido del mal que os he hecho (v. 10).
Siguió diciendo que no debían temer al
rey de Babilonia porque Jehová iba a protegerles, porque yo estoy con vosotros
para salvaros y para libraros de su mano (v. 11). Él iba a tener misericordia
de ellos, y el rey de Babilonia, que era su instrumento, iba a compadecerse de ellos
y les ayudaría a volver a su tierra.
Pero por otra parte, en el v. 13, dice
que si desobedecen y dicen que no van a quedarse en Judá sino a ir y habitar en
Egipto porque allá pueden evitar la guerra y el hambre, entonces la espada y el
hambre que tanto temían iba a alcanzarlos, y allá iban a morir. Parece que Jehová
y su profeta se habían dado cuenta de que el grupo ya habían decidido ir a
Egipto. Al desobedecerle iban a ser objeto de imprecación, de horror, de
maldición y de oprobio; y no volveréis a ver este lugar (v. 18).
En los vv. 19–22 Jeremías termina con
otra advertencia, mostrando su tristeza por la respuesta negativa que tenían
antes de oírle. Les recuerda su petición, de que orara y buscara la voluntad de
Dios, y su promesa de obedecerlo fuera cual fuera la respuesta. Ahora, por la
decisión que habían tomado, les aseguraba su fin: “muerte por la espada, por el
hambre y por la peste” Otra vez el profeta repitió la palabra de Dios a su
pueblo, pero ni esta vez fue aceptado. Si iban a Egipto, morirían allí. Nunca
más verían su propio país.
Ya habían decidido huir a Egipto, sólo
querían oír si la palabra de Dios les confirmaba sus intenciones. La respuesta
de Dios fue que se quedaran. Los líderes rechazaron la palabra de Dios y se
fueron a Egipto de todos modos y aceptando las consecuencia de sus decisiones
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